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Ecuador, 06 de Febrero de 2025
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El Telégrafo

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El proyecto Samán, una iniciativa que sacó a flote a 35 familias damnificadas

Las familias afectadas por el sismo de hace un año dejaron de hablar de lo sucedido y ahora se proyectan en salir adelante con varios oficios que aprendieron, gracias a la gestión del proyecto Samán, que se ejecuta en Canoa, una de las poblaciones perjudicadas por el sismo de 7,8 grados. Ellos se empoderaron de su espacio.
Las familias afectadas por el sismo de hace un año dejaron de hablar de lo sucedido y ahora se proyectan en salir adelante con varios oficios que aprendieron, gracias a la gestión del proyecto Samán, que se ejecuta en Canoa, una de las poblaciones perjudicadas por el sismo de 7,8 grados. Ellos se empoderaron de su espacio.
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María Quintero es una de las damnificadas por el terremoto de hace un año. Ella aún habita en el campamento Samán, en Canoa. “En el tiempo que ha pasado hemos superado un poco el miedo; algunos han regresado a sus casas, pero otros seguimos aquí, por lo que todavía no las tenemos”.

A dos semanas de que el sismo de 7,8 grados destruyera gran parte de la provincia de Manabí surgió el proyecto Samán, una iniciativa creada por la Corporación Inti, cuyo objetivo fue brindar acompañamiento continuo en el proceso de transición a hogares permanentes de las familias afectadas en Canoa, fomentando en ellos el empoderamiento a ser artífices de su vida y bienestar.

Este campamento acogió al inicio a 35 familias, sin embargo, con el paso de los meses, varias de ellas regresaron a lo que un día fue Canoa, mientras 17 continúan viviendo en este lugar. Cada una de ellas ha aportado con lo que han tenido a su alcance y para ello se formaron comisiones dedicadas a la elaboración de alimentos, limpieza de carpas, servicios higiénicos, mantenimiento de infraestructura, jardinería.

Diana Moscoso, representante de la Corporación Inti y una de las responsables del campamento Samán, expresó: “Aquí no vienen a dormir y ya. Esto no es un albergue, esto no es un refugio; aquí se creó un espacio para aprender. Realmente hay todo un sistema que queremos dinamizar porque la gente nos ha demostrado ese espíritu, que no quiere esperar a que le llegue la comida. Nuestra intención es hacer que vuelvan a ese ritmo de vida normal”.

Emprendedores

Este proyecto, en la fase de transición de los damnificados a un sistema de vida sostenible, creó programas de microemprendimientos, desarrollo integral familiar y de extensión comunitaria.

Dentro del microemprendimiento se desarrollaron talleres de diseño y elaboración de mobiliario, artesanía, gastronomía, elaboración de objetos y el taller de mecánica automotriz, que movilizó a los afectados a las instalaciones del taller de la Escuela de Ingeniería Automotriz de la Universidad de Azuay en Cuenca, después de ser capacitados en el campamento.

Jazmina Preciado, habitante del campamento, precisó: “Hemos aprendido mucho en este tiempo de mecánica automotriz. Nunca nos imaginamos viajar a Cuenca, por ejemplo. Fue una experiencia muy bonita. Tenemos ganas de aprender más”.

En ese sentido, Fernando Guerrero, docente de la Escuela de Ingeniería Automotriz y quien ha impartido los talleres con más profesores de la universidad en la comunidad de Samán, destacó que se han desarrollado los módulos de soldadura, mecánica básica, electricidad. “Posteriormente daremos mantenimiento mecánico básico en vehículos; asimismo, por petición de la gente, se brindarán capacitaciones en mantenimiento de bicicletas y motocicletas, que más se utilizan aquí. Son aprendizajes significativos que los ayudarán en su vida cotidiana”.

Estado de ánimo

José Gilberto Vélez, damnificado, rememoró que lo ocurrido les cambió la vida. “Ahora estamos mejor y tratamos de olvidar lo sucedido. En sí la convivencia en Samán es muy linda. Gracias a la gente, a los voluntarios, hemos salido adelante”, dijo a la estudiante de periodismo, de la UDA, María Belén Pérez.

Mientras que para María Quintero, habitante de Samán, las réplicas todavía son motivo de susto, aunque ya han disminuido. “Por ahora el plan de nosotros es tener una casita propia, con nuestro negocio”.

La voluntaria Daniela Morejón contó que muchas de las carpas ya se levantaron, lo que significa que esas familias ya se reinsertaron a la sociedad y que la gente está motivada. “Ya están los emprendimientos en marcha. Están mucho mejor psicológicamente”.

Mateo Coello, coordinador de la Escuela de Ingeniería Automotriz, dijo que al inicio la gente de lo único que quería hablar era del tema terremoto. “Ahora ellos ya tienen proyección y conversan de futuros proyectos y de cómo saldrán adelante”.

Manuela Cordero, coordinadora de Vinculación de la Facultad de Diseño de la Universidad de Azuay, añadió que un año después del sismo, las personas del campamento están identificadas con este espacio. (I)

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