Ayer se entregaron 2.500 kits de alimentos a las personas más afectadas de la zona, destruida un 70% por el terremoto
Rogelio Zambrano pasó de pescador a héroe
A partir de las 18:58 del 16 de abril de 2016, Rogelio Zambrano, de 34 años, se convirtió para sus familiares en un héroe de carne y hueso: los ayudó a salir de la casa que se desplomó por el terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter que los sorprendió cuando merendaban.
A esa hora, con sus 2 hijos, esposa y cuñada, estaban sentados a la mesa. De repente -narran él y sus parientes- empezó a moverse la tierra y lo único que atinaron fue a abrazarse entre todos fuerte. En medio del susto formaron una especie de cadena para salir. Sin embargo, un palo grande que cayó del techo delante de la puerta y las paredes de atrás que se desmoronaban impidieron su objetivo.
La distancia hasta la puerta desde donde estaban era menos de un metro, pero el movimiento ondulante del suelo hizo que pareciera que estaba lejos, según Rogelio.
Sobreponiéndose al miedo, Rogelio avanzó y con todas sus fuerzas empujó la madera caída; en cuestión de segundos y tras retirar los obstáculos que hallaba a su paso logró que todos salieran al patio. “El susto fue tremendo, no podía creer lo que estábamos viviendo, fueron solo unos segundos”, contó este héroe, quien más que por su vida temía por las de sus familiares.
La casa en la que residía hace 23 años resultó afectada. Repuesto del susto, Rogelio “rescató” esta vez las camas, las colocó en el patio y puso de techo unos plásticos, allí pernoctan.
Su familia, a pesar de la desgracia, sigue unida, nadie resultó herido y ahora solo piensa en volver a reconstruir la vivienda.
Conforme transcurren los días, la familia que se dedica a la pesca trata de superar la crisis: “Hace falta comida, pero ya vendrá la ayuda. Somos pescadores, así que apenas autoricen queremos salir a faenar”.
Familiares de Rogelio Zambrano arreglan las camas en el patio de la casa donde pasan la noche, mientras sacan el material que derrumbó el terremoto. Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
Los testimonios son variados
Aunque han pasado más de 4 días desde el terremoto, Evelyn Saldarriaga, de 21 años, recuerda cómo quedó atrapada en el cuarto donde estaba con su hija de apenas un año, luego del evento natural: “primero hubo un temblor suave que no le di importancia, después vino lo fuerte”.
Evelyn, que reside en las afueras de Pedernales, contó que hubo un ruido extraño que la “empujó” de la cama con su bebé en brazos, a quien alimentaba. El piso se movía y perdió el equilibrio, “en un pestañeo la pared del dormitorio me cayó a los pies”.
Mareada, Evelyn cargó a su niña y llegó al patio. Angustiada llamó a su marido, pero él ya estaba atrás de ella luego de que salvara a su madre y hermana.
Dijo que ella, su familia y los vecinos creyeron que con el sacudón ya todo pasaría, pero no fue así. Recordó que se fue la luz y en la oscuridad alguien gritó: “se viene un tsunami” (olas gigantes). Otra vez las personas corrieron con dirección a las lomas cercanas. Una hora después bajaron a su casa y entonces constataron que estaba sin paredes: “Recién notamos las consecuencias del terremoto”.
Al día siguiente fue a abrir la gasolinera en la que trabaja hace un año: “Tenemos que seguir trabajando, ahora más que nunca”, dijo esta joven, quien al igual que Rogelio y otros habitantes, da gracias a Dios por no ser parte de la lista de 553 muertos a escala nacional a consecuencia del terremoto, 163 desaparecidos y 5.733 heridos.
Lo que ahora esperan es que el Gobierno, la empresa privada y la ayuda internacional los ayuden a reactivar la economía y las fuentes de empleo para continuar con el objetivo de hacer de Pedernales un cantón turístico. (I)
DATOS
Hasta el martes, en Pedernales se contabilizaron 165 fallecidos. Fueron atendidas 1.904 personas, 384 las trasladaron a casas asistenciales de El Carmen, Santo Domingo y Quito.
El Ministerio Coordinador de Sectores Estratégicos (Micse) informó que el 74% de Manabí ya tiene servicio eléctrico y en el resto de las zonas afectadas se habilitará el fluido paulatinamente. No hay problemas en ninguna de las hidroeléctricas y operan normalmente.
De las 97 gasolineras que hay en Manabí, 91 despachan combustibles normalmente. Está garantizado el abastecimiento de las estaciones de servicio del país.
También se logró energizar las plantas de agua de La Estancilla en Bahía de Caráquez, Cuatro Esquinas de Portoviejo y Colorado en Manta.
En Pedernales, según información de la Secretaría de Riesgos, hay 19 hoteles colapsados y otros 4 con afectaciones parciales. En total empleaban a 91 personas en diversas áreas.
Desde el estadio de Pedernales, donde funciona la base de operaciones, canalizan el envío de vituallas a 5 albergues habilitados por el MIES. Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
El turismo y la industria camaronera eran el eje productivo en Pedernales
Antes del terremoto de 7,8 grados en escala de Richter, las principales autoridades de Pedernales tenían un objetivo: “Posicionar al cantón como un destino turístico competitivo a nivel nacional e internacional”. Sin embargo, el el 100% de la estructura hotelera del cantón manabita está destruida.
Pedernales tenía una población de alrededor de 56.000 habitantes, que se dedicaban especialmente al turismo y la industria camaronera, pero también al comercio, ganadería y agricultura.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la actividad que generaba mayor ingreso en el cantón era el comercio (56,4%): con el 42,9% del personal ocupado en esta área y había 1.000 establecimientos que generaban un ingreso de $ 85 millones anualmente.
No obstante, esto cambió: la industria turística se incrementó por las vías construidas en estos años y el desarrollo de la infraestructura hotelera. Esto motivó a los quiteños a escoger como punto turístico cercano (3 horas de viaje) la playa de Pedernales: punta de Los Frailes en la Chorrera, la Cascada de Chindul y el Corredor de Palmeras en la vía a Cojimíes.
El alcalde de Pedernales, Gabriel Alcívar, no se atreve a dar una cifra de pérdidas tras el sismo: Explicó que otro sector que daba vigor económico era la industria camaronera, pero ahora “también está totalmente destruida”.
El terremoto del pasado 16 de abril habría afectado cerca de 18.000 hectáreas de piscinas de cría de camarón, ya que el fuerte sismo partió las paredes y las larvas salieron al mar.
Por el momento se diseña -según Alcívar- un plan de reconstrucción de la ciudad. La zona urbana comprendía 600 hectáreas que ocupaban alrededor de 8.100 viviendas. (I)