Madres y trabajadoras en casa
“Decidí emprender para quedarme en casa al cuidado de mis hijos”. Esa es la respuesta que tienen en común muchas de las madres que dejaron las oficinas cuando sus niños y niñas llegaron a sus vidas.
Aunque la Organización de las Naciones Unidas es clara en decir que las mujeres dedican entre 2 y 10 horas más al día que los hombres a la prestación de cuidados de otros, como a los hijos, esto no les ha impedido cumplir sus sueños de ser madres y trabajadoras.
En Ecuador hay 1’200.623 mujeres emprendedoras, según la Encuesta de Empleo, Desempleo y Subempleo del INEC, publicada el año pasado. 48.663 son patronas de una empresa. Muchas de ellas son mamás.
“Son mujeres luchadoras que se atreven a tener ese sueño de querer emprender, de hacer algo diferente y querer aportar a su propia economía como a la del hogar, sin dejar de lado el cuidado de los hijos”, dice Paulina Vivanco, analista de programas y servicios del Centro de Innovación y Emprendimiento Prendho, de la Fundación para el Desarrollo Empresarial y Social y la Universidad Particular de Loja.
Aunque reconoce que hoy en día el rol de la mujer no se limita a los cuidados del hogar, a la mamá que decide emprender le implica un sacrificio más fuerte pues, además de abrir su negocio, no deja de lado su rol como mujer y como madre.
Vivanco destaca que esto se logra con el apoyo de la pareja, de un trabajo coordinado de las obligaciones de la casa.
“La mujer que decide pelear y soñar siempre lleva a cabalidad su emprendimiento sin descuidar su rol de madre, aunque le implique doble sacrificio”, concluye Vivanco. (I)
“Emprender y ser mamá es un reto grande y fuerte”
Carmen Borja, fundadora y propietaria de Natú
Su primer embarazo hizo que tomara conciencia de la importancia de cambiar su estilo de vida por uno más saludable. Desde la alimentación hasta lo que se colocaba en el cuerpo. Desde entonces, ya 16 años, Andrea Borja elabora productos de cuidado personal y cosmética natural.
“Cuando llegó mi hija me di cuenta de que mi vida no era la que quería”, dice Borja, quien es antropóloga e historiadora. Dejó su trabajo de oficina a tiempo completo. Se quedó en casa y con el apoyo de su esposo buscó una alternativa de generar dinero desde su hogar. “Empecé a buscar actividades económicas que me permitan estar con mis hijos”.
Después de investigar cómo las personas se cuidaban antes la piel, recopiló varias recetas con materia prima orgánica. Empezó como un proyecto familiar de autoconsumo y ventas esporádicas. Pero desde hace cinco años fundó la marca Natú.
“Emprender y ser mamá es un reto grande y fuerte. En el mundo laboral y social aún hay mucho machismo y eso hace que las mujeres tengamos mucha más presión y trabajo que hacer”. Borja cree que esta realidad les complica a las madres encontrar más opciones.
Para la joven madre, emprender se convirtió en su forma de vida. Es un trabajo que le lleva incluso hasta más de 12 horas al día. Sin embargo, destaca que esta actividad le da la oportunidad de ver crecer a sus tres hijos al mismo tiempo que su empresa lo hace. “Mis hijos son parte del emprendimiento, es una aventura de todos los días y eso es lo lindo de esto”.
Actualmente vende productos de limpieza facial, humectantes, protectores solares y mascarillas. Su valor oscila entre $ 10 y $ 20. Los comercializa a través del portal web Market Holístico.
También en tiendas a favor de productos orgánicos, en algunos supermercados y con una red de mujeres vendedoras. “Doy la oportunidad de que otras mujeres generen sus ingresos y la mayoría son madres”.
Sus artículos han tenido tan buena acogida que desde finales del año pasado los empezó a exportar a Alemania, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, estos envíos se detuvieron por la covid-19.
Andrea asegura que la emergencia sanitaria ha sido todo un reto. “Como madre, mujer y emprendedora el trabajo se me multiplicó por 10 porque debo hacerme cargo de la casa al 100%, ver la educación de mis hijos y además ver la manera de sostener el emprendimiento”. Pese a las restricciones, las ventas adomicilio se incrementaron. Cree que con este golpe de la pandemia la gente busca opciones más saludables. (I)
“Estar con mis hijas fue el mayor de los regalos”
María Eugenia Fiallo, fundadora y propietaria de Cielo de Barro Cerámicas
María Eugenia Fiallo se dedica a la cerámica desde hace más de 25 años. Cuando dejó su trabajo en contabilidad en un banco, para lo que había estudiado, y entró a la Universidad de Artes de Cuenca para dedicarse a su verdadera vocación, sintió que se encontró a sí misma con su espíritu libre y crítico a las reglas que le imponía la sociedad. Espíritu que no perdió cuando sus dos hijas llegaron a su vida.
