Terremoto en Ecuador 100 días
"Sigo luchando para sobrevivir con mi familia"
Mónica Saltos Zambrano
Edad: 43 años. Tiempo bajo escombros: 15 minutos. Labor antes del 16A: Asistía a una adulta mayor. Domicilio: barrio 4 de Noviembre, casa alquilada. Hijos: 6. Meta: Seguir con la gestión para que el Gobierno Nacional la apoye con la dotación de una vivienda.
En una hamaca -sostenida entre dos árboles del sector 4 de Noviembre de Manta- descansa Mónica Saltos. En ese lugar permaneció hasta la semana pasada con su familia, donde a raíz del terremoto improvisaron un pequeño refugio. Ahora están al frente, alquilando la vivienda de un vecino, porque una de sus hijas se enfermó por estar a la intemperie.
Hace 100 días Mónica perdió la casa donde habitaba junto a sus hijos y esposo. La propiedad y dos viviendas contiguas se desplomaron con el sismo.
Aquella noche Mónica visitaba a una de sus vecinas, en compañía de su hija, con discapacidad, de 13 años, y dos niños de una amiga. La casa de su amiga, Olga Zambrano, se derrumbó con el terremoto y ella falleció horas después en una casa de salud.
No puede recordar ese instante sin entristecerse, sin volver a sentir el miedo que vivió en los 42 segundos que tembló la tierra. Ella también quedó aplastada entre los escombros por más de 10 minutos, hasta que su hijo menor, Fabricio, logró rescatarla. Sin medir el peligro al que se exponía pudo sacar a todos los que se encontraban en el lugar.
Actualmente Mónica lucha para sobrevivir con su familia. Desde la hamaca contempla el terreno donde se levantaban las tres viviendas. Ya no percibe los $ 60 que le daba doña Olga por ayudarla.
Con ese dinero apoyaba a su esposo en los gastos del hogar, y ahora cuida al hijo de su amiga, quien es discapacitado. “Yo tengo que salir adelante por mis hijos. Un amigo me está apoyando, lavo su ropa los viernes y me reconoce un monto que sirve para comprar los alimentos”.
Confía en que conseguirá un empleo estable: “Dios me dejó para seguir adelante, dándole apoyo a la gente”.
Mónica quiere hacer realidad el sueño de su hija Belén, que tiene 52% de discapacidad, de recuperar su casa. “No tenemos un terreno porque la vivienda era de mis suegros”, se lamenta.