Casas hechas con llantas, plástico y cartón, son una opción para los damnificados que perdieron sus viviendas en el terremoto
Técnicos plantean reconstruir Pedernales con la mano de obra de la comunidad
En medio de las edificaciones derrocadas en Pedernales, que colapsaron por el terremoto de 7.8 grados en escala de Richter, el pasado 16 de abril, surgen nuevas ideas de cómo levantar la ciudad.
Según Gonzalo Cordero, vocero del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, se derrocaron 24 estructuras que mostraban graves daños en sus fachadas, áreas interiores y su estabilidad física estaba comprometida, por lo que representaban un peligro para los ciudadanos. El sábado recibió la orden de derrumbar 60 estructuras más.
Cordero explica que en la ciudad se calcula que había más de 14.300 predios, de los cuales el 60% estaba construido y el resto permanecía como lotes.
Según Néstor Alcívar, alcalde de Pedernales, 2.500 viviendas fueron afectadas por el terremoto, en cuanto a hoteles, de los 35 que hay, 23 colapsaron y los restantes se derrocaron.
En medio de la incertidumbre de la población sobre qué hacer para levantar nuevamente sus edificaciones, Juan Olivera, bioconstructor uruguayo, llegó al lugar con una propuesta poco común.
Pertenece a Earth Ship Ecuador, una organización que promueve casas elaboradas con materiales naturales y reciclados. En su portal web menciona que estas edificaciones son construidas con recursos locales disponibles, como barro, madera, agua, etc.; y los muros internos son hechos en estructuras de panel de latas recicladas, todo se une con estuco o barro.
Cristian Vallejo, uno de los miembros de la empresa, manifiesta que este sistema de viviendas se basa en la bioconstrucción que es gratuita porque utiliza deshechos, como llantas, botellas de vidrio y plástico, latas, plástico y cartón. Además, la idea es levantar estas construcciones con la ayuda de la comunidad, para que la mano de obra no cueste.
“Hemos venido a enseñarles a pescar, no a darles el pescado”, dice Vallejo, quien agrega que los damnificados no deben esperar que las autoridades les entreguen casas, sino que deben organizarse y hacer sus propias viviendas, ayudándose entre todos.
El sistema es sencillo, en un terreno regular, se cavan unos caminos donde se entierran las primeras llantas, estas deben estar envueltas en plástico y cartón para después rellenarlas con tierra. Se coloca una llanta sobre otra entrelazándolas como si fueran bloques de cemento, se las rellena de tierra hasta que queden compactadas y firmes.
Junto a las llantas, que fueron enterradas en las bases, se colocan unos tubos que funcionan como ventilación. Además, la vivienda cuenta con unos canteros esterilizados que se encargarán de recuperar el agua del lavabo, de la ducha y de la cocina, que se inyectará en la cisterna del baño y después irá a la cámara séptica. Ahí el agua se filtrará y eliminará los residuos para usarse como riego.
En cuanto al techo suelen utilizar un plástico similar al zinc, mientras que la puerta puede ser una de madera. Levantadas las paredes, hay que enlucirlas colocando previamente botellas de plástico o latas en los huecos.
De acuerdo a Olivera, estas construcciones son sismorresistentes, son viviendas básicas pero duraderas. Se podrían levantar más plantas pero de forma escalonada.
Lizardo Suárez, miembro de la organización, dice que de las donaciones se han formado extensos basureros de latas y botellas plásticas. Es así que este sistema es una solución a este problema ambiental, comenta. “Lo que se hace es transformar la llanta, que es un material de la basura, en un material de construcción”, comenta Juan Olivera.
Dice que en Uruguay ya levantaron una escuela con este sistema, no usaron tierra, sino arena de construcción. La institución de 200 metros cuadrados acoge a 150 niños y cuenta con 4 salones y 2 baños. Empezó a funcionar en abril y no ha presentado ningún inconveniente.
Según Olivera, construir una casa con este tipo de sistema es rápido, todo depende de cuántos quieran colaborar. Es así que llegó hasta Pedernales para enseñar a los damnificados cómo pueden levantar sus nuevas viviendas de una manera rápida, fácil y económica. Construirá una casa con este sistema e invita a los habitantes para que participen del proceso, aprendan y apliquen en sus hogares.
En esta edificación, ubicada en el sector conocido como Arrastraderito, en la vía a Cojimíes, se utilizará alrededor de 350 llantas y será terminada aproximadamente en 10 días. Además, se usarán cerca de 3.000 quintales de plástico donados de Suiza. Esta sería la primera edificación construida con este sistema en Ecuador.
Según Vallejo, esta iniciativa es una ayuda comunitaria para que los afectados no se endeuden y que estas casas duran más de 150 años. Asegura que este tipo de construcciones ya se ha realizado en Haití, Nepal y en la India.
Sin embargo, para Freddy Paredes, director de la Facultad de Ingeniería Civil de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, las bioconstrucciones deben ser consideradas solo con carácter urgente hasta que se edifique una casa sismorresistente. Explica que la sismorresistencia de una construcción se la garantiza con el hormigón armado, el acero estructural o con estructura metálica.
“Otros procesos constructivos son paliativos para suplir una emergencia, pero no se los puede considerar de ninguna manera como sismorresistentes porque para que lo sean deben cumplir varias especificaciones”, comenta Paredes.
Insiste en que las bioconstrucciones son estructuras provisionales que podrían ser utilizadas por unos años, tal vez 5 años, hasta que se construyan casas sólidas que cumplan los códigos de construcción. Las estructuras de hormigón que se caen en un sismo es porque no cumplieron justamente estos códigos, “mucho menos podríamos esperar de casas cuyos materiales no cumplen con esas especificaciones”.
Sin embargo, varios moradores de Pedernales, quienes ya se acercan a averiguar sobre las bioconstrucciones, dicen que podría ser una buena solución a sus problemas de vivienda. (I)
Los bioconstructores buscan que las personas aprendan a levantar su propia casa con los materiales que encuentran a su alrededor. Foto: Mario Egas / El Telégrafo