Recuerda que cuando nació su primera niña se cuestionaba quién debía dejar de trabajar para dedicarse a su cuidado. “Yo sabía que yo no iba a dejar de hacer lo mío. Incluso cuando estaba embarazada seguía trabajando, cuando podía, porque mi estado era delicado y debía permanecer en cama”.
Mientras sus dos hijas jugaban con la arcilla, Fiallo moldeaba sus piezas. Nunca tuvo problemas de tenerlas en el taller, pues desde pequeñas sabían que la cerámica era algo delicado y nunca rompieron algo.
“Estar junto a mis hijas mientras trabajo en lo que me gusta, es el mayor regalo que he podido tener”. La madre artista asegura que nunca sintió la necesidad de irse del taller para estar “libre” y compartir con sus hijas. “Para mí fue un obsequio tenerlas conmigo todo el tiempo, poder atenderlas y criarlas yo, sin que nadie me ayude, ahí está implícito el amor de una madre. Crecer junto a ellas y ellas junto a mí no tiene precio”. Esto pese a que reconoce que la situación económica de una artista no siempre es fácil.
Fiallo aún tiene presente un sinnúmero de detalles de lo que fue trabajar y educar. Recuerda que junto al taller sus hijas hacían sus tareas. Nunca tuvo que hacerles un deber, pues eran dedicadas. Además, pudo cuidar y guiar una alimentación saludable en sus niñas, pues no le gustaba que coman frituras o procesados. Por otro lado, las educó con un apego a la música, la poesía, a los cuentos y a cualquier actividad creativa. Es así que la mayor estudia literatura y la menor decidió seguir artes.
“Yo todos los días de mi vida entro a mi taller. No he dejado de crear ni un solo instante. Creo que hay tiempos para cada cosa”.
Sus cerámicas forman parte del catálogo artesanal del Ministerio de Producción. También las comercializa en la feria de Cuenca en noviembre y diciembre. Es una de las fundadoras de la feria de arte al aire libre que se instala en la Plaza Foch, en Quito, aunque ya no participa en ella. Pero sobre todo vende sus cerámicas de forma directa, pues la contactan a través de llamadas telefónicas o por Facebook. La conocen por sus creaciones de colibríes y figuras humanas. (I)
“Tiene sus ventajas ser madre y emprendedora”
María Antonieta Vayas, fundadora y propietaria de Sweety Cupcakes
Mientras sus hijos juegan con la masa de fondant, María Antonieta Vayas elabora 33 tortas para entregar a una empresa. Su negocio no se ha detenido, pese a la emergencia sanitaria.
Cuando nació su primer hijo decidió quedarse en casa para cuidarlo. Un año después buscó algo en lo que pueda trabajar mientras es mamá. Fue entonces que decidió abrir su emprendimiento de postres, que está próximo de cumplir ocho años. “Es una gran bendición poder combinar el trabajo con los hijos”. Aunque reconoce que es complicado coordinar el tiempo, pues si desea acudir a algún evento escolar, debe recuperar ese tiempo que le quita a su negocio en horas de la madrugada. “Se piensa que cuando se es emprendedor se tiene todo el tiempo disponible y es al contrario”.
Para Vayas es una alegría estar con sus dos hijos. Le suelen acompañar mientras hornea los pedidos. La masa de fondant es su principal juguete, puesto que la usan como plastilina. A esto lo suman algunos moldes. Así el primero desarrolló su motricidad fina y el segundo está aprendiendo a contar.
“Tiene sus ventajas ser emprendedora y madre a la vez: el poder compartir con ellos el trabajo y que van aprendiendo mientras crecen, es único”.
Vayas y su esposo se plantearon la idea de tener un negocio propio para que sean ellos quienes se hagan cargo de sus hijos. Los dos siempre están junto a ellos, aunque su esposo tiene su trabajo aparte. “Esta fue una de las motivaciones y la base para poder emprender”.
La emergencia sanitaria no le ha detenido. Mantiene la atención a sus clientes de forma directa, bajo pedido y con entregas a domicilio con todas las medidas de bioseguridad. Incluso ha implementado estrategias para aumentar su cartera de clientes creando líneas de productos más económicos. Vayas se capacitó en manejo de alimentos en época de covid-19. Esto le ha permitido tener ventas altas.
Su local está cerrado. Se han potencializado las ventas a través de sus redes sociales. También forma parte del catálogo de la feria virtual Todo para mamá, organizada por el Ministerio de Producción.
“Para mí, ser madre trabajadora es un orgullo. Las mujeres logramos combinar diferentes áreas de la vida y tratamos de ser excelentes en cada una de ellas. Es difícil y duro, pero es satisfactorio llegar al final del día y ver que pudiste trabajar, sacar un proyecto adelante y a la par dar valores y costumbres a los chicos, eso es algo que no se cambia por nada”. (I)