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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Solidaridad y trabajo son parte de la cotidianidad en Cuenca y Quito

Los trabajadores de la EMAC de Cuenca laboran en diferentes horarios limpiando y recogiendo los desperdicios de las calles.
Los trabajadores de la EMAC de Cuenca laboran en diferentes horarios limpiando y recogiendo los desperdicios de las calles.
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Pese al temor de ser contagiados por el covid-19, trabajadores de Quito y Cuenca siguen en sus tareas diarias de limpieza, control de mercados, operativos vehiculares y trabajos en hospitales.

Galo Coronel antes de salir a su labor se persigna y eleva una oración a Dios. Él pide no infectarse y que su familia tenga qué comer.

El hombre trabaja en el sector de la ciudadela Los Trigales Altos y Bajos, sureste de Cuenca. Su turno comienza a las 15:00 y finaliza a las 23:00. Recorre las calles limpiando pues es trabajador de la Empresa de Aseo de Cuenca (EMAC).

“Solo confío en Dios, Él es quien me protege”, indica el hombre que tiene una niña de 8 años de edad. “La gente se porta bien conmigo en la calle”, señala. Muchos le regalan alimentos para que pueda llevar a casa, mientras otros le ofrecen algo de comer o de beber durante el trayecto.

“Somos pocos los que andamos en las vías, a veces da  miedo en la noche porque al haber toque de queda las calles son silenciosas”, comenta el hombre, quien al regreso a su hogar -a la medianoche- lo primero que hace es quitarse la ropa, desinfectarla y si es posible, lavarla.

Lo mismo sucede con  Carmen, aunque ella prefiere guardar su apellido. Señala que su trabajo ahora comienza a las 07:00 y finaliza a las 15:00. Tiene que limpiar varias avenidas en la parte oeste de la ciudad. Ella pide que la ayuden con guantes y mascarillas para protegerse del virus.

“Solo le pido a Dios que nos cuide y proteja a mis hijos”, explica la mujer que luego de su desayuno toma sus herramientas de trabajo y emprende la limpieza.

“Hay personas muy conscientes que no ensucian mucho sus sectores, pero hay otras que nos les interesa vivir bien, aunque la solidaridad sí existe en los ciudadanos”, acota.

En Cuenca se recoge diariamente alrededor de 450 toneladas de desperdicios, las cuales son depositadas en el  relleno sanitario de Pichacay, en las afueras de Cuenca.

Trabajadores de la salud apoyan en las labores

Una situación parecida sucede con los trabajadores de la salud, que están muy cerca de los contagiados con el covid-19.

“Ellos son nuestros héroes”, indica Marcela Arpi, quien vio de cerca el trabajo que realizan en el hospital regional Vicente Corral Moscoso de Cuenca.

Según el dirigente Stalin Endara, secretario del Sindicato de Trabajadores de la Salud en Azuay, el riesgo es permanente pero deben trabajar en beneficio de los demás; por ello pide que se les dote de un albergue para no ir a la casa. “Somos potenciales transmisores del virus”, manifiesta el dirigente. (I)

Un túnel de desinfección es el "compañero" de los agentes
Miguel Villavicencio trabaja hace nueve años en la Agencia Metropolitana de Control (AMC). Antes de salir a cumplir con su trabajo -como todos los días- se encomienda a Dios, solo que ahora hace un pedido adicional: “no llevar el virus al hogar”. Su horario no es fijo y depende de los operativos de control, en ocasiones debe trabajar hasta 16 horas diarias.

Desde el inicio de la emergencia, él y sus compañeros pasan por un túnel de desinfección al terminar la jornada. A sus colegas les dice que arrimen el hombro para salir adelante. A los habitantes de Quito, que colaboren y cumplan con las normas dadas por las autoridades. Si deben abastecerse, háganlo de manera ordenada, que tan solo un miembro de la familia salga de casa. (I)

12 horas intensas para ordenar el tránsito en Quito
Para Jorge Maldonado, miembro de la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT), la mayor preocupación cuando sale a trabajar no es tanto un contagio, sino llevar el virus a casa y contaminar a su esposa Natalia y sus dos hijos pequeños, de 7 años y de poco más de año y medio.

Su rutina cambió por completo desde que se inició la emergencia sanitaria. Ahora trabaja turnos de 12 horas, cada dos días. Cada vez que llega de trabajar, antes de abrazarles, se toma 25 minutos para una rutina de desinfección, con la que espera mantener a salvo a su familia. Sin embargo ve, de alguna manera, recompensado ese esfuerzo con un cambio en la ciudadanía que ahora valora su trabajo. (I)

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