María Mero: "Crecer para combatir a la pobreza"
Según el último informe de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) “Panorama Social 2012”,
Ecuador es el tercer país menos desigual de la región, mientras que en 1996, fue el tercer país con mayor desigualdad. ¿Los avances en la lucha contra la pobreza son parte de este resultado reflejado en un coeficiente de Gini, que mide el nivel de concentración de la riqueza, más bajo?
Los cambios acumulados dan cuenta de una evidente reducción de la desigualdad pasando de un coeficiente de Gini de 0,6 en 1996 a 0,47 en 2012. Las tasas de pobreza más bajas la tienen países como Argentina con 5,7%, Chile con 11 % y Uruguay con 6,7%. Ecuador alcanzó una
tasa de 32,4% en 2011.
Uno de los desafíos que enfrenta la región es reducir los elevados niveles de desigualdad en la distribución del ingreso. En la mayoría de los países se observa que un reducido número de la población acumula una gran proporción de todos los ingresos generados, mientras que los más pobres sólo alcanzan a recibir una escasa porción. El promedio simple de los valores de los 18 países de los que se tiene información muestra que el 10% más rico de la población recibe el 32% de los ingresos totales, mientras que el 40% más pobre recibe el 15%.
En Argentina, Ecuador, El Salvador, México, Nicaragua y Perú se registran valores mayores en el extremo inferior de la distribución (un 16% o un 17%) y algo menores entre el 10% más rico (en torno al 30%).
El balance con respecto a inicios de la década del 2000 muestra una clara tendencia a la reducción de la concentración del ingreso, una dinámica que ha distinguido al proceso de desarrollo de América Latina en el último decenio y que implica un cambio en la tendencia imperante en al menos los dos decenios anteriores.
En ese mismo informe se afirma que el 40% más pobre recibe el 15% del ingreso, mientras el 10% mas rico recibe el 32% en Latinoamérica. Según usted, esta conclusión demuestra un cambio importante en la distribución del ingreso, ¿Cuáles han sido las políticas redistributivas para obtener este resultado?
A nivel regional, el promedio simple del índice de Gini de los ingresos laborales de los ocupados es similar al del ingreso per cápita, aunque se observan situaciones diversas según el país en relación
a los grados de concentración de ambas variables.
Los cambios en la distribución del ingreso de los ocupados ejercieron una importante influencia en la dinámica de la concentración del ingreso total per cápita.
Al diferenciar los ingresos laborales entre los sueldos y salarios de los empleados dependientes con las remuneraciones de los trabajadores independientes, se observa que en la mayoría de los casos las disminuciones de los primeros han sido mayores, o que los aumentos resultaron menores.
Con los actuales niveles de inversión pública en el sector social, la extrema pobreza se ubicó en 9%, mientras que hace seis años atrás, con niveles menores de gasto social, se obtuvieron resultados similares en materia de reducción de la pobreza. ¿Cuál es la explicación para que se hayan obtenido dichos resultados en condiciones macroeconómicas diferentes?
En el actual escenario que vive la región y el Ecuador se tiene una alta tasa de crecimiento del Prodcuto Interno Bruto (PIB) global. Disminuir la pobreza o darle garantía a la población de bienestar, dependerá de cuánto sea el crecimiento de la economía, pero a la vez, si se mide el bienestar en el largo plazo, es necesario ver cuánto es el nivel de consumo por trabajador, por lo
cual, es necesario analizar cuatro factores: la tasa de consumo, la tasa de ahorro, la tasa de crecimiento de la población y el crecimiento de la productividad.
En el periodo del presidente Correa se han manejado altos ingresos petroleros, con una óptima recaudación tributaria, lo que le ha permitido desarrollar obras de infraestructura en las áreas de salud, educación, vivienda, red vial. Sin embargo, éstas son medidas para el mediano plazo, pero se las debe pensar para un largo plazo.
Todos los indicadores de pobreza en el Ecuador demuestran una baja sustancial de los pobres en la última década, ¿A qué se debe ese fenómeno?
La Cepal proyecta que la región finalizará el 2012 con 167 millones de personas en situación de pobreza, equivalente al 28,8% de los habitantes. El número de personas en extrema pobreza o indigencia llega a 66 millones. En 1990, eran 204 millones de pobres, equivalente al 48,4% de los habitantes, por lo que 20 puntos porcentuales es una disminución significativa.
