El clima estimula el fuego; la chispa la enciende el humano
Las imágenes de los koalas y canguros pidiendo agua sobre el asfalto y huyendo de las llamas en Australia y la devastación del fuego en la Amazonía brasileña conmocionaron al mundo en 2019.
Los incendios también son parte de las catástrofes ambientales que afronta el planeta, no solo por el calentamiento global, sino básicamente por causas antrópicas (humanas), como la deforestación y la quema agrícola, de basura o la intencional.
Ecuador no está exento de esta problemática. Como ejemplo, en septiembre pasado se registró una deflagración en Loja que consumió unas 7.000 ha y a inicios de 2020 se afectaron otras 340 ha en el cerro Casitagua, en las afueras de Quito.
El Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias de Ecuador (SNGRE) confirmó que en los últimos cinco años el 2018 fue el que tuvo mayor impacto del fuego en el territorio nacional, con 4.298 conatos y daños en 27.614,51 ha.
El Cuerpo de Bomberos de Quito afrontó en la temporada seca de ese año 2.466 incendios, con daños a 849,14 ha. En 2019 se elevó a 2.595 focos y una afectación en 951 ha.
En 2019, en tanto, 2.258 incendios devastaron 22, 668,62 ha a nivel de país. En ese mismo período, Pichincha fue la provincia con más reportes, al sumar 461 eventos y 2.875 y 87 ha quemadas; seguida de Imbabura, con 362 conatos y 3.498,84 ha dañadas y Guayas con 229 focos y 2.197 ha quemadas.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) reveló que 2019 fue el más cálido desde 1850. El valor medio estuvo 1,1 °C por encima de la era preindustrial, un factor que contribuye a la magnitud del fuego.
La OMM confirmaba que, si bien las condiciones atmosféricas han exacerbado los incendios en el pasado, el momento y la ubicación de las detecciones de incendios a principios de la temporada seca de 2019 se correspondían más con labores de limpieza de tierras que con la sequía regional, de acuerdo con informes de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) y la Agencia Espacial Europea (ESA).
La acción humana y el clima
En Ecuador los datos apuntan a que un 99% de las llamas se desatan por la acción humana. Esa proporción a nivel global es del 90%, un pendiente en educación ambiental para cambiar prácticas que atizan los fuegos.
Los incendios forestales de mayor magnitud y frecuencia en este país ocurren a lo largo de la Cordillera de los Andes y en la Costa, según registros de la Dirección de Monitoreo de Eventos Adversos del Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias de Ecuador (SNGRE).
Las principales causales para los incendios forestales en la nación son el uso inadecuado del fuego en las actividades agropecuarias y acciones asociadas a la piromanía en áreas urbanas y suburbanas, en ese orden.
El fuego en las labores agropecuarias es una práctica común de arraigo cultural y es utilizada para renovación de pastizales, expansión de la frontera agrícola, preparación del suelo, limpieza de potreros y en algunas ocasiones su uso está asociado a la falta de mano de obra ya que es más fácil que contratar personal para la preparación manual del terreno. El profesor José Miguel Romero (UTPL) señala que a largo plazo esto no significa un beneficio.
La piromanía que provoca incendios forestales se desarrolla principalmente en los parques metropolitanos.
Pero las estadísticas no recogen los daños a los ecosistemas o a la flora y la fauna. La médico veterinaria Carolina Sáenz, coordinadora médica del Hospital de Fauna Silvestre Tueri, en la Universidad San Francisco de Quito, señala que “es importante que la gente se entere de que no solo se queman plantas y la vegetación, sino que dentro de ese ecosistema existe una infinidad de animales que son afectados”.
Cómo afrontar un cataclismo
Alexandra Ocles, titular del SNGRE, indicó que esa institución atraviesa un proceso para Acreditación para Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales en el Ecuador (BRIF), para proporcionar al país equipos especializados acreditados para el control y liquidación de incendios cuando sea superada la capacidad de respuestas locales en caso de un evento de grandes proporciones.
“Ello permitirá tener una mejor respuesta para salvaguardar la seguridad humana y los recursos naturales”, anotó la funcionaria.
Señaló que es preciso seguir trabajando en temas de educación ambiental. “Ninguna medida es suficiente si no se cuenta con el apoyo de la población, principal guardián de los recursos naturales”, precisó. (I)