En los últimos 32 años, Colombia    afrontó dos desastres naturales que   marcaron al país para siempre: la avalancha del Nevado del Ruiz que sepultó a la población de Armero, con 23.000 personas enterradas, el 13 de noviembre de 1985, y el terremoto en el Eje Cafetero el 13 de enero de 1999, el cual dejó 1.185 muertos.

Desde estos dos hechos transcurrieron varias generaciones y todavía muchos familiares buscan a sus seres queridos.
La tragedia de Armero fue producto de la erupción del volcán Nevado del Ruiz el miércoles 13 de noviembre de 1985, que afectó a los departamentos de Caldas y Tolima.

Tras 69 años de inactividad la erupción tomó por sorpresa a los poblados cercanos, a pesar de que el Gobierno fue advertido por parte de múltiples organismos vulcanológicos desde la aparición de los primeros indicios de actividad volcánica en septiembre de ese año.

Los flujos piroclásticos emitidos por el cráter del volcán fundieron cerca del 10% del glaciar de la montaña, enviando cuatro lahares que descendieron por las laderas del nevado a 60 km/h. La población de Armero, ubicado a menos de 50 km del volcán, fue golpeada por la avalancha.

Un estudio realizado por el Banco Mundial (BM), la Agencia Colombiana de Cooperación Internacional y el Departamento Nacional de Planeación (DNP), sobre evaluación de riesgos naturales, señala que la tragedia del Nevado del Ruiz, que   afectó 13 municipios de Tolima y cuatro de Caldas, le costó al país el 2,05% del Producto Interno Bruto (PIB) de esa época, traducidos en $ 715,8 millones.

El cálculo sobre las afectaciones en la producción fue de $ 120 millones y los daños en las actividades primarias (agricultura y ganadería) se calcularon en $ 83,4 millones.

Tras la tragedia de Armero, el Gobierno expidió normas, entre ellas, una emergencia económica y la Ley 44 de 1987, que otorgó beneficios tributarios a las firmas que se asentaran en la zona del desastre. En Caldas, según la Asociación de Empresarios, de esa ola industrial hoy operan unas 11 firmas, que se ampliaron e hicieron inversiones. Este es considerado el último auge industrial de Caldas.

“Si esa ley no se da difícilmente la compañía Bellota, de capital extranjero, se hubiera ubicado en Manizales”, dice el gerente Comercial y Marketing de la firma, Carlos Polo.
La financiación de la reconstrucción y el levantamiento de los nuevos pueblos, como el de Armero Guayabal, que reemplazó al desaparecido Armero para dejarlo como un camposanto, se logró por los créditos obtenidos del Banco Mundial ($ 150 millones) y organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Para la arquitecta Mónica Sánchez, quien estudió la tragedia de Armero, la creación del Sistema Nacional para la Atención y Prevención de Desastres es uno de los mayores aprendizajes que dejó esa emergencia, porque hizo entender al Gobierno y a los ciudadanos que era necesaria la creación de una norma y una entidad para saber cómo actuar ante estos eventos.

El terremoto del Eje Cafetero

El 25 de enero de 1999 un terremoto de 6,2 grados en la escala de Richter estremeció el Eje Cafetero. A las 05:40 del mismo día, una réplica de 5,8 grados arrasó con lo poco que había quedado en pie.

Sin embargo, lo desarrollado por el Fondo de Reconstrucción y el Desarrollo Social del Eje Cafetero (Forec) consiguió darle otra cara a la tragedia. Hoy las ciudades de Armenia o Pereira lograron levantar su infraestructura y reconstruir su industria, por los $ 830 millones que el organismo invirtió.

La reconstrucción de los barrios de Armenia, Pereira y otros pueblos del Eje Cafetero, costó al país alrededor de $ 1.300 millones que se financiaron mediante recursos propios y créditos obtenidos del BID. (I)

LOS NÚMEROS DE LAS DOS TRAGEDIAS

Tras la erupción del Nevado del Ruiz, en total los daños fueron estimados en $ 246 millones que representaron el 0,7% del PIB. La emergencia y rehabilitación costó $ 14,7 millones (0,04% del PIB), la reconstrucción cerca de $ 360 millones (1,02% del PIB) y los gastos de funcionamiento fueron tasados en $ 95,1 millones (0,27% del PIB).