Las actuales tasas de pobreza e indigencia a nivel latinoamericano son las más bajas observadas en los últimos treinta años, pero aún estamos frente a niveles inaceptables en muchos países.
Hace unas décadas los pobres constituían el segmento más amplio de la población latinoamericana. Esta disminución es el resultado de una transformación social, reflejado en un crecimiento económico sostenido.
El PIB per cápita creció a un una tasa anual de 2,2% entre 2000 y 2010, que representa una mejora sustancial comparada con el 0,2% negativo en los años 80 y, un 1,2% positivo en los años 90.
Además se observó una disminución de las disparidades de los ingresos en este periodo.
Hay que tener en cuenta que la capacidad de un país para mejorar el nivel de vida de su población depende fundamentalmente de su tasa de crecimiento económico a largo plazo. En un amplio período de tiempo, incluso, una diferencia aparentemente pequeña entre las tasas de crecimiento
económico, puede traducirse en una gran diferencia en los niveles de renta de las personas.
Una variación de la tasa de crecimiento económico puede producir importantes efectos, incluso en una o dos décadas. Esto es lo que ha ocurrido con América Latina, y también en el caso particular de Ecuador.
¿Por qué la pobreza era tan persistente en los años noventa?
Fue un período de estancamiento y de crisis. El pobre desempeño de nuestro país se reflejó en la tasa de crecimiento promedio anual 1991-2000, que fue de -0,4% y estuvo directamente asociada a la acumulación de desequilibrios externos que dieron lugar a la aplicación de programas
de estabilización, medidas de ajustes y reformas económicas destinados a la liberalización
comercial y financiera. El desempeño económico del país ha estado sujeto, en gran parte, a la incidencia y vulnerabilidad de factores exógenos, sean estos de carácter natural, como inundaciones, terremotos y provenientes del sector externo, como variaciones importantes en el nivel de precios de los principales productos de exportación, cierre de créditos externos o debido a circunstancias políticas, las cuales han llegado a desencadenar inestabilidad interna, sobreendeudamiento externo, acentuado desequilibrio fiscal, expansión monetaria y la presencia de un Estado de grandes proporciones y poco eficiente.
Usted cree que el Bono de Desarrollo Humano (BDH) y los programas de asistencia social del régimen cumplen un rol importante en la lucha contra la pobreza y en garantizar una menor desigualdad del ingreso?
Si, porque sirven para aliviar la pobreza al aumentar el ingreso de familias pobres: en educación se incrementa la tasa de escolaridad y asistencia al colegio, se mejora el acceso y la calidad de los servicios de salud a los sectores en extrema pobreza, pues se incentiva la periodicidad de visitas médicas y vacunación.
Sin embargo, estos mecanismos de asistencia social no deben perpetuarse en el
largo plazo. Pero hay dos formas complementarias de avanzar hacia mayores niveles de equidad distributiva que se combinan de diversas maneras: una es por vía fiscal, aplicando impuestos a los sectores de mayores ingresos y otorgando beneficios a los sectores desfavorecidos, y por otro lado, privilegiar la propuesta de cambio estructural, avanzando hacia una matriz productiva que endógenamente genere empleo y capacidades, ampliando actividades de alta rentabilidad, entre las que se incluyen el acceso a la tecnología, la apropiación del conocimiento y la distribución de los beneficios de la productividad, en los factores de producción (capital y trabajo). Cuando la estructura productiva está polarizada, los mecanismos puramente redistributivos de carácter fiscal-social no solucionan los problemas de desigualdad y del limitado crecimiento económico por lo que no son sostenibles en el largo plazo.
Más temprano que tarde, las políticas deberán ocuparse de la generación de oportunidades de empleo y capacitación. La adopción de políticas industriales que impulsen esa transformación, debe ser considerada junto con las políticas sociales, dimensiones claves en el horizonte de la igualdad. Por ejemplo, los encadenamientos productivos son aspectos del cambio estructural que evitan la concentración y distribuyen de manera más solidaria las ganancias en toda la sociedad.