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El Telégrafo
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Marunouchi, el barrio que mira hacia el futuro

La estación de trenes más concurrida de Japón está en Marunouchi, Chiyoda, cerca del Palacio Imperial y de Ginza, uno de los sectores comerciales con mayor actividad en Tokio. La imponente estructura fue restaurada en su forma original en 2012.
La estación de trenes más concurrida de Japón está en Marunouchi, Chiyoda, cerca del Palacio Imperial y de Ginza, uno de los sectores comerciales con mayor actividad en Tokio. La imponente estructura fue restaurada en su forma original en 2012.
Foto: Gaijinpot
17 de marzo de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

En Japón se puede llegar al cielo de diversas formas. La empresa Sumitomo Forestry se planteó hacerlo de manera sustentable y con madera.

En febrero de este año, la compañía japonesa se propuso construir en Tokio un rascacielos de madera de 350 metros de altura. Esta construcción, que estaría lista en en 2041, sería la más alta del mundo en su tipo.

El proyecto, que se llamará W350, valdrá unos 600 billones de yenes (4.533 millones de euros), cerca del doble de lo que costaría construir un edificio normal de esas características, informó a EFE un portavoz de la empresa.

El rascacielos tendrá 70 pisos y se construiría en el centro de Tokio. Su estructura estará combinada con metal y madera (este último representará el 90% de los materiales) y por su fachada treparán plantas.

“Para nuestra hoja de ruta, deberemos construir primero un edificio menor, de unos 70 metros de altura y 14 pisos, antes de poder adentrarnos en el gran proyecto”, dijo el portavoz, quien no confirmó la fecha en la que estará terminada esa otra edificación.

El interior del W350 también será de madera y tendrá 455.000 metros cuadrados de construcción, en los que habrá departamentos, oficinas y tiendas, todos ellos rodeados por follaje y cascadas, para así “convertir las ciudades en bosques”.

Este tipo de proyectos por fuera de Japón resultan absolutamente novedosos, imposibles, inverosímiles e, incluso, inútiles. Pero para un país que desde la segunda mitad del siglo XX no ha parado de innovar, una construcción de estas características resulta vital para mejorar su sostenibilidad ambiental.

En 2013, un estudio del Journal of Sustainable Forestry reveló que la producción del acero y el hormigón representan el 16% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Sin embargo, con construcciones de madera, la industria inmobiliaria podría reducir sus emisiones en el 31%, como concluyó un estudio de la Escuela de Silvicultura y Estudios Ambientales de Yale.

El Gobierno japonés  aprobó en 2010 una ley de promoción de la madera para la construcción de edificios públicos. Debido a esta medida, el W350 incorporará maderas que aguanten las llamas durante tres horas, lo que evitará que el edificio arda con facilidad.

A su vez, la leña residual puede utilizarse como combustible para generar energía de biomasa.

A finales del anterior año, Canadá concluyó un edificio con estas características, pero mucho más pequeño. Según la web especializada en arquitectura Arch Daily, esa construcción mide 53 metros. Otros proyectos de este tipo fueron anunciados en diferentes partes del mundo, como en Chicago, que planea edificar una torre de 244 metros de altura.

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Desarrollo urbano en Tokio: la experiencia de Marunouchi
Situado en una de las zonas más privilegiadas de la capital japonesa –entre el Palacio Imperial y la Estación Central de Tokio–, el barrio de Marunouchi, en Chiyoda, se ha convertido en uno de los mejores ejemplos de desarrollo sostenible en el mundo.

Marunouchi –junto con los distritos de Otemachi y Yurakucho– concentra la mayor actividad financiera de Tokio y ha sido manejada –en una alianza pública-privada– por Mitsubishi Estate Group, quienes trabajan como desarrolladores inmobiliarios, administradores de propiedades e innovadores en arquitectura contemporánea.

Taku Tanikawa, gerente del área de promoción del departamento de desarrollo urbano de Mitsubishi Estate, señaló que los ingresos consolidados de 92 compañías que se ubican en esta área representan el 25% del Producto Interno Bruto de Japón (135 trillones de yenes).

