Pedernales.-

Como hace 32 días, cuando se registró el terremoto de 7.8 grados, los habitantes de Pedernales y Cojimíes (Manabí) amanecieron en las calles  a causa de una réplica de 6.8 que se produjo a las 02:58. Pero el temor no quedó allí, pues cerca del mediodía se repitió ‘la pesadilla’ -como coinciden en calificar los habitantes- debido a otro fuerte remezón de la misma intensidad.

El fenómeno natural los despertó abruptamente en la madrugada y los movilizó de inmediato. Sillas, sillones, colchones o simplemente cobijas bastaron para dirigirse a los espacios abiertos con el fin de esperar el amanecer.

El corte del fluido eléctrico aumentó la desesperación en medio de las tinieblas que envolvieron a Cojimíes. La dueña del hotel ‘Santorini’, cerca al mar, dijo: “Estoy muy asustada, se sintió fuerte”. Sus huéspedes, con celular en mano, iluminaban el camino en busca de los exteriores del sitio de hospedaje.

En las calles, las luces de los carros se encendían para dar algo de visibilidad y se sintonizaban emisoras a fin de estar informados.

Celia Aguayo decidió salir de la casa con sus pequeños, por temor a que la infraestructura colapse. “Aunque aquí no se registraron mayores problemas que en el terremoto anterior (16 de abril), hoy es mejor estar prevenidos”, afirmó.

Contó que “por fortuna las telecomunicaciones no se interrumpieron”, y eso le permitió contactarse con su prima en Pedernales. “Me llamó llorando. Ella ya perdió antes su vivienda y aunque está en una carpa, me indicó que fue fuerte y que tiene mucho miedo. Intenté tranquilizarla, pero no lo logré, está muy asustada”.

En su mayoría, las edificaciones en Cojimíes no pasan de las dos plantas y por ello no se han registrado lamentables consecuencias.

Don Jerónimo, otro habitante de Cojimíes, comentó que si bien fue fuerte el movimiento de la madrugada de ayer, al compararlo con el de las 18:58 del 16 de abril fue menos intenso. “Me fui a la playa y veo que está bastante tranquilo el mar. Ya nos estamos acostumbrando a salir y esperar en la calle”, indicó.

En la vía de este cantón manabita, a la altura de Cañaveral, una pequeña niña junto a su familia apostada en los exteriores de la vivienda encendió velas a una imagen de La Dolorosa y el Divino Niño. La pequeña lucía nerviosa junto a sus parientes.

Varios pobladores de este sector se desplazaron hacia las partes altas por temor a un tsunami (olas gigantes). “Estamos muy cerca del mar y  nos inquieta que no nos avisen a tiempo y puedan presentarse las olas gigantes. Envié a mis hijas que tienen discapacidad, con su madre, a una casa en la cordillera”, refirió Carlos Carreño.

Horas más tarde el Inocar descartó a través un comunicado cualquier alerta de tsunami, lo que tranquilizó a los ciudadanos.

Camino a Pedernales, el servicio de energía eléctrica daba otro matiz, pero la población también salió a las calles. Cerca del malecón, junto al letrero en el que consta el nombre del cantón, pernoctaron personas envueltas en cobijas. En este poblado, a causa de las dos réplicas, se registraron 20 heridos, entre ellos un policía con lesiones graves.

Uno de los afectados es un santodomingueño de 40 años, quien angustiado intentó saltar por la ventana del segundo piso y sufrió luxación de cadera. En cambio, otra persona que salió apurada sin zapatos pisó vidrios que le provocaron heridas en uno de los pies.

Según Patricio Carrillo, director nacional de la Policía Comunitaria, estos 2 casos fueron atendidos en el Centro de Salud de Pedernales. El viceministro del Interior, Diego Fuentes, quien estuvo en el COE de Pedernales, informó en la mañana que no había fallecidos.

Con la luz del día parecía que la tranquilidad retornaba a estas zonas manabitas. (I)