En el terremoto de 1999, de acuerdo con el estudio posterior de la Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe (Cepal) 1.185 personas fallecieron, hubo 731 desaparecidos y 8.523 heridos.

El desastre golpeó a los pobladores de Quindío, Risaralda, Valle del Cauca y Tolima, con 138 nuevas réplicas en el mes siguiente, algunas fueron hasta de 4,4 grados.
Cerca del 75% de la población de Armenia resultó damnificada y 95.000 viviendas y edificaciones fueron dañadas y otras destruidas.

El terremoto del Eje Cafetero afectó gravemente la economía de la región: más de 800 fincas dedicadas a la producción del café cerraron y cerca de 13.000 estructuras industriales fueron afectadas y dejaron pérdidas por más de $ 230 millones. El café es uno de los principales productos de exportación de Colombia.

La educación también resultó perjudicada por los daños que fueron estimados en $ 100 millones y el sector salud reportó 61 centros de asistencia médica afectados.

Actualmente, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, comprometió la ayuda necesaria para Ecuador tras el terremoto del sábado pasado que dejó 15 muertos y devastada la provincia de Manabí.

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Los ministros de finanzas mantienen contactos

Bogotá informará a Quito cómo se recuperó tras las catástrofes

El ministro de Hacienda de Colombia, Mauricio Cárdenas, informó que su país ofreció a Ecuador la experiencia que ha tenido en financiación para la atención de desastres naturales. El jefe de la cartera de Hacienda dijo que dicha cooperación fue anunciada vía telefónica a su par ecuatoriano, Fausto Herrera.

“Hemos tenido una relación muy estrecha y cercana con el ministro de Finanzas de Ecuador, Fausto Herrera. De hecho estuvimos juntos este fin de semana pasado en las reuniones del Banco Mundial (BM), antes del infortunado terremoto que sacudió a la hermana república. Hoy dialogamos para ponerle a su disposición toda la experiencia que tiene Colombia en el manejo fiscal asociado a las emergencias”, afirmó el funcionario.

Cárdenas recordó que Colombia ha  soportado emergencias naturales, una situación que aunque desafortunada ha entrenado al país en la atención oportuna de las mismas y la reconstrucción de las zonas afectadas.

“Colombia es un país que ha construido una experiencia porque cuando hemos tenido emergencias como el terremoto de Armenia y el Eje Cafetero en el año 99 o la ola invernal en 2010 y 2011, el país ha tenido la capacidad de generar medidas que hacen posible conseguir los recursos para atender esas emergencias, es decir el país ha logrado movilizar recursos en situaciones muy dramáticas, muy complejas, pero donde es necesario tener la capacidad fiscal para poder reconstruir”, precisó el funcionario.

Agregó: “suministraremos toda la información sobre los mecanismos institucionales: Colombia Humanitaria, Fondo Adaptación o en su época el terremoto del Eje Cafetero, el Fondo para la Reconstrucción del Eje Cafetero (Forec), cómo operan esas instituciones, cómo se estructuran y cómo se financian a través de las mismas emergencias donde se buscan unos recursos rápidos, inmediatos. Poner ese conocimiento, esa información al servicio de la República de Ecuador”.

Cárdenas expresó su disposición de visitar Quito si es necesario para apoyar esta tarea.  “Le expresé mi total disponibilidad en el momento que lo requieran, en el momento que lo necesiten me desplazaré a Ecuador para poderle explicar cómo han operado estos mecanismos y con qué recursos se han financiado”, concluyó.

Ayer el Congreso de Colombia rindió minuto de silencio en solidaridad con Ecuador, incluso el expresidente y senador Álvaro Uribe ordenó que se expidiera un comunicado solidarizándose con los ciudadanos de ese país y dijo que  el partido Centro Democrático creará una cuenta bancaria para que los ciudadanos hagan sus aportes.

La Cruz Roja Colombiana realiza tareas de búsqueda y rescate en Pedernales. Los 74 voluntarios iniciaron trabajos con binomios de búsqueda y rescate, salud en emergencias a través de la instalación de Módulos de Estabilización y Clasificación (MEC), manejo de cadáveres, alojamientos, telecomunicaciones y una planta potabilizadora de agua. (I)