Inician su jornada en la madrugada y la extienden hasta pasado el mediodía. Recorren las calles con víveres y productos de primera necesidad y han convertido sus camionetas o automóviles en despensas rodantes.

Son ciudadanos que, ante la falta de trabajo a causa de la emergencia sanitaria, han visto en esta modalidad una forma de llevar el sustento familiar y a la vez facilitan el  abastecimiento de víveres.

Esta práctica se ha hecho habitual en los últimos dos meses; sus vehículos, a manera de tiendas móviles, ofrecen legumbres, frutas y hasta mariscos, inclusive.

Ronny Peña es uno de ellos. Él comenta que a mediados de marzo se le ocurrió utilizar su camioneta para ofrecer estos productos en el sur de Guayaquil. La idea surgió en marzo, cuando el papá de un amigo suyo le pidió de favor que le comprara víveres en el mercado, ante el temor de que el covid-19 lo afectara.

“Desde la primera ocasión me fui al mercado de Montebello (mercado de Montebellonoroeste de Guayaquil) a comprar tomates, cebollas, pimientos y limones. Al dejar los productos y a la vez aprovechar para abastecer mi hogar, otros vecinos me pidieron el mismo favor para otro día”, comenta.

Desde entonces hizo de esta acción una práctica habitual; junto con su esposa y dos amigos se dedican a esta actividad, que les ha servido como sustento para sus familias. Compran por la medianoche en el mercado, llenan la camioneta con toda clase de legumbres y frutas, llegan a la casa a lavar los productos y clasificarlos y desde las 08:30 inician su recorrido.

“Al principio vendía por pedido previo, pero ahora recorro las calles con mi camioneta como si fuera una tienda”, sostiene.

Esta iniciativa les ha servido, sobre todo a las personas de la tercera edad que por temor al contagio del coronavirus, no acuden a comisariatos o tiendas.

De esta forma llega más fácil a los hogares, pues uno de sus amigos primero oferta por la calle lo que tienen y metros atrás con el vehículo recorre las calles del sector sur, principalmente.

Lo mismo hace Alexander Vélez, quien se quedó sin trabajo, incluso desde antes que comenzara la emergencia sanitaria. Esta iniciativa la tomó a fines de marzo, de similar manera que Peña, por un favor que le solicitó un vecino de hacerle compras en el mercado, por la facilidad de movilizarse en su camioneta.

A él le ayudan su hijo y otras dos personas, con quienes recorre el suroeste de la  urbe con variedades de legumbres.

“Convertí mi carro en una tienda ambulante”, asegura, aunque reconoce que es un trabajo que demanda esfuerzo por las horas que dedica (desde la madrugada en que se abastece, hasta las 15:00 casi todos los días. (I)