Lo que ellas, quizá todos, esperan del arte
Negar las diferencias físicas y biológicas entre géneros es una tarea estéril. Existen, es un hecho. Lo que aún queda por definir es si esas diferencias inciden en nuestro comportamiento, en nuestra capacidad de desarrollarnos y en la forma de percibir el entorno.
¿Acaso hombres y mujeres no son sensibles frente a los mismos fenómenos, la belleza, por ejemplo? Recientes estudios nos muestran ciertos indicios sobre cómo reaccionamos frente al arte, de la pequeña desigualdad que existe en la manera de percibir la belleza, a nivel cerebral: en las mujeres, ciertas zonas en ambos lóbulos temporales se activaron cuando vieron imágenes artísticas; en los hombres, solo un lóbulo se activó, el derecho.
Una hipótesis para explicar este fenómeno es la de los roles que antiguamente hombres y mujeres cumplieron, a nivel social, caza y recolección, respectivamente. Sin embargo, estos estudios aún no pueden establecer conclusiones sobre el comportamiento de ambos géneros frente a la belleza, conclusiones reales, pues en nuestro medio todavía siguen sin despejarse otras incógnitas, por ejemplo, a qué llamamos arte, precisamente.
Por el momento, podemos decir que existe una especie de consenso en lo que a búsqueda se refiere, es decir, hay un elemento que las mujeres exigen al arte que se les presenta: sobre un escenario, en un texto, en una pantalla, el arte debe remover, remecer la sensibilidad del espectador (espectadora).
Es necesario que el arte conmueva y, por supuesto, después genere debate, cuestionamientos sobre los cuales se produzcan otros discursos que, a su vez, puedan erigirse como pequeñas piezas estéticas. Pero indagar en el arte puede convertirse en un trabajo artístico, es decir, hay una voluntad estética en la apreciación del arte para que la obra y el conglomerado a su alrededor no decaigan en su calidad, para que la belleza se ‘capilarice’ y llegue, de una u otra forma, a todos quienes estén dispuestos a recibirla y ponderarla.
¿Hombres y mujeres perciben de forma distinta? Hombres, mujeres, niños, ella, él, aquel, aquella. La percepción es subjetiva e inherente a cada ser humano, entonces, las apreciaciones serán múltiples y variadas, tanto como el pensamiento. Así, todas aquellas expectativas y apreciaciones, en conjunto, nos ofrecen la riqueza de la diversidad.