No podemos sentir alegría plena. Lo de ayer fue tenso, satisfactorio, pero insuficiente para los sueños de todo el país. Sufrimos con intensidad. Y nuestro mejor aliciente fue Énner Valencia, quien ahora es el digno y ejemplar reemplazo del ‘Chucho’ Benítez.

De todos modos, algo pasa en el equipo: Antonio Valencia no está en su mejor nivel y carece de la autoridad en la cancha de otras ocasiones; Jefferson Montero no tiene nada que ver con el gambetero desequilibrante que era; y, a pesar de que ayer jugó mucho mejor, Juan Carlos Paredes no es ese animador permanente por la banda derecha que ilusiona a todos.

Honduras reveló a un equipo con algunas dificultades para defender, pero sobre todo para construir ataques agresivos y concretar goles. Los dos tantos del ‘ídolo’ de ahora tuvieron esa iluminación que deja sombras también.

De hecho el rival de ayer tuvo la ventaja de jugar con fuerza y con la mirada adelante. No contó con una media creativa y las únicas fallas fueron en la marcación en el área chica donde se concretaron los goles ecuatorianos.

Reynaldo Rueda tiene la obligación de recuperar ese espíritu creativo, colectivo y de inteligencia de un equipo con todo el talento para llegar lejos. Pero su planteo, otra vez, evidenció que no tiene una estructura sólida del medio para atrás. Y si bien Felipe Caicedo constituye una amenaza permanente, adelante no es todavía la fórmula que se requiere para dar confianza al conjunto.

Los primeros minutos, además, para los dos elencos, fueron de un nerviosismo insistente: no hubo precisión en los pases, mucho cuidado en los extremos y una conservadora actuación de los delanteros. Y con el gol de Honduras vino una mayor decepción, pues, de nuevo, la defensa comete el error crónico: no controlar balones y tampoco a jugadores con habilidad en espacios reducidos.

Con todo y eso Énner Valencia resolvió eficientemente y con calidad lo que todo goleador está obligado: hacer goles en los momentos oportunos y del modo más profesional. Con él los ecuatorianos más antiguos recuerdan a Alberto Spencer. Con tres goles en dos partidos ya es uno de los artilleros históricos de nuestra selección y ahora, frente a Francia, será uno de lo más cubiertos. La Tricolor tiene un fuerte estímulo para el próximo partido. Y solo debe ganar para asegurar, por segunda ocasión, el paso a octavos de final. Tiene el talento y el espíritu para ello.

Por eso estos días el técnico debe acentuar en el control del balón y trabajar con más rigor en la defensa. Serán días de alta concentración. No hay otra oportunidad y todos los ecuatorianos, sabedores del nivel de Francia, entendemos y queremos que ese partido sea la consagración para la alegría colectiva.