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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Comerciantes de Naranjal se reinventan ante la crisis por el covid-19

Gustavo Coloma, dueño de un cibercafé, se ayuda con WhatsApp para atender a sus clientes..
Gustavo Coloma, dueño de un cibercafé, se ayuda con WhatsApp para atender a sus clientes..
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Por decisión del Comité de Operaciones de Emergencia (COE), en el marco de las restricciones sanitarias establecidas por el covid-19, desde el 1 de junio de este año, el cantón Naranjal, provincia de Guayas, pasó a semáforo amarillo.

Han transcurrido más de dos meses desde entonces y la ciudad se va reactivando económicamente de a poco, en medio de comercios quebrados, por no poder pagar el alquiler y otros que se han visto obligados a cambiar sus modalidades de atención al cliente, en aras de no desaparecer.

Tal es el caso de Elsa López, quien posee una tienda de ropa en la cabecera cantonal. Ella manifiesta que estuvo confinada en su casa dos meses y aunque su arrendatario le permitió diferir en cuatro cuotas mensuales el arriendo de su local comercial, catalogó su economía como “dura”.

“El dueño del local me ayudó, pero aún así la situación es dura, porque hay que cubrir la luz, el agua".

A pesar de que comienza a subir la clientela de su negocio, manifiesta que por lo menos el 50% de sus ventas bajaron en comparación al año anterior.

Cambio de hábitos

La pandemia ha contribuido para cambiar los hábitos de comerciantes y clientes, con la finalidad de obtener prácticas saludables. Dentro de la "nueva normalidad", cambió la forma de comprar y vender.

Algunos comerciantes como Gustavo Coloma, propietario de un cibercafé, utilizaron los recursos tecnológicos para conservar sus clientes.

“La comunicación cercana es importante para mantenerse emergente en estos tiempos difíciles de la economía. Mi negocio depende de las tareas escolares; los estudiantes me envían sus tareas por WhatsApp, luego yo les doy una hora específica para que vengan a retirarlos y así protegerlos a ellos y a mí mismo de cualquier contagio”, aseguró.

Por otra parte, hay jóvenes como Susana Salazar, quien perdió su empleo en el centro estilístico donde laboraba debido a que este cerró, sin embargo; mediante un crédito obtenido en una institución financiera de la localidad, emprendió su propio salón de belleza.

“Perdí mi trabajo, pero con la ayuda de Dios logré acceder a un crédito y coloqué este negocito (...) Decidí no quedarme con los brazos cruzados y esforzarme por mi hija”, manifestó.



Naranjal cuenta con 69.012 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) y aproximadamente 300 locales comerciales, pero a raíz de la pandemia por el covid-19, varios de esos establecimientos dejaron de funcionar, ya que sus propietarios no podían solventar los gastos.

Una mirada por el casco comercial de la ciudad evidencia puertas enrollables cerradas con rótulos de “Se Arrienda”. En algunas de ellas aún cuelgan sus letreros publicitarios de los negocios que hasta hace pocos meses atendían con normalidad. (I)

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