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El Telégrafo
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Los habitantes cuentan que la visita del presidente Rafael Correa el pasado jueves les dio esperanzas

Los pedazos de ramas, hojas y colchones son los juguetes de los niños en Muisne

Niños desde uno hasta los 15 años son parte de las 3.446 personas que han perdido sus viviendas en Muisne. El jueves llegó un nuevo convoy con ayuda.
Niños desde uno hasta los 15 años son parte de las 3.446 personas que han perdido sus viviendas en Muisne. El jueves llegó un nuevo convoy con ayuda.
Foto: Cortesía El Ciudadano
23 de abril de 2016 - 00:00 - Amanda Granda

Desde Muisne, Esmeraldas.-

Sus delgadas piernas sostienen a un niño de un año. Mientras idea formas de entretenimiento para que el pequeño no llore, se percata que empezará la entrega de víveres

en el albergue Tres Vías (Muisne, Esmeraldas). Levanta su mano derecha, la agita y le dice a Milton, uno de sus 4 hermanos: “Ponte pilas que llegaron los alimentos”. Es Mayra Cheme, de 15 años. Desde el pasado 17 de abril, un día después del sismo de 7.8 grados de magnitud, ella está a cargo de su familia.

La mamá de  Mayra,  Carmen  Colón murió hace un par de meses en un accidente vial mientras viajaba a  Pedernales, y su papá José Cheme permanece en un centro de salud en Quito, pues el techo de su vivienda se desplomó antes de que pudiera salir. Desde entonces los chicos de entre uno y 15 años son parte de las 3.446 personas que habitan en uno de los 20 albergues dispuestos en Muisne.

Lorena Alvarado, del Ministerio de Inclusión Social (MIES), calcula que entre los damnificados hay bastantes niños, pero no se atreve a dar una cifra.  En Muisne no se registraron pérdidas humanas, pero al menos el 70% de la infraestructura está destruida, dice Gerardo Olarte, jefe político del cantón.

Durante la tarde, los niños salen a un espacio verde, juegan, se cuentan historias y corren por la zona. Fabio, de 8 años, es uno de ellos; viste unas botas de caucho que al menos tienen tres tallas más, corre con algo de dificultad y no recuerda mucho sobre el sismo. Dice que a esa hora dormía y que su papá lo tomó en los brazos y salió de la casa. “Me prendí (abrazar con fuerza) de él, escuché un sonido como el de los rayos y se fue la luz”.

Allí también está Katherine. La menor de 7 años saca de un bolso anaranjado -que cuelga de su hombro- un pedazo de espejo y se mira con algo de coquetería. Dice que lo que más extraña de su casa son sus juguetes. Recuerda que el mes pasado fue su cumpleaños y sus papás le regalaron una muñeca con accesorios de belleza.

“Cuando tembló, salimos rapidísimo y ni me acordé de mi muñeca; mi mamá dice que cuando esto pase me dará otra igualita”. Mientras llega ese día, la imaginación de los niños no les deja aburrirse. Los pedazos de ramas, hojas, incluso las botellas de agua desechables se convierten en novedosas muñecas o improvisadas pelotas de fútbol.

Alvarado recuerda que los menores de edad, sin el cuidado de sus padres o familiares, deben ser dirigidos de forma inmediata a la Dirección Distrital o a la Coordinación Zonal del MIES. El objetivo es ubicar a sus familias o acogerlos en lugares seguros.

A través de las redes sociales se anunció que varias instituciones internacionales buscan ayudar a los niños del terremoto. Según datos de la Unicef, se calcula que en Ecuador hay 150.000 niñas, niños y adolescentes afectados. Alejandro Ponce, del departamento de Comunicación de Aldeas Infantiles SOS, informó a EL TELÉGRAFO que actualmente un grupo de esa organización está haciendo un diagnóstico de las zonas con más daños. “Si bien es cierto que en este momento hay temas muy críticos, hay que pensar qué pasa con las familias y cómo están protegiendo y cuidando a sus niños en esta situación”. La primera ayuda de este grupo llegó a Portoviejo el pasado miércoles.

