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El Telégrafo
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Jóvenes y adultos de todas condiciones acuden para apoyar

40 mil kits por día salen desde dos grandes puntos

En el coliseo Abel Jiménez, al sur de Guayaquil, el espacio resultó estrecho para el trabajo de los voluntarios.
En el coliseo Abel Jiménez, al sur de Guayaquil, el espacio resultó estrecho para el trabajo de los voluntarios.
Foto: Eduardo Escobar/El Telégrafo
21 de abril de 2016 - 00:00 - Redacción Guayaquil

El coliseo Abel Jiménez Parra (sur) y el Centro de Convenciones (norte) de Guayaquil distribuyen diariamente hasta 20.000 kits de ayuda, cada uno (40.000 en total), hacia las poblaciones de Manabí y Esmeraldas.

Aproximadamente 23 camiones, 3 buses, 4 camionetas y 1 tráiler de 30 toneladas fueron cargados el lunes desde el escenario deportivo, con la ayuda de 600 voluntarios, informó Nelson Campanioni, director de Seguridad Ciudadana de la Gobernación del Guayas.

Las personas que colaboran con la tarea de clasificación, empaque y carga de las vituallas son divididas en tres turnos: 06:00 a 14:00, 14:00 a 20:00 y 20:00 a 02:00. Los coordinadores de los grupos se encargan de verificar que las vituallas embarcadas son las necesarias. Para ello, se encuentran en comunicación con colaboradores que están en los sitios afectados.

Entre los porteños que ayudan hay funcionarios públicos y empleados del sector privado. El jefe político del cantón, Juan Salazar, explicó que las compañías han colaborado hasta con el 50% de su personal.

La mayoría de las personas que participan en la clasificación de los insumos en el Abel Jiménez Parra son jóvenes y adultos. Muy pocas, como Fabiola Cortés, pertenecen a la tercera edad. Pese a que vive en Monte Sinaí y trabaja en un centro gerontológico del Guasmo Sur, interviene en la clasificación de vestimenta para los damnificados hasta las 19:00.

Una ventaja para Cortés es que sus hijos superan los 16 años, por lo que no se preocupa con quién dejarlos. Ella espera seguir colaborando mientras su salud se lo permita. No tiene seres queridos en Manabí o Esmeraldas, pero la solidaridad la motiva.

Mientras, en el Centro de Convenciones la actividad no es menos ardua. En la noche del martes, desde los exteriores, se observó una larga fila de personas que buscaban ingresar para acomodar las vituallas o empacarlas.

Al interior, las zonas de parqueo e ingreso a las instalaciones son ocupadas para colocar cajas y fundas que contienen alimentos no perecibles, como arroz, atún y fideos; además de gran cantidad de bidones de agua para consumo humano.

Allí hay quienes llegaron desde otros cantones, pese a limitaciones físicas, como Ginger Demera, de 17 años, oriunda de Nobol. La joven padece de hemangiomas -tumores no cancerosos causados por un crecimiento anormal de vasos sanguíneos-, lo cual provoca que su rostro permanezca hinchado. Pese a que le han recomendado el mayor reposo posible, decidió colaborar.

Así se encarga de la movilización de cartones y fundas con alimentos y la clasificación de ropa para infantes y niños. “Mañana podemos ser nosotros y si tengo que venir todos los días, lo haré”, ratificó Demera.

Las actividades en el Centro de Convenciones comienzan desde las 08:00. Las jornadas de ayuda iniciaron desde el pasado domingo. La salida de los vehículos se da entre las 00:00 y 06:00.

Medicina, agua, colchones, ropa y alimentos forman parte de los insumos distribuidos hasta la mañana de ayer.

Aproximadamente, 1.500 personas colaboran con el trabajo entre voluntarios, personal de instituciones privadas, Cuerpo de Bomberos, universidades, colegios y Municipio de Guayaquil. “Las estaciones de los bomberos  son usadas también para receptar los insumos, que aún siguen llegando por miles”, aseguró Martín Cucalón, jefe de la entidad.

