Entrevista / gonzalo toro / presidente del Gremio de Artesanos del Calzado
“Salvaguardias son una bendición”
En 2009 el Gobierno ecuatoriano aplicó salvaguardias comerciales para enfrentar la baja en el precio del petróleo y el desequilibrio en la balanza comercial. La medida estuvo vigente hasta 2010, sin embargo, según el empresario y presidente del Gremio de Artesanos Profesionales del Calzado (Gaprocal), Gonzalo Toro, se impulsó su sector de manera insospechada: Ecuador pasó de una producción de 13 millones de pares de zapatos al año a 36 millones, por lo menos.
Para el propietario de Manufacturas Rey, fabricante de 2 marcas de calzado nacional, estas medidas resultaron una “bendición” y ahora, aplicadas nuevamente, deben servir para que los industriales se decidan a producir más y mejor.
¿Se espera un beneficio similar en los próximos 13 meses de vigencia de las salvaguardias arancelarias?
Los resultados se verán a partir del segundo semestre del año porque todavía hay mucho calzado importado en stock.
¿Cómo debe responder el sector a esta medida?
El Gobierno apoya el sector, pero los productores están en la obligación de responder no solo en cantidad sino también en calidad. En la primera salvaguardia, que duró hasta mayo de 2010, tuve que ir a Brasil para ver cómo se producía en el país y noté que estábamos en un nivel bajo, atrasados como 30 años. En general, no se trata de que las cosas caigan del cielo, hay que invertir y renovarse. Primero hacer crecer las empresas.
¿Cuánto invirtió usted y en qué tipo de tecnología para lograr el desarrollo de su empresa?
No más de $ 30.000. La maquinaria para calzado no es excesivamente costosa, una puede costar entre $ 8.000 y $ 9.000, pero la tecnología aplicada al ensamblado del zapato es lo que garantiza la calidad, pues regula aspectos como la temperatura del pegamento para reactivarlo y así evitar que se despegue cuando se usa.
Hay que ganar la confianza de los comercializadores y clientes con un zapato de buena calidad...
Claro, el tema es que las grandes cadenas y comercializadores comiencen a fijarse en nosotros porque estás haciendo un producto de igual o mejor calidad que el importado.
¿A quiénes provee usted y cuánto produce?
Con las dos marcas, Degatis y Lady Shoes, abastezco a cadenas como Favorita, El Rosado, Super Éxito, Pony Store. Son alrededor de 12.000 pares al mes que fabricamos, incluso estamos ampliando la infraestructura.
¿Qué hace falta a otros productores para alcanzar competitividad?
Falta visión entre los artesanos. El problema es que muchos piensan que lo saben todo. He podido ver, incluso como presidente del gremio, cuando hacemos cursos que ante cualquier sugerencia la gente responde: “Pero eso sí lo sabemos”. Pero no se trata de eso. Por ejemplo, cuando fui a Brasil, me di cuenta de que no sabía nada y que uno nunca deja de aprender.
¿Cuáles son las limitaciones a las que se enfrenta el sector?
La dependencia que tenemos en el país de materias primas importadas. Por ejemplo, aquí se fabrica cierto tipo de suelas, pero los insumos son comprados en otros países y hay tipos de suelas que no se producen localmente, al menos de la calidad que se necesitan. Lo mismo ocurre con el cuero sintético. Es un tema en el que hay que trabajar. Las hebillas son importadas también, yo las mando a fabricar a Colombia porque aquí no hay quién las haga de este tipo. No puedo usar unas de mala calidad porque se rompen y tampoco debo entregar un producto así a una cadena de categoría. Ahora también hay sobretasas arancelarias en los adornos de las zapatillas. Ese es el gran problema de la industria.
¿Ha notado algún avance últimamente en estos temas?
En Ambato hay una fábrica que trabaja muy bien en la producción de textiles de zapatos que lleva un proceso especial para que no se deforme el calzado. Eso es un avance. (I)