Un informe en el que se evidencia falta de tratamiento de lixiviados en las piscinas del relleno de El Inga, llamó la atención sobre el estado del espacio y los riesgos si no se toman acciones emergentes y su futuro.

El relleno sanitario capitalino inició sus operaciones en 2003 y, gracias a una última repotenciación en 2018 se tenía previsto extender su vida útil hasta 2021.

El concejal Juan Manuel Carrión, presidente de la Comisión de Ambiente del Municipio, explicó que el proceso emergente por la filtración de lixiviados, que implica encontrar un operador para el tratamiento de estos fluidos, debería estar listo en un máximo de 90 días.

Carrión agregó que inmediatamente “debe estar habilitado un nuevo cubeto, que sería el último y tendrá una vida útil de año y medio o dos, para que se pueda seguir utilizando el relleno El Inga, que ya tiene que entrar a un cierre técnico”.

A esto se suma -a criterio de Carrión- que la capital debe encaminarse a una dinámica diferente del tratamiento de los residuos sólidos. Por eso, al interior de la comisión se discute una ordenanza que propone un sistema diferente de recolección de los residuos sólidos mediante la separación y aprovechamiento -en la fuente- de los desechos.

Hasta cuatro años de vida
Xavier Sinche, actual gerente de la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs), dijo que, dentro de la proyección del relleno, se tienen que terminar de utilizar todas las zonas de aprovechamiento.

Aclaró que la emergencia actual se da porque no se lanzó el proceso con la debida anticipación, pero que eso no significa que se acabó la vida útil del mismo.

Calculó que este relleno llegará a su límite en aproximadamente cuatro años y que, con una planificación adecuada, hay que empezar a buscar el espacio para un nuevo vertedero. (I)

Lixiviados provocan grave contaminación al agua y aire
Los lixiviados son, en esencia, los fluidos resultantes de la descomposición de desechos sólidos, explicó la ingeniera ambiental Angélica Maya. Ella especificó que se trata de sustancias altamente contaminantes que pueden afectar las fuentes hídricas, robándole el oxígeno al agua, por sus demandas bioquímicas de este elemento.

Además por la presencia de teratógenos, componentes con la capacidad de cambiar el ADN y ARN, estos contaminantes pueden causar mutaciones.

Si este fluido llega a un río, puede matar la vida en el cauce y concentrarse en sedimentos; el suelo por donde pasa el lixiviado, en caso de filtración, también se contamina con los mismos agentes.

A esto hay que se sumar que su mal tratamiento también afecta al aire, ya que este provoca malos olores y gases como el metano, altamente inflamable, y que en grandes cantidades incluso puede provocar asfixia.

Maya insistió en que, si no hay un tratamiento oportuno de los lixiviados, pueden causar graves daños al ecosistema.(I)