Aproximadamente 300 uniformados han colaborado desde el pasado domingo. Así también se han enviado contingentes hacia Pedernales y poblaciones cercanas. Por el momento, se está dando prioridad a la entrega de alimentos, agua y medicina, por lo que se solicita a la ciudadanía que ya no se envíe ropa. (I)

DATOS

La Policía Nacional y las Fuerzas Armadas asignaron personal para acompañar a los vehículos de la Gobernación y Municipio, con el fin de garantizar la seguridad.

La sede del Ejecutivo en Guayas coordina los turnos para que en cada uno de ellos existan al menos 200 voluntarios en las tareas de clasificar y empacar los insumos.

El Cabildo porteño etiqueta con su logo los paquetes que serán entregados a los damnificados. En las redes sociales, circula un video donde se cuestiona la disposición.

En el coliseo Abel Jiménez Parra y el Centro de Convenciones se rotan las asignaciones de los trabajos, de tal manera que cada uno de los voluntarios cumpla más de una labor. Entre ellas: clasificación de insumos, embalaje de los paquetes y embarque a los camiones. (I)

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Es necesario que vayan con alguna organización y no por cuenta propia

Los voluntarios deben estar preparados emocional, física y psicológicamente

Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo

Personas emocionalmente estables, sin ningún trauma preexistente o algún tipo  de trastorno del ánimo, son las características que deben reunir los voluntarios que quieren ayudar en los trabajos que se realizan en las ciudades y cantones de Manabí y Esmeraldas, principales provincias afectadas por el terremoto registrado el último sábado.

“Es necesario gente que tenga una alta capacidad para tolerar fuertes niveles de estrés para saber cómo manejar y lidiar con sus emociones”, refirió Mariel Paz y Miño, coordinadora de la carrera de Psicología de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ). Para la profesional, lo ideal es que los voluntarios sean quienes tengan una experiencia previa en asistencia de desastres naturales o traumas. “Ellos ya saben cómo controlar sus emociones y afrontar el alto grado de estrés al que se ven sometidos”, acotó Paz y Miño, quien puntualizó que no es necesario ser profesional en un determinado campo para ser voluntario. “La experiencia previa es valiosa, pero también es importante aquella persona que no se perturba con facilidad y tiene alta tolerancia a la frustración y que puede frustrarse una y otra vez sin caer en la depresión o la angustia que requiera un apoyo adicional”.

Por ello, en instituciones de educación superior, como la USFQ o la Universidad Central, al momento se hace un análisis y se brindan directrices a los estudiantes que desean apoyar desde territorio manabita a los damnificados y sus familias.

Incluso el presidente Rafael Correa -ayer- pidió que quienes desean ser voluntarios se comuniquen con el ECU-911 para que este organismo les organice e indique los lugares o la forma en la que pueden apoyar. “Es mejor que los voluntarios vayan con alguna organización para que su ayuda sea más efectiva e incluso eso les brinda seguridad para poder apoyar mejor (...). Pero no deben esperar encontrarse en primera línea porque esa tarea les corresponde a las personas que tienen preparación en estos desastres”, refirió William Parra, secretario general de la Cruz Roja Ecuador.

Los voluntarios -además- deben estar en buenas condiciones físicas, de salud; y llevar su propia dotación de alimentos e indumentaria de sobrevivencia. “Estamos hablando de una situación en la que se debe pasar hambre, frío, incluso pasar despierto y no ser proclive a las enfermedades”, reiteró Paz y Miño, quien dijo que si los voluntarios no tienen estas condiciones se vuelven una doble carga porque las situaciones que se presentan en la zona del desastre pueden reavivar condiciones psicológicas anteriores.

“Toda persona que quiera ser voluntaria debe estar consciente de sus habilidades y hasta dónde va su capacidad a nivel emocional. No deben someterse a situaciones que alteren su condición y empeoren lo que ya se vive en Manabí”. (I)

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