Estructuras emblemáticas de la ciudad, como la iglesia y el municipio, no han sido demolidas. Se efectúan estudios para derribarlas
Pedernales renace sin olvidar a sus víctimas
En su día a día, Vinicio Alcívar no para durante toda la mañana. Es dueño de un restaurante, que está ubicado frente al parque central de Pedernales. Afuera de su local, que tiene 16 años en el mismo punto, hay un ambiente bullanguero.
El comercio en la zona es muy movido. Hay venta de ropa, zapatos, artículos de celulares, dos relojeros y productos varios de primera necesidad. Es una cuadra en la que se puede encontrar de todo.
Es 16 de septiembre, 5 meses exactos después del terremoto que tiró más de 1.000 edificaciones en la localidad, pero el comercio parece no haber decaído en su dinamismo; más bien los pedernalenses afirman que el movimiento es -incluso- mayor al que había antes del siniestro.
Vinicio se da un respiro cuando es mediodía. Se sienta por un instante en una de las mesas de su restaurante (Ankris) y mira el trajín de afuera. “Los negocios de comida se están moviendo bien, porque aquí hay comerciantes, turistas y ahora los que vienen a trabajar en la reconstrucción”. Vinicio explica que su local fue remediado estructuralmente para brindar mayor seguridad a sus clientes.
“Los ingenieros me decían que no hacía falta arreglar nada en el local, pero le puse unos refuerzos a los pilares y le saqué la parte de arriba donde tenía 5 departamentos”.
Fueron 46 días los que estuvo inactivo el restaurante Ankris, durante ese tiempo el centro de Pedernales estuvo libre de escombros. “Lo bueno es que mantuvimos nuestra clientela y luego aumentó un poco más”.
En la vereda hay vendedores ambulantes que ofrecen sus productos a viva voz. Una de las comerciantes es la riobambeña María Mocha, quien hace 40 años decidió, junto con su esposo (José Guacho), migrar a Pedernales. “Siempre ha sido una ciudad muy comercial”.
Pedernales es una ciudad bullanguera, cuyo principal punto de encuentro es el parque central donde se levanta la iglesia (estructura que será demolida próximamente).
Diariamente, María vende entre $ 10 y $ 25. “Estamos mejorando gracias a Diosito”, acota, para luego especificar que antes del devastador terremoto de 42 segundos sus ingresos en una jornada oscilaban entre $ 25 y $ 30.
De aquel sábado 16 de abril, cuando el reloj estaba por marcar las 7 de la noche, recuerda que estaba en su negocio, ubicado a dos cuadras del parque central. “Salimos corriendo con mi esposo. Nuestras cositas se aplastaron y otras se las robaron. Tuvimos que invertir $ 1.500 para levantar nuevamente nuestro negocito”.
José cuenta que en la década del setenta llegar a Pedernales desde su natal Riobamba les tomaba casi un día de viaje. “Ahora son 9 horas. Pero más viajamos a Santo Domingo, donde están 4 de nuestros 9 hijos”. Esta pareja va una vez por semana a la playa, porque así ambos se relajan. “Es muy bonito vivir aquí”, recalca María.
George Murillo, vicealcalde de Pedernales, resalta que el comercio en la localidad está dinamizado. “Es una ciudad pujante, en la que su desarrollo no se detiene. Por su ubicación, es centro de llegada de otras muchas localidades”.
Para reactivar la economía local, Murillo indica que el Municipio ha servido como puente para que los comerciantes accedan a las diversas líneas de crédito. “Los turistas empiezan a confiar en Pedernales nuevamente; nuestra gente está preparada en caso de alguna otra emergencia”.
En el malecón de la localidad hay un monumento en honor a las víctimas del terremoto, donde constan los 671 nombres de los fallecidos.
El esmeraldeño Andrés Luzón fue una de aquellas personas que llegó por turismo a Pedernales unas semanas después del terremoto. Tras pasar un fin de semana de paseo, vio que era posible invertir en la localidad, a pesar de los trabajos de demolición que había. “No pensé mucho y en junio instalé mi negocio de venta de artículos de celulares aquí. Ahora vendo más del doble de lo que vendía en San Lorenzo (su ciudad natal)”.
Sobre la localidad esmeraldeña, cuenta que allá bajó mucho el comercio, “en especial porque clausuraron las minas que no brindaban seguridad a sus trabajadores”.
De su inicio como comerciante en Pedernales, Andrés recuerda que los primeros días había una señora que “le hacía la vida imposible” para que se fuera. “Decía que había venido a quitarle el espacio a los comerciantes de aquí, pero luego me dejó tranquilo. La verdad es que en esta ciudad hay espacio para todos”.
Entre el dinamismo y bullicio del comercio, el calcetense Alberto García realiza un trabajo de precisión. Con una lupa en su ojo derecho, ubica en su sitio las manecillas de un reloj de hombre. “Ahí está, quedó como nuevo”, expresa al terminar su trabajo.
Cuenta que hace 35 años está radicado en Pedernales, localidad a la que califica de tranquila “y muy linda para vivir”.
Alberto es otra de las personas que manifiestan que el comercio ha subido en la urbe en comparación a los días previos al terremoto. “Hay más personas que han puesto negocios y eso causa que haya menos ganancias, pero igual siempre alcanza para todos”.
A pocos metros de la esquina donde se ubica Alberto con su quiosco de reparación de relojes, está el Municipio.
Esta edificación es una de las 12 que hay en la localidad que todavía no se han demolido. De momento, las autoridades realizan los estudios para analizar la manera en que las estructuras (todas de más de cuatro pisos) serán derribadas. “Nuestra parte ya está hecha, ahora esperamos una respuesta de la Secretaría de la Reconstrucción para iniciar los procesos.
Tras las demoliciones, la administración solicitará el estudio estructural del área para ver si es factible volver a construir en esos terrenos”, manifiesta Walter Intriago, director del departamento de Planificación Urbana del Municipio de Pedernales. “Estamos haciendo un trabajo con las autoridades estatales. Juntos vamos a reconstruir Pedernales”, asevera Intriago. (I)
El sector turístico ha sufrido pérdidas en los últimos meses. Pocas personas acuden entre semana a los negocios que están ubicados en la playa.