Entre las donaciones se incluyen juguetes

Después de recibir los víveres, Mayra y Milton, los hermanos mayores, reúnen a su familia y se organizan. En el lugar hay grupos que se encargan de cocinar, traer el agua y ver a los niños. Mayra no sabe qué pasó con las cosas de su casa. Desde el domingo no ha vuelto al lugar. Según Alvarado, la  disposición es que las personas vivan en los albergues por varios meses, aún no se define dónde serán reubicados.

Mientras los adultos cocinan los alimentos, Fabio y otros niños usan uno de los colchones que están en el piso para imaginar que es un ring. Se sacan los zapatos, las camisetas y simulan una lucha libre. Desde lo lejos Irma Vera, mamá de Fabio, lo vigila. Después de un tiempo, ella y Mayra anuncian a sus familiares que la comida está lista. Arroz con atún y agua es la merienda. (I)

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Varias actividades, como ir al cine, deben suspenderse por el momento

Las técnicas de respiración ayudan a afrontar las réplicas del sismo

Luego del terremoto del 16 de abril se han producido 710 réplicas. ¿Qué provocan estos eventos de menor magnitud en las personas?  Un estallido de emociones que van desde el miedo, nerviosismo, ansiedad y pánico es la respuesta.

¿Se puede mantener la calma?

El psicólogo Omar Garay, responsable de discapacidad y salud de la coordinación zonal del Ministerio de Salud,  explica que lo primero que debe hacer una persona es tranquilizarse con una  respiración profunda. “Es vital inhalar y exhalar, porque permitirá tener oxigenado nuestro cerebro para tomar buenas decisiones. Al no hacerlo puede cometer  errores a la hora de evacuar, y aplastar a otros”.

Otra recomendación que hace el profesional es reconocer quiénes pueden manejar mejor las emociones y tener contención. “Debemos identificar quiénes deben hacer la función de líder y, aunque estemos inseguros e inestables, no perder la tranquilidad”.

Rosa Elena Cepeda, psicóloga del hospital Teodoro Maldonado, del IESS en Guayaquil, aconseja  tener mochilas de emergencia y conocer los puntos de encuentro. Asegura que las técnicas de relajación se deben aplicar también antes de dormir.  Además, por la noche turnarse para que todos no se desvelen. “Si todos están preparados, sabrán qué hacer, cómo evacuar, dónde encontrarse”.

Carlos Orellana, director técnico del Instituto de Neurociencias, indica que en estos momentos se debe evitar la indefensión aprendida. Explica que a la persona que adopta esta patología, le da lo mismo cuando se presenta un desastre como este. “Ellos piensan que hagan lo que hagan igual van a morir, porque a todos les toca su hora. Piensan que no hay lugares donde protegerse, cuando no es así”.

Esa conducta va a llevar a que los miembros de familia no hagan nada. Señala que en las viviendas, la personas deben hacer una ruta de salida con señalizaciones que permitan evacuar a todos los miembros. Recomienda suspender todo evento masivo, incluido el cine. “Si va al supermercado, hacer las compras y salir enseguida. No hay que bajar la guardia, hay que mantenerse listo”.

Orellana, además, coordina un equipo de psiquiatras del Instituto que desde el lunes salieron hacia las zonas críticas de Manabí para dar atención a los afectados. Allí, dice, los expertos han diagnosticado casos de estrés agudo, mutismo y depresión.

Garay también aconseja que después de lo ocurrido las personas necesitan expresar lo que sienten. “Si necesitan llorar, que lo hagan. Asimismo, si los niños quiere hablar, escucharlos, así como abrazarlos”.

El psicólogo considera que cuando se produce este tipo de desastres podemos estar en dos facetas: como víctima y en calidad de rescatista. Para el último, agrega que la persona debe estar segura de lo que hace y que la evacuación debe realizarla de forma ordenada. (I)

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