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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo

Editorial

Entre conjuras y dichos, el mundo transcurre

El epígrafe de la novela La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, reza así: “Cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede reconocérsele por este signo: todos los necios se conjuran contra él”. La frase es de Jonathan Swift. Por supuesto, con ese epígrafe, Kennedy Toole quería comenzar una burla gigantesca, dar un giro irónico a todo lo que vendría después.

Y sin embargo, por algún motivo previo fue que Swift dijo esto sobre los genios y los  necios, seguramente por la tendencia de algunos —aún manifiesta, aún después de siglos— a menoscabar aquello que se levanta por encima de la mediocridad. Una tendencia que se ha repetido a través de las épocas.

Es conocida la anécdota de que Vincent van Gogh pudo vender un cuadro solo después de que murió, gracias al tesón de tu hermano Theo. Y así, muchas son las historias de gente de valía que ha sido despreciada por su propio medio. Es extraño, pero no sabemos apreciar algo hasta que lo perdemos, incluso si este es un talento descollante.

Para no seguir con esta tradición, desde las instituciones habría que aplicar políticas públicas que amparasen, de cierta forma, a artistas,  creadores, para que sus propuestas —que claramente sean concretas y reales— no se queden proyectos o sueños. El reconocimiento y los homenajes —sin que devengan envanecimiento y la consiguiente pobreza de propuestas— deberían darse en vida del autor, como un colofón a su trayectoria, una forma de agradecimiento por compartir su talento.

Claro está, en un medio donde la información fluye sin cesar, donde las  propuestas son múltiples e inmediatas —no siempre de calidad— es a veces difícil separar “el grano de la paja”,  las propuestas reales, consistentes, de los caprichos o exabruptos momentáneos productos de efervescencias y tendencias juveniles —o que aparentan serlo.

Es necesario, pues, hacer una diferenciación entre arte, propuestas y aquello que no sobrevivirá al tiempo, aquello que podría tomarse con una humorada. Pues de necios también es prestarles demasiada atención a otros necios, sin darle atención a lo realmente importante.

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