Alrededor del 80% de los recursos económicos se usa en el gasto diario de los hogares
Remesas generaron 6.000 negocios en Azuay y Cañar
Viviendas de 3 y hasta 4 pisos, lujosas y diseñadas a gusto de sus propietarios, se levantan en medio de la ruralidad austral como evidencia del paso de una buena cantidad de recursos económicos por la zona.
“Son enormes, incluso para el grupo familiar, algunas tienen 2 o 3 tiendas”, comentó Magaly Quezada, alcaldesa de Nabón, cantón del extremo sur-este de Azuay y receptor del 6,8% de las remesas que llegan a la provincia, según datos del Banco Central del Ecuador (BCE).
Muchas de estas casas estan ocupadas por las familias, afirmó Quezada, y de ellas no se desprende mayor ganancia, pero al menos brindan cierta garantía económica a los hijos, hermanos, padres o abuelos que quedaron en la tierra natal.
La adquisición de viviendas y vehículos es muy común entre los migrantes del Austro y se comprueba a simple vista. Sin embargo, tratar de responder si el envío de dinero desde el extranjero ha traído una prosperidad sostenible a esta zona -y para otras del país incluso- tiene sus riesgos. No hay datos precisos de en qué se gastan o invierten estos recursos, solo aproximaciones.
Gioconda Herrera, vicerrectora académica de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y experta en temas de migración, dijo que, según varios estudios, entre el 60% y 70% del dinero enviado por los ecuatorianos en el exterior se destinó al gasto diario y de primera necesidad de los hogares, como alimentación, servicios básicos y vestimenta.
El 30% restante tuvo fines productivos, aunque “dependiendo del entorno” y con resultados que varían con el tiempo.
Herrera señaló que se han detectado montos “interesantes” utilizados en salud y educación y que llegaron como un paliativo durante la crisis económica cuando Ecuador vivió el apogeo de la migración. “Esta fue una manera de asumir los riesgos relativos a la salud, si había una persona enferma en la familia, las remesas eran de gran ayuda”.
Así también, las madres enviaban dinero para la educación de sus hijos, principalmente la superior. Esto ha sido más común en los entornos urbanos.
El envío de remesas en Ecuador se mantiene, e incluso tuvo un repunte del 0,5% el año pasado, cuando llegó a los $ 2.461,7 millones, frente a los $ 2.449,5 millones de 2013. Esto luego de una vertiginosa diminución ocasionada por la crisis en los países de origen del dinero, principalmente España, en donde los ecuatorianos, según un informe del Fondo Multilateral de Inversiones (Fonim), tienen una participación del 7,7% dentro de la población migrante proveniente de América Latina.
Ahora, en el caso puntual del Austro, la zona pasó de recibir $ 1.450 millones en 2007 a solo $ 825,6 millones en 2014.
A Esteban Cornejo, vendedor de una compañía de bienes raíces de Cuenca, le afecta este descenso. Aseguró que si ahora vende 3 casas, en la mejor época de las remesas vendía 10. “En diciembre perdí 3 negocios”, apuntó.
Además, comentó que, desde su experiencia vendiendo propiedades a personas del campo, ha notado que trámites obligatorios -como llenar los formularios de origen lícito de fondos para transacciones de más de $ 5.000- resultan incómodos para sus clientes. Aseguró que prefieren guardar su dinero en casa y pagar al contado. “He visto personas que llegan con sacos de dinero para ponernos a contar”.
Según el vendedor, la mayor motivación de los habitantes del Austro al comprar una vivienda es que sean comerciales, que sirvan para arrendar y les genere un ingreso.
En tal sentido, la alcaldesa de Nabón cree que dicho interés responde también a la falta de otras posibilidades.
Negocios incipientes
Una vez esclarecido el destino de la mayor parte de las remesas, queda preguntarse: ¿en qué se usa el porcentaje restante?
El investigador y profesor de la Facultad de Economía y Administración de la Universidad de Cuenca, Ramiro Mendieta, publicará en los próximos meses su libro Remesas y disparidades económicas territoriales, donde se incluye un análisis sobre el fenómeno migratorio.
Durante su investigación, Mendieta siguió la pista al 20% de las remesas que, según afirmó, se destinan a la inversión productiva, particularmente en Azuay y Cañar.
Mendieta detalló que en la primera provincia existen alrededor de 5.000 empresas formadas por migrantes; y en la segunda, apenas 1.000. “Ahí ya vemos una diferencia”.
La mayoría de estos emprendimientos se centra en el sector de manufactura y el resto en servicios relacionados a las vocaciones productivas de las localidades que, en esencia, son turísticas o de transporte y comida.
Para Gioconda Herrera, se trata de un “hallazgo interesante”, aunque afirmó que generalmente se trata de casos aislados que requieren de recursos adicionales, tales como buenas vías para comercializar, si se trata de emprendimientos agrícolas.
La investigadora no está lejos de la realidad. Mendieta encontró grandes vulnerabilidades, pues la mayoría de emprendimientos está relacionada al comercio. “No tienen mayor incidencia porque no generan valor agregado y tampoco empleo”.
Para el investigador, el hecho de que las remesas en Ecuador representen un monto 5 veces mayor al de la inversión extranjera directa, además de sostener gran parte de la economía, es razón suficiente para que el debate público se centre en saber cómo aprovecharlas.
De momento, una de las mayores preocupaciones que expone el académico es que, si más del 70% del dinero se dirige al consumo, resulta fácil que los recursos se atomicen en gastos suntuarios y no se construya la prosperidad anhelada.
La alcaldesa de Nabón concuerda con esta visión y cree que existe poca orientación sobre cómo administrar un negocio y generar empleo. “Hace poco, productores agroecológicos de Nabón nos comentaban que necesitaban vehículos con sistemas de refrigeración para transportar hortalizas hasta Cuenca y que no se dañen. Esto es apenas un ejemplo de uno de los negocios que se podría emprender”.
Por ahora, quienes deciden regresar al país con ciertos recursos son los que determinan invertir en tecnificar sus fincas y generar mayor productividad. (I)
El reto de usar las remesas para el desarrollo
El Banco Mundial (BM) proyecta que para 2016 el flujo de remesas, incluidas las de países de ingreso alto, llegue a $ 681.000 millones. Las proyecciones para 2014 del organismo fueron de $ 436.000 con un volumen de aumento del 7,8%.
En su informe bianual emitido el año pasado, el BM dijo que las remesas se mantendrían estables, pese al aumento de las deportaciones en algunos países de acogida.
De acuerdo con el BM, en muchos países del mundo, las remesas siguen siendo una fuente fundamental de recursos externos y exceden con creces la asistencia oficial para el desarrollo; además, son más estables que la deuda privada y los flujos de capital de cartera.
En muchos de estos países proveen cantidades importantes de divisas, superan los ingresos provenientes de las principales exportaciones y cubren una generosa proporción de las importaciones. Por ejemplo, en Nepal, las remesas superan en casi el doble a los ingresos por concepto exportaciones de bienes y servicios, mientras que en Sri Lanka y Filipinas representan más del 50% y 38%, respectivamente. En India alcanzaron los $ 68.000 millones en 2013, cifra mayor que los $ 65.000 millones obtenidos de las exportaciones emblemáticas de servicios de software del país.
El reto consiste en aprovechar estos grandes flujos anuales de efectivo para fines de desarrollo. (I)