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Nadie en Cachi sabía que jóvenes viajarían

En un cuarto de 5 por 8 metros la Funeraria Rodríguez decoró las capillas ardientes. Era la casa de Crucida Uzca, tía de los fallecidos, quien prestó su vivienda por ser más amplia y, por consiguiente, podía recibir a más gente.
En un cuarto de 5 por 8 metros la Funeraria Rodríguez decoró las capillas ardientes. Era la casa de Crucida Uzca, tía de los fallecidos, quien prestó su vivienda por ser más amplia y, por consiguiente, podía recibir a más gente.
Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
01 de marzo de 2018 - 00:00 - Redacción Ecuador Regional

En la comunidad de Cachi, del cantón El Tambo, en la provincia de Cañar, la tristeza era evidente entre los pocos habitantes que se dejaban ver.

La fría mañana (14 grados) acongojaba más a quienes conocían a los jóvenes Luis Manuel, de 17 años, y Marco Vinicio, de 15 años, quienes murieron el lunes pasado cuando intentaban viajar a Estados Unidos dentro del tren de aterrizaje de un avión de la aerolínea Latam con destino a Nueva York. Las casas de los fallecidos estaban vacías.

Los cuerpos de los dos adolescentes eran velados en el domicilio de Crucida Uzco, su tía, quien facilitó su vivienda, más amplia, para poder recibir a los vecinos y conocidos que llegaban al velorio.

Allí la funeraria Rodríguez adecuó un cuarto de 5 metros de largo por 6 de ancho.

Las flores llegaron de varias partes del cantón, mientras las fotos de los fallecidos ocupaban un sitio privilegiado en la capilla ardiente.

“Tan jovencitos mueren, que Dios les tenga en su gloria”, manifestó una de las vecinas de los chicos que llegó muy temprano para acompañar a los deudos.

Luego una anciana rezó una larga letanía al pie de los féretros, en quichua, lengua hablada por la mayoría de la población.

Al final la mujer, María Martina Guamán, de 80 años, se persignó y salió al patio, donde otras personas prendían fuego para preparar comida y brindarla a quienes llegaban.

Los padres de los fallecidos no estuvieron el miércoles 28 de febrero en la mañana en el velorio, “se fueron a realizar los trámites para el sepelio, que será este jueves 1 de marzo al mediodía”, dijo uno de los vecinos. En la vivienda nadie se descuidaba de atender a los que llegaban.

Amigos y vecinos de los jóvenes llegaban desde  distintas comunidades campesinas del cantón El Tambo para acompañar en el velatorio. Desde la carretera hasta la casa donde estaban los féretros había que caminar siete minutos.Amigos y vecinos de los jóvenes llegaban desde  distintas comunidades campesinas del cantón El Tambo para acompañar en el velatorio. Desde la carretera hasta la casa donde estaban los féretros había que caminar siete minutos. Foto: Fernando Machado / El Telégrafo

Familiares piden investigación
Ningún familiar se explica cómo los dos jóvenes llegaron al tren de aterrizaje del avión que tenía como destino Nueva York. “No sabemos, lo único que pedimos es que se haga una investigación porque ellos ni siquiera sabían lo que había al interior de un aeropuerto”, manifestó uno de ellos sin identificarse.

En tanto, José Guamán, tío de los infortunados, indicó que los chicos hasta el sábado anterior trabajaron en sus cultivos desherbando, (quitando el monte alrededor del maíz con una lampa), por lo que no entiende cómo ni por qué tomaron la decisión de arriesgarse.

“Ellos eran buenos chicos, trabajaron conmigo ese día, nunca dijeron que querían irse de viaje”, recordaba Guamán, mientras en lo alto de la colina esperaba a los visitantes que llegaban para acompañar en el velorio y dirigirlos hasta el lugar donde estaban expuestos los féretros.  

Mirian, menor de edad y hermana de uno los fallecidos, sostuvo mientras limpiaba el cuarto donde se velaban los jóvenes que su hermano jamás tuvo intenciones de viajar a Estados Unidos.

“Mi ñaño quería estudiar, estaba en segundo curso, pero nunca nos dijo que se iba”, señaló la joven cuyos ojos hinchados y rojos delataban que había llorado por la muerte de su hermano.

Luis Manuel tenía 15 años de edad, era uno de los 8 hijos de la familia Chimbo y estudiaba en el Colegio Nacional El Tambo, en octavo de básica.

Según sus compañeros, era chévere, con él jugaban todos los días, pero nunca les dijo que quería viajar a Estados Unidos. Según Mirian, de los siete hermanos que quedan dos radican en Nueva York, desde hace algún tiempo.

“Ellos se fueron en busca de trabajo y ya no regresaron”. Mientras que Marco Vinicio tenía 17 años y deja una niña. El fallecido tenía cinco hermanos más.

Antes de su viaje a Guayaquil buscó trabajo cerca de su casa, donde se construye un reservorio. “Vinieron para acá, pero les dijimos que debían ser mayores de edad”, comentaron los obreros que hasta este miércoles 28 de febrero seguían en sus labores para dejar listo el proyecto destinado al regadío.

En un costado de la vivienda estaba César Choglio, quien casi no había dormido. Él acompañó a los familiares desde la ciudad de Guayaquil hasta la comunidad de Cachi, junto a los dos cadáveres. “Dos ambulancias nos ayudaron a traer los cuerpos, que llegaron la madrugada del miércoles a este sitio”, dijo.

El hombre relató que fueron momentos de mucho dolor para la familia. En la parte de atrás de la vivienda, ocho personas habían matado una vaca para alimentar a los visitantes.

Cachi es una población que no tiene más de 15 casas, un lugar en el que solo se reúnen sus vecinos en época de Navidad para los pases del Niño.

Pertenece al cantón El Tambo, con el que se conecta a través de una pequeña carretera de tercer orden, sin asfalto y en cuya época lluviosa es un lodazal.

Todo el cantón El Tambo es zona de migrantes. Los rumores indican que los coyoteros recorren las casas ofreciendo viajes por $15.000. (I)

En el patio de la casa se instaló una cocina provisional para preparar alimentos para todos quienes iban a rezar.En el patio de la casa se instaló una cocina provisional para preparar alimentos para todos quienes iban a rezar. Foto: Fernando Machado / El Telégrafo

Migrantes  
Falta de fuentes de trabajo
La comunidad de Cachi está situada a 2 kilómetros de El Tambo. Sus habitantes viven de la agricultura y ganadería; ellos creen que no hay fuentes de trabajo y es por eso que tienen que emigrar, especialmente los jóvenes.

8 casas rodeaban la vivienda donde se levantó la capilla ardiente para velar los cuerpos de los menores de edad.

No hay familia sin migrante
En las comunidades de El Tambo no existe ninguna familia que no tenga algún familiar directo fuera del país. La mayoría está en el área metropolitana de Nueva York, pero también en Europa. (I)

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