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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Al centro de acopio de Pifo llega la ayuda de toda la Sierra y parte de la asistencia internacional

Desde Quito salieron más de 1.208 toneladas de víveres y ropa para afectados

Las personas voluntarias aportan en la clasificación de ropa y en la elaboración de kits para los damnificados de Manabí y Esmeraldas.
Las personas voluntarias aportan en la clasificación de ropa y en la elaboración de kits para los damnificados de Manabí y Esmeraldas.
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Más de 1.208 toneladas de ayuda humanitaria se enviaron desde Quito a Manabí y parte de Esmeraldas. En la capital, el principal centro de acopio se encuentra en Pifo (en el nororiente de la ciudad). Las Fuerzas Armadas (FF.AA.) administran estos lugares.

El coronel Gonzalo Toledo, responsable del centro de Pifo, informó que hasta el lunes 2 de mayo se enviaron 1.208 toneladas de víveres, ropa e insumos. Allí se receptan las donaciones nacionales e internacionales. Toda esa ayuda humanitaria se clasifica nuevamente; se verifica que, en el caso de la ropa, por ejemplo, se encuentre en buen estado y que los alimentos no estén caducados.

También se clasifican los implementos de aseo. Hasta este lugar, además, llega la ayuda humanitaria de las empresas, que se coordina a través del Ministerio de la Producción, Empleo y Competitividad.

Colchones, carpas, sillas de ruedas, alimentos, ropa, además de  botellones de agua, se almacenan en las bodegas de Pifo. También llega la ayuda humanitaria internacional, de países como China, Venezuela, Colombia, entre otros.

Toledo explicó que todo el material se clasifica y rápidamente se envía a las zonas del desastre. En Pifo se aglutinan las ayudas de la Sierra. También hay otros centros de acopio en Manta y Guayaquil, desde donde se distribuye a los sectores afectados. En la capital se da prioridad a Pedernales, Portoviejo y Manta, de Manabí; y Chamanga y Muisne, de Esmeraldas.

Desde el 22 de abril las Fuerzas Armadas se encargan de la elaboración de los kits de alimentos, aseo e implementos para los bebés. Los militares distribuyen los insumos por vía terrestre y aérea a los albergues.

Los kits de alimentos sirven para 3 días y para 4 personas. Incluyen una funda de avena, 2 kilos de arroz, 2 latas de atún, una botella de aceite, sal, azúcar, un kilo de pasta (tallarín o fideo), una lata de sardina, una funda de leche en polvo. Si cuentan en stock, se incluye mermelada, galletas, un paquete de gelatina y un litro de jugo.

Además hay kits de aseo. En ese paquete consta papel higiénico, pasta de dientes, entre otros productos. Para los bebés también se destinan pañales, pañitos húmedos y, como adicionales, compotas, biberones y fórmulas.

Toledo señaló que trabajan con base a la disposición de artículos que tienen. Por ello motivó a la ciudadanía a continuar con las donaciones, sobre todo con los alimentos primarios (arroz, azúcar, leche), que se han reducido en los centros de acopio, pero cuyas necesidades son diarias.

En Pifo trabajan 12 oficiales de diferentes unidades (comandos del Ejército, Educación y Doctrina, así como de la Escuela de Servicios) y 66 voluntarios militares además de 100 civiles. “Nos sentimos bien, al sentir que nuestras Fuerzas Armadas están apoyando a quienes más lo necesitan. Desde aquí les damos un impulso tanto a su alimentación, aseo y vestimenta. Me siento complacido de apoyar a nuestros hermanos ecuatorianos”, dijo Toledo.

El trabajo de los voluntarios no se detiene

Cada día, hasta los centros de acopio acuden entre 60 y 100 personas, quienes trabajan de manera voluntaria en la clasificación de los alimentos y la ropa que llega.

Dania Guerrero es de Chone y por ello el lunes acudió al centro de acopio para colaborar.

Ella se encarga de organizar los kits de ropa, que incluye un pantalón, 2 camisetas, además de una gorra, tanto para hombres, niños y mujeres. Hasta el mediodía de ayer hizo -junto a otras 10 personas- 1.000 paquetes de vestimenta. “Siento que ayudando de esta manera estoy con ellos, con quienes más necesitan. Adelante hermanos, no se den por vencidos”, animó.

Henry Naquiza fue bombero y también llegó para ayudar. Contó que el 16 de abril viajó como voluntario, junto a 60 personas, a Canoa. “Son personas que realmente necesitan”, aseveró. En la zona apoyó en las tareas de búsqueda. Sacó sin vida a una familia que había llegado a vacacionar desde Sangolquí y quedó atrapada entre los escombros del hotel Royal, además de la recepcionista de ese lugar.

Letty Garzón es enfermera. Para ella ayudar es gratificante.  “Hay que dar la mano al necesitado”. El lunes tuvo libre en su trabajo en el Club Jacarandá y por ello acudió al centro de acopio. Ella es de El Oro. Y dice que “con esto ayudo a mis hermanos de la Costa ecuatoriana”.

Alejandra Vega tiene 16 años. Es deportista (levanta pesas). Desde el miércoles 27 de abril clasifica ropa y víveres para los damnificados del terremoto. “Creo que es el momento de ayudar a quienes más lo necesiten. No podemos sentarnos y cruzarnos de manos ante el dolor”, reflexionó. (I)

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