Marunouchi ha sido el centro de la política, economía y cultura de Japón durante más de 400 años y como centro de negocios internacionales por más de 100 años, desde que su primer edificio de oficinas –el Mitsubishi Ichigokan– fue construido en 1894.

Esta zona, según Tanikawa, se extiende a 120 hectáreas, tiene capacidad para más de 4,000 corporaciones nacionales y globales de primera clase y, actualmente, trabajan 280.000 personas.

Cuando Marunouchi fue comprado al gobierno en 1890, era un campo salvaje cubierto de plantas y servía también para entrenamientos militares. Pero luego de 100 años, este sector se ha convertido en el principal centro de negocios de Japón.

Ubicado cerca de Ginza –una de las zonas más caras de Tokio y donde se concentra la mayor cantidad de tiendas de marca–, Marunouchi es reconocida como símbolo de la urbanidad sostenible.

Una de sus apuestas más reconocidas ha sido el Proyecto de Reurbanización Marunouchi, que comenzó en 2001 y se propuso convertir al barrio en “la ciudad más vivaz e interactiva del mundo”.

“La globalización, la necesidad de nuevas instalaciones, el colapso de la burbuja económica y la disminución de la competitividad de Japón han hecho que este sector se reurbanizara”, dijo Tanikawa en una de las oficinas de Mitsubishi Estate.

Marunouchi ha agregado a a su infraestructura financiera instalaciones comerciales, museos de arte y espacios públicos verdes.

Junto con frecuentes eventos comunitarios, estos avances han hecho del barrio comercial y financiero un lugar donde las personas y las empresas no solo trabajan, sino que también interactúan en una base social.

En 2002, el número de visitantes a Marunouchi fue de 60.500 personas, mientras que en 2016 fue de 75.300 (solo los viernes). El número de oficinas creció de 3.523 en 1996: a 4.300 en  2014. Y el número de trabajadores se incrementó de 220.700 en 1996, a 280.000 en 2014.

Tanikawa confirmó que uno de los principios que orienta el desarrollo de esta ciudad es la conservación de infraestructuras patrimoniales. Por ejemplo, el Mitsubishi Ichigokan, que fue derrocado en el anterior siglo, fue reconstruido siguiendo su modelo original.

El pasado febrero, una delegación de periodistas latinoamericanos pudo constatar que aquel primer edificio de oficinas lucía muy bien conservado y dialogaba con la infraestructura más vanguardista del sector.

Incluso, la Estación Central de Tokio, construida en 1914 y que fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial, fue restaurada íntegramente en 2012 con materiales de edificios aledaños.

El Mitsubishi Ichigokan (ahora museo) fue diseñado en 1894 por el arquitecto inglés Josiah Conder por invitación del gobierno japonés, no mucho después de que el país había terminado un largo período de reclusión nacional, recordó Yaku Tanikawa.

La estructura, erigida por Mitsubishi como el primer edificio de oficinas de estilo occidental en Marunouchi, hace uso del estilo de arquitectura Queen Anne que fue popular en Inglaterra a fines del siglo XIX.

Fue Yanosuke Iwasaki quien compró al Gobierno japonés ese sector y quien asumió el liderazgo de Mitsubishi tras la muerte de su hermano mayor, Yataro. El segundo presidente de Mitsubishi fue el arquitecto de la diversificación que puso al grupo en el camino que sigue hoy. El segundo presidente de Mitsubishi creció en una era de rápidos cambios. 17 años más joven que su hermano, llegó a la edad adulta justo cuando Japón eliminó su sistema feudal de gobierno.

Ahora los retos son múltiples y más arriesgados. Según una nota de The Japan Times, Mitsubishi Estate Co ingresará a la agroindustria como parte de los esfuerzos para remodelar sus negocios para el crecimiento futuro y planea producir tomates cherry con alto contenido de azúcar.

Aun cuando la capital japonesa es un territorio con altísimos estándares de optimización de energía y tiene los más elevados niveles de aseo mundial –todos los baños cuentan con un washlet–, Marunouchi es el mejor ejemplo entre las naciones para idear ciudades que el futuro –antes de colapsar– necesita. (I)

Las estructuras más modernas de Marunouchi conviven con edificaciones patrimoniales que, pese a que fueron derrocadas, se las volvió a construir. Foto: expedia.com

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