1,2 millones de mujeres son emprendedoras
Manuela Botero, Mónica Castro y Magaly Caicedo lideran sus propios negocios. Cada una decidió emprender por diferentes motivos, pero a las tres las une el empoderamiento, independencia económica y ganas de innovar.
Cuando Manuela y su esposo perdieron sus empleos en 2015, ella decidió que era el momento de emprender. Así nacieron “Las hamburguesas de Manuela”, un pequeño local en Quito que ofrece hamburguesas de carne, pollo y vegetarianas.
Para Manuela, quien llegó al país desde Colombia hace más de 20 años, su negocio le ha permitido insertarse mejor en la comunidad ecuatoriana. Manejar sus propios horarios le permite ejercer su profesión, el periodismo, de manera independiente.
Manuela Botero es la propietaria del restaurante Las hamburguesas de Manuela, negocio que le permite mostrarse tal y como es. Foto: Mario Egas / El Telégrafo
Ecuador es reconocido por su tasa de actividad emprendedora temprana (TEA).
Hasta el año 2017, según los últimos datos disponibles del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), es la más alta de la región, seguido por Perú y Chile.
Según el estudio, alrededor de tres millones de adultos empezaron el proceso de puesta en marcha de un negocio (emprendimiento naciente) o poseían uno con menos de 42 meses de antigüedad (emprendimiento nuevo), lo que representa el 29,6% de la población entre 18 y 64 años.
En Ecuador hay 1’200.623 mujeres emprendedoras, frente al 1’738.553 de hombres, según la Encuesta de Empleo, Desempleo y Subempleo del INEC, publicada en abril de 2019.
De los 7’786.532 personas con empleo, 48.663 mujeres son patronas de una empresa y 1’151.960 trabajan por cuenta propia. Las principales actividades que realizan son agricultura y ganadería, comercio, y actividades de alojamiento.
El país también se distingue porque las proporciones de hombres y mujeres en la TEA son similares. Sin embargo, las motivaciones entre géneros son las que difieren.
En 2017 lideraron los hombres con emprendimientos por oportunidad, mientras que las mujeres lo hacen por necesidad.
En el caso de los millennials (nacidos entre 1980 y 2000) además de necesidad, hay mayor proporción de mujeres que emprenden en busca de independencia.
A criterio de Jéssica Jaramillo, abogada y presidenta de la Fundación contra la Violencia de Mujeres, Niños, Niñas y Adolescentes, los emprendimientos femeninos también se han convertido en una forma de combatir la violencia de género y la pobreza.
Las mujeres que emprenden por necesidad realizan actividades informales, como vender ropa, artesanías o comida, pero no tienen ningún tipo de seguridad social, no tienen formación académica y enfrentan pobreza.
Para combatir esto, Jaramillo considera que se requieren políticas públicas. Propone crear incubadoras de empresas para mujeres.
“Lograr un empoderamiento de mujeres desde el sostenimiento de los emprendimientos con incubadoras fortalecerá una red local de emprendimientos femeninos”, explicó la abogada.
Según un estudio del banco BBVA, entre el 70% y el 80% de los emprendimientos que se inician sin una incubadora fracasan en el primer año de vida. Mientras que si son “incubados”, entre el 70% y 80% logran rebasar el año y se afianzan.
Jaramillo cree que la línea de crédito productivo que impulsa el Banco Central del Ecuador (BCE) para mujeres víctimas de violencia de género es positiva.
El BCE tiene un fondo de $ 10 millones para víctimas. Una de ellas fue Magaly Caicedo, quien recibió $ 3.000. Tiene un local de morocho y empanadas en Carapungo (norte de Quito) y con el crédito comprará nuevos equipos para así salir adelante con su hijo.
Asimismo, las mujeres beneficiarias del Bono de Desarrollo Humano pueden reemplazarlo por el Crédito de Desarrollo Humano.
Mónica Castro, por ejemplo, levantó un microemprendimiento con un préstamo de desarrollo social. De los $ 77 que recibía del Bono Variable, hoy recibe $ 27 porque el Gobierno le adelantó $ 500, con los que compró una máquina de coser industrial.
Según el GEM, Ecuador se destaca en habilidades para emprender y redes de contacto. Propone construir políticas que impulsen la competitividad y fomenten el desarrollo de emprendimientos innovadores. (I)