Prefectura desarrollará el miércoles un encuentro técnico para analizar causas de las inundaciones
En Nueva Prosperina 'ruegan' para que las lluvias no sean intensas
José Quispe ayer pudo laborar tranquilo en su taller, ubicado en Nueva Prosperina. En su local, con piso de tierra, estaba soldando durante la mañana. Una ligera llovizna cayó este viernes en Guayaquil, pero no como la de inicios de semana, que anegó el sector. El trabajador de este humilde barrio, de caminos fangosos, se agacha y toma sus herramientas de una caja fuerte montada sobre tres bloques de piedra.
“Puse adoquines debajo de la caja para evitar que se mojen los objetos. Después se dañan”, explica este residente, quien con un flexómetro precisa que cuando se inunda la zona el nivel del agua llega a 30 centímetros. Diagonal a la manzana 1002 hay un canal natural en el que caen las aguas lluvias y las servidas. El sector carece del sistema de alcantarillado.
Las obras que se han levantado últimamente son puentes metálicos, para los peatones, sobre las zanjas. El lunes -cuenta- se quedó atrapado en el taller por el líquido que se desbordó. “Perdí $ 50 porque no pude trabajar”, lamenta.
De acuerdo con un boletín del ECU-911, una llamada de Nueva Prosperina alertó que el agua ingresó en las viviendas.
Lizbeth Caicedo, quien hace 16 años habita en el sector, recuerda que por el estancamiento el agua le llegó a las rodillas. “Todos los años es lo mismo. En 2015 se cayó una casa en la esquina”, dice y señala un terreno vacío junto a la cuneta. Los habitantes recuerdan que hace un lustro no había problemas.
Atribuyen los inconvenientes a los asentamientos irregulares junto al canal, a la colocación de tuberías muy delgadas en la zanja y a personas desconocidas que arrojan basura que tapona el punto de desfogue. La moradora Luz Cabrera, quien vive allí hace 20 años, asegura que antes se podían bañar en el canalillo. “El agua era limpia, ahora recepta las aguas sucias”. A eso se suman los hedores a basura y elementos descompuestos.
Flor de Bastión es otro barrio afectado en este invierno. Sus caminos están deteriorados, por lo que no pueden circular carros livianos.
En la manzana 303 hay una alcantarilla dañada de aguas servidas. Las viviendas que están cerca, por estar en zona baja, reciben la correntada que se forma por las precipitaciones. La moradora Isabel Jiménez denuncia que tienen 7 meses con el problema. “No hemos recibido atención de nadie”.
Por el tema de las inundaciones, la Prefectura del Guayas organizará el ‘Foro Inundaciones en Guayaquil, Análisis y Recomendaciones’.
El acto se efectuará el 3 de febrero, a las 09:00, en el auditorio de la entidad. El foro tiene como finalidad revisar las diferentes causas del problema en el puerto principal.
Problemas en Esmeraldas
En los barrios más afectados por los desbordamientos de los ríos Teaone y Esmeraldas, se observa la secuela de daños en bienes muebles y electrodomésticos convertidos en chatarra o escombros acumulados en las calles con lodo.
La Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR) no descarta pedir al Comité de Operaciones de Emergencia (COE), provincial, que se entregue más agua. Asimismo, la entidad solicitará que elementos de las Fuerzas Armadas intervengan en las tareas de limpieza de las casas y remoción de escombros.
Unos treinta policías que trabajan en la Subzona 8, al igual que algunos militares del Bimot-13, residentes del barrio Las Propicias, perdieron sus pertenencias por la crecida.
Brigadas de la Unidad de Asistencia Municipal, Gobierno Provincial, MSP, MIES y dispensarios particulares, colaboran en atención médica. Mientras que, EP Petroecuador entregó toldos, medicinas y se ofrecieron colchones.
Ayer al mediodía, estaba prevista la habilitación de un carril del kilómetro 2,79 de la carretera estatal E-15 Muisne-Chamanga-Pedernales, que colapsó en un tramo por el agua represada que se formó por las lluvias del lunes de esta semana. (I)
Miembros de la Policía Comunitaria retiran el agua y los escombros del barrio Las Propicias, de Esmeraldas. Foto: Luis Freire / El Telégrafo
DATOS
Un nuevo período de oleaje empezó ayer, reportó el Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar). Esto por la acción de los vientos del Pacífico norte y sur.
