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El Telégrafo

¿El cine solo como espectáculo?

¿El cine solo como espectáculo?
30 de marzo de 2015 - 00:00

Es inevitable: estamos dominados por la imagen. Y ahora mucho más por el cine (de todo tipo y de una variedad de temáticas, géneros, miradas y conceptos). En ese contexto, ocurren cada año festivales y hay un sinnúmero de premios. El más mercantil y hegemónico es el Óscar, que Hollywood se encarga de globalizar.

Desde donde se vea, la entrega de estos premios se ha convertido en un hito político y de la farándula que marca al resto de mundo y con ese peso define, algunas veces, las producciones del año siguiente. Incluso en los momentos más duros de la llamada Guerra Fría, los países del bloque socialista miraban al Óscar para medir su propio trabajo. Y viceversa, sin duda. Entonces, había debates y reflexiones marcadas más por el ideologismo de cada producción antes que por la calidad misma de las obras.

Ahora bien, Hollywood no es un bloque compacto de ideas o conceptos. Al contrario, su ‘grandeza’ se asienta en la diversidad de ofertas pero todas alrededor de una misma matriz ‘ideológica’. Lo mismo podríamos decir para el llamado cine independiente. El diálogo entre estos dos ‘bloques’ quizá enriquece mucho más de lo que se piensa a cada uno de los dos polos. Ese diálogo ha permitido una confluencia de sentidos sobre la realización misma del cine, sus técnicas y avances en formatos y especializaciones.

¿Dónde está el ‘Óscar’ para el cine independiente? ¿De qué referencias cinematográficas se pueden alimentar las nuevas generaciones si lo predominante es la propuesta de Hollywood y su aparato propagandístico y comercial?

Por ahora habrá que recurrir a las mismas discusiones de los años setenta para afrontar los retos permanentes de un nuevo cine, implementar otras miradas de la realidad, pero sobre todo, aplicar otros lenguajes para entender los procesos de transformación que vive todo el planeta. Y esos lenguajes no necesariamente son un artilugio o una buena técnica para producir mejores películas: son ante todo modos de mirar el mundo, explicaciones conceptuales y filosóficas de lo que sentimos y queremos de la realidad. Todo ello sin desconocer, por supuesto, que el cine es un espectáculo en sí mismo, en el mejor sentido de la palabra.

El cine, como dicen algunos, entró en su verdadera etapa de nacimiento y tiene mucho por explorar y recorrer. Pero a eso hay que darle sentido y diversidad, pluralidad y multiplicidad de voces. Si no podemos gozar de su rentismo, industrialismo y comercialismo sin mayor reflexión. ¿Ese solo cine en nacimiento (y ya lleva años) es el que deseamos disfrutar para entendernos?

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