Editorial
La potencia creativa que se reaviva en esta orilla del océano
Después del boom literario que se dio en Latinoamérica en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, algunos pensaron que la literatura, las artes, en general, en nuestro continente, tendrían un bajón, un decaimiento.
Hoy sabemos que ese panorama no se ha cumplido.
De sur a norte, se han desarrollado varias corrientes literarias, propuestas estéticas. El periodismo ha tenido un repunte, sobre todo en el género de la crónica. El mundo cultural, el pensamiento, ha seguido su desarrollo y ha crecido. Por supuesto, ese desarrollo y repunte tienen sólidas bases. La tradición artística en el continente data de hace mucho.
Sin entrar en teorías americanistas o localismos absurdos, hay que reconocer que en nuestro continente el panorama cultural se ha diversificado. Sin perder sus raíces, el contacto con la tradición de cada país, el pensamiento explora temas e inquietudes universales. Y es que la globalización no solo debe asociarse a la expansión de los problemas, sino también al desarrollo del pensamiento, crítico, real, con argumentos.
Es así que en América contamos hoy con exponentes de la literatura, el arte, la cultura, personajes que han aportado al imaginario colectivo, al debate, al deleite estético, a la renovación y generación de nuevas ideas. Más importante aún, esta explosión de ideas, estos aportes, no se concentran en un solo país, sino que se extienden a lo largo del continente.
La capilaridad del pensamiento es fundamental, sobre todo en estos días oscuros en que el mundo sufre atentados, irrespetos, violencia.
El intelecto ha de oponerse a la barbarie.
Y quizá, desde este que alguna vez fue llamado el Nuevo Mundo, surja una esperanza de renovación de los paradigmas, de las expresiones, de aquello, aún no completamente definible, que nos convierte en seres humanos.