En mar abierto se espera, hasta el 1 de febrero, el predominio de olas del noroeste, con altura de 1,5 metros y períodos entre 14 y 17 segundos. Hoy, las ondas pueden medir hasta 2 metros en Galápagos.
En la costa continental se prevén olas de 1,4 metros en el centro y sur de Manabí, así como en el norte de Santa Elena; de 1,2 metros en Esmeraldas y de 1,1 metros en Engabao y Playas. (I)
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Evento fue uno de los más fuertes
El Matal y Crucita tienen múltiples daños tras aguaje
Un nuevo período de oleaje comenzó ayer y se esperan olas de 1,4 metros en las costas de Manabí. Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo
La costa manabita resultó muy golpeada en el último aguaje. Las autoridades calificaron el fenómeno, que se halló con un oleaje, como uno de los más fuertes. El evento afectó El Matal, de Jama, y Crucita, de Portoviejo. Así resume Orfa Cabezas, coordinadora de la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR) Zona 4.
En El Matal fueron perjudicadas 150 familias por la fuerza del mar y a lo que se suman los deslizamientos del cerro causados por las lluvias.
Actualmente, se ejecuta un trabajo interinstitucional. La secretaría, con personal del Miduvi, MIES y el Gobierno local, levanta una ficha socioeconómica de los habitantes por su posible reubicación. En Crucita, los sectores con problemas son el malecón, Los Ranchos y Las Gilces. Se prevé que el próximo aguaje comenzará el último día de carnaval.
La funcionaria indicó que la SGR emitió recomendaciones para que los municipios actúen en el tema de la protección en el momento que las personas ingresan al mar.
Los propietarios de los restaurantes fueron capacitados para que informen a los turistas las condiciones del mar.
Mientras que, el bañista Darwin Cevallos expresó que en los balnearios se observan banderas izadas. “Cuando está la roja no me baño, solo camino por la orilla”. (I)
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Las indemnizaciones están en trámite
Los fallecidos por alud en Sigchos fueron sepultados
Los cinco obreros que fallecieron el lunes en un deslave ocurrido en Sigchos, cantón de Cotopaxi, fueron sepultados ayer. A las 15:00, familiares y amigos de César Saca, Wilson Chacha, Freddy Toapanta, Darwin Pumasunta y Silvio Uribe, enterraron a los cinco jóvenes que fueron atrapados cuando trabajaban en el proyecto HidroSigchos.
El velatorio de los cuatro primeros inició la tarde del miércoles, tras realizarles la autopsia en el Centro de Investigaciones Forenses de Ambato, en la comunidad Chanchaló, a 40 minutos de Salcedo. “Darwin Pumasunta, mi hijo, y Wilson Chacha, sobrino, trabajaban hace tres meses en el proyecto. En honor a la gran amistad que tenían los dos jóvenes, de 24 años, recibieron los honores fúnebres en la casa que los vio nacer, ubicada a pocos metros del lugar que fueron velados los otros dos obreros”, dijo Jorge Pumasunta.
De hoy en adelante, este hombre de 54 años cuidará de su nieto, quien cumplió dos años el mismo día en que murió su padre. La hermana mayor de Darwin reside en San Sebastián, España, y no pudo llegar al entierro debido a que su visa de residencia caducó hace poco. “Para ella el dolor es más fuerte, pues no estará para despedirlo”, dijo entre lágrimas la madre de ambos.
En la iglesia de Chanchaló se vivieron escenas de dolor durante la misa por las víctimas. Previo a la salida de los cuerpos, varios parientes de los obreros fueron auxiliados por otras personas pues sufrieron desmayos. Silvio Uribe, único fallecido oriundo de Sigchos, también fue sepultado.
Las familias de los trabajadores fallecidos aseguraron que iniciaron los trámites respectivos para recibir las indemnizaciones laborales. (I)