El ciudadano estuvo 45 días en el hospital Luis Vernaza de Guayaquil, pero ya regresó a Manta
La pierna izquierda de Fernando soportó una losa y 8 operaciones, pero se salvó
Luis Fernando López abandonó el hospital Luis Vernaza de Guayaquil tras 45 días y ya está de vuelta en Manta. Su familia lo envolvió de cariño desde el primer instante de su regreso. Fue algo que este joven de 19 años no esperaba.
Las huellas del terremoto del pasado 16 de abril están latentes en él. Aún presenta problemas de salud, pero afirma estar contento de llegar a casa. El joven extrañaba su tierra, sus amigos y allegados.
Acostado en su cama atiende llamadas y mensajes desde su teléfono celular. Recibe las visitas. Mira su pierna izquierda y cuenta que el objetivo de salvar su extremidad se cumplió. Al instante recuerda que las enfermeras y los doctores le brindaron una buena atención.
“Muchas gracias a ellos por la recuperación, sobre todo por lograr el objetivo de salvar mi pierna”. Tiene muy presentes los apellidos de dos de los médicos que lo atendieron: el galeno Tapia y la doctora Peter.
Por el momento no puede caminar, hasta que inicie las terapias el 21 de junio, cuando deberá regresar al hospital en Guayaquil, para sacarse las grapas y los puntos con el fin de comenzar la rehabilitación.
El joven, domiciliado en el barrio San José de Tarqui, el día del sismo, que ocurrió a las 18:58, estaba en la papelería que quedaba ubicada en el centro comercial Felipe Navarrete, infraestructura que colapsó y en la que fallecieron 93 personas.
Tenía 15 días de haber llegado al área de despacho, en este que era su primer trabajo. El puesto quedaba en el primer piso de la planta alta.
Como todos los días debía despachar mercadería a las sucursales. La jornada estuvo cargada de bastante trabajo. Fernando tenía que despachar en la tarde 20 mochilas (10 para niños y 10 para niñas) llenas de útiles, para entregarlas a una compañía que iba a festejar a sus empleados al siguiente día y entregar el obsequio a los pequeños.
Cuando empezaba la noche, faltaban por equipar tres mochilas, las que llenó con cosas de las perchas. Optó por hacerlo así con recursos de la bodega, decisión que, a la postre, le salvó la vida.“Al momento de guardar las cosas en las maletas comenzó el temblor. Unos compañeros dijeron: ‘Quedémonos aquí’. Estuvimos quietos, pero luego el movimiento se hizo más fuerte y salí corriendo hacia los casilleros, me siguieron dos compañeros. Me cogieron los nervios, los pies los sentía pesados para correr”.
Fernando miraba a la gente que gritaba desesperada. Luego observó que todo se derrumbaba. De pronto, perdió la consciencia. Él quedó atrapado en el filo de la losa. La mitad de su cuerpo quedó hacia abajo.
Apenas sucedió el terremoto, Marcelo López, su padre, salió desde su casa a buscarlo. Todo el trayecto lo hizo corriendo, entre los gritos de personas pidiendo ayuda en la oscuridad.
“Fernando… Fernando…”, era el grito desesperado de Marcelo en las afueras del Felipe Navarrete. Al escuchar a su padre, el joven alcanzó a responderle: “Acá estoy papá”.
Fernando tenía encima de su pierna izquierda a compañeros que murieron en el momento del terremoto y la losa que lo presionaba. En la pierna derecha estaban unos cuadernos. Recuerda que a las dos horas del evento natural vio morir a un amigo del departamento de despacho. También observó el rescate de una clienta de la librería, que salió con lesiones en brazos y hombros.
“Mi papá me decía que intentara sacar la pierna y no podía. Él me tranquilizaba”. Estuvo hasta las 22:30 en el lugar. Al salir, Fernando vio su pierna hinchada y se desmayó, cuando reaccionó estaba en el sector del comisariato Tía. Lo estaban atendiendo en la calle.
A las 23:30 fue llevado al hospital Rafael Rodríguez Zambrano. Escuchaba las palabras “¡Viene otro sobreviviente del Felipe Navarrete!”. Fernando fue el primero de los colaboradores en ser rescatado. Al siguiente día lo intervinieron. Permaneció tres días, luego fue trasladado en un avión de la FAE, junto con otros heridos hasta Guayaquil.
En esta localidad se realizó el proceso para salvarle la pierna. En total Luis Fernando tuvo dos operaciones en Manta y seis en Guayaquil. Todos los días estuvo acompañado por su papá, con quien es bien unido. “Él no me dejó nunca”.
Ha seguido los consejos de los médicos de no entrar en desesperación por estar todavía en cama. “Me dijeron: ‘Ten claro que sí vas a caminar. Pon de tu parte; en un mes y medio podrás hacerlo’”.
Desde que ocurrió el terremoto, cada 15 días el dueño de la papelería -de quien el joven no recuerda su nombre- llega a su casa a dejar víveres a la familia y a preguntar por el estado de salud de Fernando.
“Me pagó los 15 días laborados y el seguro. Ese señor es buena gente; desde cuando me entrevistó se portó bien. Si él decide mantenerme en ese puesto, voy a seguir trabajando”. (I)