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LLenar un camión para los damnificados es la misión en el Centro de Convenciones Bicentenario

Los voluntarios trabajan todo el tiempo para distribuir las donaciones en los 'kits'.
Los voluntarios trabajan todo el tiempo para distribuir las donaciones en los 'kits'.
Foto: Fernando Sandoval
21 de abril de 2016 - 16:58 - Redacción Web

“..Bravo!!...Bravo!!”, gritan emocionados los voluntarios que se encuentran en el Centro de Convenciones Bicentenario de Quito, lugar que desde esta semana funciona como centro de acopio. Para los entusiastas voluntarios, ese grito de triunfo, es su manera particular de celebrar que otro camión logró ser llenado en tu totalidad para ayudar a los damnificados del terremoto de las provincias de la Costa.

Los colaboradores, entre jóvenes, adultos y algunos de la tercera edad, los une un solo objetivo: enviar ayuda a las personas que más lo necesitan, y que han perdido sus pertenencias y familiares por el sismo.

El Centro de Convenciones, era el lugar donde hace apenas tres años (febrero de 2013), operaba el Aeropuerto Mariscal Sucre de Quito, y que recibía a diversos pasajeros que deseaban viajar hacia el interior del país, o al extranjero.   En los últimos días, luce completamente distinto. Se encuentra repleto de voluntarios, que se han ofrecido con el afán de cooperar, ya sea con su tiempo y energía.

En lo que era la terminal aérea, ya  no hay equipajes, o personas apresuradas que miran constantemente  el reloj porque 'el vuelo se les va'.  Esto  ha sido reemplazado por cientos de cajas de donaciones que las  personas han enviado para ayudar. 

En la entrada principal, en lugar de viajeros, hay una 'cadena humana', en dos columnas, formada por gente de todas las edades, aunque la mayoría son jóvenes. En esta cadena, sus miembros utilizan sus brazos, que los mueven a un ritmo entre maniobra militar o de rutina de ejercicios,  para trasladar las cajas hacia su destino.

La escena es comparable a una fábrica que recibe las materias primas, donde los obreros tienen que tener un producto terminado a 'contrarreloj' en un tiempo fijo. Los minutos corren, y los voluntarios saben que tienen que clasificar de manera ágil todo lo que reciben. Y con todo eso, preparar una caja o 'kit', que sirva de ayuda a los damnificados. En términos empresariales, ese es su producto final, que tiene que estar listo.

De este modo, ellos vacían las cajas de donaciones, y separan rápidamente los alimentos (arroz, aceite, cereal); y luego las botellas de agua (potable, y para bañarse).

A pocos metros, a la izquierda de la entrada principal, se encuentran, quienes clasifican la ropa (para hombre, mujer y niños), con las cobijas y colchones.

En la cadena humana se encuentra Marta Misszczyszyw, originaria de Polonia, joven profesora de inglés de 25 años, que llegó al país hace cinco meses par dar clases. “Hemos venido desde el lunes en la tarde, y hoy también para cooperar en esta situación, pero la idea fue de los estudiantes.” manifiesta sonriente.

Sus 19 alumnos la acompañan en la jornada. Uno de ellos, Benito Rivadeneira, de la ciudad de Guaranda, expresa que el deseo de él y sus compañeros, es sencillo: ayudar a los necesitados. El joven pertenece al Grupo de Alto Rendimiento (GAD), y piensa estudiar matemáticas en el futuro.

Al fondo, donde al parecer antes funcionaba la sala de pre embarque, porque tienen una puerta de salida a la pista del antiguo aeropuerto, se encuentran más voluntarios. El sitio, se encuentra abarrotado de cajas apiladas, que ya están casi listas para ser embaladas. Por lo que el sonido que más se escucha es el característico del 'masking tape' (cinta adhesiva), sea de arranque o de embalaje.

Así, los voluntarios revisan minuciosamente los productos antes de guardarlos en la caja, y embalarlos definitivamente.  Unos, están sentados, en el piso, otros efectúan su trabajo de pie,  otros caminan de un lado a otro, pero nadie está quieto.    

Los jóvenes, con su particular entusiasmo, muestran en sus rostros la motivación de su tarea. Otra 'cadena humana', coopera en el sitio. En esta 'cadena', Carlos Gómez, estudiante de 17 años, del Colegio Rosario González Murillo, llegó junto a 7 compañeros. “Todos debemos estar en la capacidad de ayudar a los que están en problemas”, dijo mientras no dejaba de lanzar un botellón de agua a su compañero, para movilizarlo más rápido.

La misión de llenar el camión  une a los voluntarios 

Llenar el camión, es la misión a cumplir.   Junto al automotor se encuentra Melina Muñoz, otra estudiante colegial, que se encarga de hacer el conteo en un cuaderno. “Un camión se llena con un promedio de 600 kits, también se incluye 70 cobijas, kits para bebés, y comida para perros”, dijo con satisfacción.

La energía de la juventud, se entrelaza con la paciencia y tranquilidad de los más adultos, quienes también han brindado ejemplo de solidaridad.

Como Graciela Bustamante, mujer de 57 años, que desde el sur de la capital se trasladó al Centro de Convenciones Bicentenario. “Hay que poner un grano de arena para ayudar a nuestros hermanos en esta catástrofe”.

O la convicción de Fanny Almeida, de 62 años, quien afirmó: “No es de animación, el ayudar está en el corazón, sería injusto no hacer nada”. La mujer vive en la Villaflora, sur de Quito,  y tiene 3 hijos. ”Ahora vemos lo que en verdad nos une en el Ecuador. Tenemos un corazón grande para servirnos unos a otros. Que Dios bendiga a nuestro país”, comentó emocionada.

La salud, o la discapacidad motriz, tampoco fue excusa para no ayudar. Susana Zambrano, desde su silla de ruedas, no dejaba de cortar los paquetes de pañales, los sacaba, para prepararlos para su distribución en las diferentes cajas. Susana, de 74 años, llegó con su sobrino y dos amigos. “Esto es un grano de arena que realizo por nuestros hermanos de la costa”, dijo.

“..Bravo!!...Bravo!!”, volvieron a gritar los voluntarios. Otro camión se llenó con 'kits', y esperará a los demás, para en turnos, dirigirse a las provincias devastadas por el terremoto. Los voluntarios, para celebrar, se felicitan estrechando sus manos, otros se abrazan. Aprovechan para beber un poco de agua, en los minutos de descanso que tienen.

Pasó el tiempo de receso, otra vez, la 'cadena humana' se alista para volver a operar y cumplir su misión.  Las cajas, siguen llegando. (I)

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