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El Telégrafo

¿La cultura también puede ser entendida como entretenimiento?

¿La cultura también puede ser entendida como entretenimiento?
04 de agosto de 2014 - 00:00

El Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa sentenció hace algún tiempo, a propósito de su libro La civilización del espectáculo,  que “sería una tragedia que la cultura acabe en puro entretenimiento”. Y lo decía con cierta desesperanza, a pesar de que en todas las entrevistas que dio trataba de mostrarse optimista. ¿Qué criticaba el escritor peruano del entorno cultural actual? Pues decía que se le había banalizado, que la frivolidad imperaba en todas sus manifestaciones, que el erotismo perdía terreno mientras que la pornografía ganaba más adeptos, que la posmodernidad era un experimento que nunca tuvo ni pies ni cabeza, que el periodismo se hacía más simplista y amarillista, y que todo esto provocaba que en la civilización del espectáculo el cómico sea el rey.

“Yo creo que sería una tragedia que justamente en una época en que hay un progreso tecnológico, científico, material extraordinario, al mismo tiempo, la cultura vaya a convertirse en un puro entretenimiento, en algo superficial, dejando un vacío que nada puede llenar, porque nada puede reemplazar a la cultura en dar un sentido más profundo, trascendente, espiritual a la vida”, decía Vargas Llosa. Pero, ¿qué tipo de cultura es la que entiende el autor para afirmar que cada día se vuelve más frívola? ¿es equívoco pensar en la cultura como una forma de entretenimiento? ¿no hay en sus palabras un sentido purista, académico y de clase sobre cómo debería ser la cultura, hasta el punto de llegar afirmar cosas como que “hoy en día hablar de cocina y hablar de la moda, es mucho más importante que hablar de filosofía o hablar de música”?

Plantearse un deber ser de la cultura resulta, de entrada, un error. Pues si ese fuera el caso, manifestaciones que provengan de la cultura pop, la comunitaria o de la misma pornografía, que tienen sus dinámicas particulares de desarrollo, no cabrían el discurso del nobel literario y se las encasillaría de banales. En definitiva, a una persona no le hace más cultura ir a la ópera que ir al Lollapalooza, o elegir ver Tranformers que un filme de autor.  La única profundidad que pueden tener las cosas es la que nuestros ojos quieran darlos.  Y sí, la cultura también puede ser entretenida, que no es lo mismo que mantenernos anestesiados con la diversión.

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