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Desempleo es el desafío que enfrentan migrantes LGBTI

Desempleo es el desafío que enfrentan migrantes LGBTI
28 de junio de 2020 - 00:00 - Redacción Ecuador Regional

Carlos Zambrano, de 27 años, nunca ocultó su homosexualidad, ni siquiera cuando ingresó a la Armada de Venezuela como marino. Allí se ganó el respeto de sus compañeros y sus superiores.

Pero la situación que atravesaba su país lo obligó a emigrar. “Saber que juré defender a mi bandera y no poder hacer nada para librar a Venezuela de la dictadura que vive hasta hoy, me hizo abandonar”.

En mayo de 2018 empacó sus maletas y migró a Ecuador en busca de nuevas oportunidades. “Sabía que en mi maleta no entrarían mis amigos, mi mamá, mi papá y mis arepas hecha en fogón”. Carlos guardó un avioncito azul, que le obsequió  en su infancia su padre. El juguete lo anima a seguir en su lucha.

A su llegada enfrentó varias dificultades. El joven venezolano, nacido en Valencia, dormía en la terminal terrestre de Guayaquil y en las calles; cuando encontró trabajo en un negocio de comida, a su regreso a casa fue violado por un grupo de hombres. “Sentí que me habían arrebatado mi dignidad”.

En la actualidad vende gafas en las calles. Las ganancias sirven para pagar el arriendo y la comida. Con la pandemia su situación económica se deterioró. “La Asociación Silueta X me ayudó con kits de alimentos”.

Carlos anhela obtener un empleo formal y legalizar su situación en el país.

Johana Villarreal, de 28 años, quien es transfemenina, en cambio, lleva nueve años como refugiada. Tiene una acreditación en derechos humanos y en octubre le otorgarán la nacionalidad ecuatoriana. Ella salió de Colombia por presiones y amenazas de muerte de grupos armados.

Para sostenerse económicamente trabajó para un salón de belleza, vendía postres hasta que pudo abrir su propio gabinete, pero con la pandemia tuvo que cerrar y hoy está sin empleo.

“En Ecuador pude lograr lo que tanto quería, que me trataran como una mujer y vivir con tranquilidad, pero ahora es muy duro”.

Recientemente, el Consulado de Colombia le otorgó un bono de comida y la Misión Jesuita le donó alimentos.

Para ambos volver a sus países no es una opción por el momento; más bien confían en que pronto lleguen mejores tiempos.

 Ayudas humanitarias
El desempleo ha agravado la situación de este grupo humano, sobre todo en los últimos tres meses a raíz de la pandemia del covid-19, aunque organizaciones de LGBTI del país procuran mitigar el problema con ayudas.

No existe un registro sobre el número de migrantes LGBTI en Ecuador, lo cual hace más difícil visibilizar los casos de desamparo y, por consiguiente, el acceso a las ayudas se complica.

Pese a ello, las iniciativas  se han reflejado con entrega de kits de alimentos, productos de higiene y en ciertos casos, con servicio de albergues temporales para quienes han sido desalojados de viviendas y cuartos de hoteles que previamente arrendaban.

Una de estas organizaciones es La Casa de las Muñecas, en Guayaquil. Su titular, Mariasol Mite, explica que la pandemia ha desnudado una realidad que permanecía oculta, como es el desamparo en que se encuentran los migrantes LGBTI.

“Aunque no hay cifras, por testimonios sabemos que la situación de este grupo humano es desesperante, que ahora se ven obligados a dedicarse al trabajo sexual y vivir en grupos en una habitación para aliviar los costos de los arriendos”, explica.

Sostiene que la vulneración de los derechos es en todo nivel, pues los que con esfuerzo lograron conseguir un trabajo en peluquerías o en restaurantes, ahora están sin sustento y eso los empuja al trabajo sexual. “Para este grupo da la impresión de que sigue el semáforo en rojo”.

Como organización, añade, se trata de mitigar el problema con comedores comunitarios, la donación de alimentos y para quienes lo requieran, consejerías y asesoría en salud.

Sobre esta realidad coincide Diane Rodríguez, de la Asociación Silueta X. “Conocemos que la mayoría vive en una situación precaria; es necesario que organismos como la ACNUR intervengan con un programa estructurado para ellos”.

Lía Burbano, de la organización Diálogo Diverso, manifiesta que a través de la misma se ha podido aliviar en algo la difícil situación de las personas gay y trans migrantes, con ayudas humanitarias especialmente debido a la informalidad laboral y el desempleo que afecta a toda la sociedad.

"Conocemos casos de quienes se han visto en la desesperación de vivir en hacinamiento, para aliviar los gastos de arrendamiento".

A esto se suma la ansiedad y la tristeza que los agobia, por la incertidumbre de sus futuros, más la alimentación que requieren y es que la pandemia dejó al descubierto la vulnerabilidad en que viven y sin posibilidad de regresar a sus países de origen.

De su parte, Geovanny Jaramillo, de la Asociación Ecuatoriana Bolivarianos Diversos, el deterioro de la calidad de vida es evidente.

En Quito decenas se congregan en los alrededores del parque El Ejido, para ejercer el trabajo sexual como forma de subsistencia.

Pese a ello, destaca la tarea de organizaciones y colectivos que en algo tratan de aliviar la situación y que se convierten en nexos con organismos internacionales y fundaciones. Una herramienta para informar de las actividades y canalizar las ayudas son las redes sociales. (I)

La homofobia y transfobia están latentes
La pandemia ha incidido en los derechos de la población LGBTI refugiada y migrante. Según Diego Nardi, Oficial de Protección Comunitaria de la ACNUR, capítulo Ecuador, este grupo poblacional llega al país sin redes de apoyo sólidas. Enfrentan retos para acceder al mercado formal y la mayoría depende de la economía informal y se ve obligada a realizar actividades de riesgo como el trabajo en las calles y, lamentablemente, el trabajo sexual.

“Por la pandemia esta población está más aislada, sin posibilidades de satisfacer sus necesidades básicas. A esto se suma un problema estructural como es la discriminación y la violencia, más aún si son extranjeros”, dice.

Uno de los temas más complejos durante la emergencia, a su criterio, han sido los desalojos y el poco acceso a la vivienda. Existe homofobia y transfobia de arrendatarios que no alquilan  inmuebles a estas personas.

La ACNUR trabaja con organizaciones de base que a su vez lo hacen con personas LGBTI en Ecuador, para identificar a refugiados y migrantes para que puedan fortalecerse. Es decir, garantizar a una persona su documentación; y si enfrenta violencia de género, que acceda a mecanismos de protección; si tienen VIH, tengan conocimientos sobre dónde y cómo acceder al tratamiento antirretroviral.

Se destaca por parte de la ACNUR la apertura en Quito de un albergue para personas LGBTI en movilidad humana. Esto se realizó  hace un año junto con la Fundación Ecuatoriana Equidad.

En Guayaquil funciona la casa de acogida Vivir Libre (Flor de Bastión), a cargo de la directora Odalys Cayambe. Ella es una activa transfemenina que trabaja desde hace 7 años facilitando asistencia a estos grupos en situación carcelaria.

“Creamos la casa de acogida para aquellas migrantes, no solo extranjeras sino que vienen de otras ciudades y no tienen dónde alojarse”, explica, al tiempo de aclarar que el lugar es de carácter transitorio. En el sitio se les provee de alimentación, asesoría médica, sicológica y legal. (I)

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