Productores de Galápagos optan por lo orgánico
Clemente Troya, agricultor de la isla Santa Cruz, en el archipiélago de Galápagos, utiliza abono orgánico para sus cultivos. “Es especial para la producción de las hortalizas”.
Similar sistema maneja Esperanza García, quien cultiva piña, tomate, pimiento, arveja, verduras y vainitas. Ambos agricultores son parte de los 209 productores de Galápagos que implementan diversas tecnologías para cultivar de manera más amigable con el ambiente, como propone el Plan de Bioagricultura para Galápagos, ejecutado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap).
El plan fue presentado en junio de 2013 a la Presidencia de la República, que dispuso su desarrollo. Los objetivos son recuperar el rol de la actividad agropecuaria en Galápagos, para generar seguridad alimentaria con la provisión local de alimentos; y contribuir al control de especies invasoras, tanto por la ocupación directa del espacio agropecuario, como por la disminución del riesgo de ingreso de nuevas especies con los alimentos importados.
El plan se basa en la diversificación de los agroecosistemas, de las 23.313,60 hectáreas de tierra agropecuaria, cerca del 3% del territorio insular, a través de cosechas múltiples sobre la misma superficie, asociación y rotación de cultivos, diseño e implementación de sistemas agroforestales que, además de incrementar la productividad por área, favorezcan la generación de biomasa y reciclaje de nutrientes. De esta manera aportan a la creación de microclimas que disminuyen por las pérdidas de humedad.
Se trata de estructurar sistemas de cultivo que permitan disminuir el uso de fertilizantes sintéticos, pesticidas e insumos externos, así como lograr mayor estabilidad frente a contingencias del clima.
La diversificación de los sistemas productivos también provee una variedad de productos alimenticios para el autoconsumo y los mercados.
Para Juan Carlos Guzmán, director provincial del Magap en Galápagos, “el plan de bioagricultura constituye una formulación de largo plazo alineada a los grandes objetivos nacionales”.
Indica que el punto de partida fue un proceso de planificación participativa con los productores de las cuatro islas pobladas, de las que se desprendieron compromisos mutuos, entre la institución y los agricultores para fortalecer la producción.
Entre las tecnologías aplicadas constan la bioseguridad, sanidad y manejo animal; manejos agroecológicos de plantas y enfermedades; agroecológico de suelo; de cafetales (renovación de plantaciones y control de roya); de cultivos anuales y de ciclo corto; y de humedad del suelo (incluido riego) de pastizales. Además, la nutrición adecuada de cultivos; tratamientos pos cosecha; sistemas agroforestales y manejo de cítricos, así como el uso racional y adecuado de agroquímicos.
Guzmán aclara que el cambio hacia una agricultura más sana no es solo responsabilidad de los agricultores y las instituciones estatales, ya que la ciudadanía -a través de sus preferencias de consumo- determina lo que se produce, e incluso la forma como se lo hace.
Agrega que, por ahora, 18 instituciones locales conformaron la red de promoción de la producción y el consumo local. (I)
