El Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) entregó más de $ 11 millones en bonos de alimentación, acogida y alquiler a los damnificados de las provincias de Esmeraldas y Manabí afectados por el terremoto del pasado 16 de abril. A seis meses de ese episodio, la ministra Lídice Larrea -quien asumió este despacho precisamente tras la tragedia- conversó con diario EL TELÉGRAFO. Larrea, oriunda de Calceta (Manabí), contó que esos fondos fueron entregados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA). ¿Cuántas familias se han beneficiado con esos bonos? Hemos entregado, hasta la actualidad, 20.000 bonos, entre acogida y alimentación; y 2.000 de alquiler. Adicionalmente se distribuyeron 19.000 en el sector rural,  por lo que se atendió a cerca de 42.000 familias en las dos provincias. La primera solución para atender la carencia de viviendas fueron los refugios. ¿Cuántas personas existen en esos espacios? En las provincias de Manabí y Esmeraldas se establecieron 214 refugios, todos tenían un código de convivencia para poner orden ya que al inicio residían miles de personas. Hoy más de 125 fueron cerraron y solo quedan 80. La mayoría de habitantes se benefició de los bonos que entregamos. ¿Cuántos albergues quedan en la actualidad? Hasta el momento hay 24 albergues (17 en Manabí y siete en Esmeraldas). Ellos se encuentran 1.794 familias (7.000 personas). Cerca de 700 familias recibieron ayuda del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda y cruzamos información con esta Cartera de Estado para darles soluciones habitacionales definitivas. Pensamos cerrar cuatro albergues (uno en Manabí y tres en Esmeraldas) porque hay pocas familias. El objetivo es poco a poco cerrarlos, pero sin abandonar a las personas. Los albergues funcionarán mientras se necesiten, no hay un tiempo para clausurarlos por completo. ¿Por qué la gente sigue en los albergues? Muchos están ahí porque han solicitado ayuda para tener casa propia. Todos están registrados para que se les pueda entregar en el futuro una solución habitacional definitiva, pero si no la tenemos (porque demandará tiempo) podemos darles los bonos de alquiler durante seis meses, que es un tiempo razonable que permite a una familia retomar  su vida. Estamos planificando que las familias refugiadas en los albergues con poca población sean transferidas y reciban los bonos de alquiler y esta ayuda económica. Los albergues son espacios susceptibles de problemas. ¿Se han presentado situaciones de violencia contra los menores o  trata de personas? Trabajamos con técnicos, educadores y Policía Nacional. Sin embargo, se registraron inconvenientes que fueron denunciados y les hacemos un seguimiento. Además, los responsables fueron separados de los albergues. Hay cosas que ocurren dentro de las familias y tratamos de solventar esas situaciones generando espacios para que no haya estos inconvenientes. También brindamos atención sicológica y social a niños, jóvenes y adultos mayores. Esos son los inconvenientes de vivir dentro de un albergue luego de una tragedia. Es difícil decir que todo es color de rosa. Tratamos de mantener orden y que cumplan las reglas que se establecieron para una convivencia armónica y se pidió la corresponsabilidad de las familias, porque sin ellas no podemos hacer nada. Ellos son los primeros que deben cuidar de sus integrantes y apoyarse en el Gobierno Nacional -a través de los ministerios-. ¿Cómo está la situación de los niños y adolescentes que perdieron a sus padres? Quedaron 93 chicos huérfanos (que tienen hasta 17 años), pero no están abandonados; ellos cuentan con algún referente familiar con el que hasta el momento viven. Ningún niño ha quedado en la calle. Hay uno o dos casos particulares que están con vecinos cercanos, incluso sus propios padres habían señalado que de ocurrirles algo dejen a sus hijos con esas personas. Todos los niños y las familias que los acogen reciben ayuda sicológica. Además, como MIES, damos una respuesta a largo plazo y brindamos una vida estable. ¿Estas familias recibirán alguna ayuda adicional? El Ministerio solicitará un informe social para saber cuál es el estado de estos niños y lo que requerirían en el futuro. Las familias han recibido kits de vivienda, es decir, alimentos y vituallas, que es lo que  podemos entregar. Ahora entendemos que la ayuda para ellos debe ser mayor en temas de educación, salud y vivienda, y eso se planificará con las autoridades correspondientes.¿La población infantil ha logrado sobreponerse al desastre natural y seguir su vida? Los niños tienen una actitud diferente ahora. Sonríen y juegan. Ellos muchas veces no entienden la magnitud de lo que vivieron, pero hay niños que preguntan: ‘¿Usted sabe qué le pasó a mi mamá?’ o ‘¿Qué le ocurrió a mi papá?’ o ‘¿Cuándo van a regresar?’. Tienen algunas interrogantes, pero son niños que reciben una buena alimentación, asistencia en salud y seguridad, que tienen espacios que hemos querido convertirlos en lo más cercano a su hogar. Ellos se sienten complacidos, te invitan al albergue como si fuera su casa, pero entendemos que una carpa no es un hogar. ¿Es la vivienda un aspecto fundamental para mejorar la situación de las familias que aún están en albergues? El estado de ánimo de las familias   mejoró, pero es indudable que sería total cuando vuelvan a sus actividades, porque no es lo mismo tener la independencia e intimidad de un hogar; y que no lo pueden tener en la carpa. Nosotros dimos una respuesta inmediata. Se reactivaron muchos emprendedores, se crearon líneas de crédito, bonos de reparación de viviendas, se  hacen reasentamientos y ha sido una respuesta pronta, que se la pudo dar por la organización que tuvimos, de lo contrario no hubiésemos logrado esta recuperación. Ecuador es sede de Hábitat III, una opción para pensar en nuevas ciudades. ¿Cuál es su visión? El encuentro Hábitat es una de las conferencias más importantes que podemos tener en el país para construir ciudades acogedoras y espacios verdes que  los ciudadanos demandan. Espero que todos los alcaldes pongan en marcha lo que se diga, pero sobre todo los de las provincias de Manabí y Esmeraldas, que son ciudades que deben reconstruirse sin repetir los mismos errores. Las ciudades deben ser vivibles, inclusivas e incluyentes, donde la familia se sienta segura. Desde el MIES emitiremos dos ponencias sobre inclusión económica y el aspecto social. (I)