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La innovación es clave en el cambio de la matriz productiva
Cuando se habla de matriz productiva es importante definir qué es exactamente y por qué hay que transformarla, estableciendo también la perspectiva desde la cual hacerlo. Si bien para entender el proceso se puede recurrir a la frase “todos los caminos conducen a Roma”, hay que saber que no todo camino es bueno, pues unos implican mayor consumo de energía, costos, etc., y otros pueden comprometer derechos innegociables: los laborales.
Lo primero que se debe entender es que la matriz productiva no solo es la forma de producir, sino que envuelve a los actores que intervienen en el proceso. Es decir, incluye un conjunto definido por la producción (p), los procesos productivos (pp), los actores (a), sus conocimientos (c) y sus interacciones (i). La matriz productiva depende de las variables antes mencionadas: MP = f (p, pp, a, c, i).
Por lo tanto, cuando se habla de transformación de la matriz productiva y se asocia este concepto al cambio de la producción, no se visualiza de manera estructural aquello que implica la variación de las formas de producción, los bienes producidos, sus actores, sus conocimientos y sus interacciones. Cuando se asocia el cambio de matriz a solo una de estas variables se logrará su transformación, pero esa no será la ruta más eficiente.
Lo eficiente será establecer políticas para cambiar la producción y los procesos productivos, así como también permitir el desarrollo de los actores que intervienen, fomentar la capacitación continua hacia la mejora de un sistema productivo y la interacción entre los actores.
Una vez identificado lo que hay que cambiar, hay que saber que eso no sucede de forma imprevista, pues el mercado no se encargará espontáneamente de que esas variables alcancen el desarrollo deseado para el cambio. Por lo tanto, el Estado debe intervenir con su política pública para catalizar este proceso y definir cambios concretos.
Lo importante para este cambio de matriz productiva es identificar cuáles son las políticas que generan el mayor cambio por cada unidad monetaria invertida en implementación. Se podría hablar de las políticas ya tratadas en anteriores artículos por otros autores del medio, sin embargo, en este caso, hay que enfocarse en la innovación como un parámetro importante para dinamizar el cambio de matriz productiva.
La innovación no es otra variable independiente de la que depende la matriz productiva. Esta cumple un papel transversal a todas las variables de las que depende la matriz productiva. Por lo tanto, debe darse en la producción y en las formas de producir.
Lamentablemente, el proceso antes descrito no es nada fácil. En primer lugar, la cultura latina no se ha mostrado tradicionalmente innovadora. De hecho, el mundo solo ha puesto énfasis en la innovación como un criterio de desarrollo económico a partir de 1960, después de que Robert Solow pudiese demostrar que la sola acumulación de capital -paradigma económico ortodoxo que pretendía explicar el crecimiento económico- conduce a un estado estacionario (que no crece al mismo ritmo) y que el nivel de crecimiento va disminuyendo (rendimientos decrecientes). Esta etapa genera un punto de inflexión sobre cuál es el papel de la innovación en el crecimiento económico de un país, pues allí comienza a generarse literatura en temas de innovación y su crecimiento se sustenta exponencialmente (Gráfico 1).
Ya que se ha propuesto a la innovación como un eje dinamizador y catalizador en el cambio de la matriz productiva es importante comprender qué es innovar. Para lograrlo no basta con tener una idea, sino lograr que esa idea se posicione en un lugar determinado, un medio, un sector o un mercado, generando ventaja competitiva en el que la posee. Para que un producto sea innovador debe ser útil y posicionarse en un mercado definido.
A partir de estos conceptos se puede visualizar cómo afecta la innovación en el cambio de matriz productiva, pues crea ventajas competitivas a partir de su afectación directa en bienes producidos, procesos de producción, actores, conocimiento e interacciones.
Ante esto hay que reconocer que el país necesita concebir un sistema nacional de innovación para el cambio deseado. No solo hay que basarse en la creación de industrias básicas o en el apalancamiento de los sectores priorizados, sino en el continuo acompañamiento a los actores para que se acoplen al cambio dinámico que requieren los procesos de innovación.
Lo primero que hay que tener presente es que para innovar se debe ser innovador. No basta tener cursos dictados en las universidades bajo el título de “innovación”. El problema en realidad es estructural y debe atacarse desde los cimientos. En la actualidad existen cursos de liderazgo en algunas universidades y habría que preguntarse, ¿cuántos líderes verdaderos se forman en estos cursos? Por lo tanto, no se pueden formar líderes ni personas innovadoras con cursos universitarios, sino que la formación para estos procesos comienza desde tempranas edades y con profesores innovadores que transfieran experiencia y conocimiento a las y los jóvenes.
Hay que agregar que para ser innovadores se deben disminuir progresivamente las brechas con los países industrializados. No se puede pensar en un salto gigantesco en el corto plazo, sino más bien en uno escalonado, que permita cerrar espacios. Para ello, se debe apalancar este crecimiento en aquello en lo que el país tiene ventajas, es decir, hay que desarrollarse a partir de las variables en las que el Estado puede intervenir de manera soberana. El país necesita disminuir la brecha tecnológica exigiendo la transferencia de la tecnología apalancada en la compra pública del Estado.
En 2013, la contratación pública en el país representó el 12,3% del PIB y el 34% respecto al Presupuesto General del Estado. Como se observa, esta cifra no es nada despreciable, por lo que es importante comenzar a gestar un sistema de innovación a partir, entre otros elementos, de la política en las compras públicas. ¿Cómo se realiza esto? El Gobierno ha identificado cómo trabajar en este cambio a partir de la contratación pública. Primero hay que crear capacidades y fortalezas a través de la exigencia de requisitos de desempeño mínimos en la compra pública, para cubrir la ausencia de conocimiento tecnológico o sobre los mercados, la falta de trabajo cualificado y el establecimiento de socios estratégicos de cooperación para el desarrollo.
Ministerios como el Mipro, Mcpec, Senescyt y Senplades, liderados por la Vicepresidencia de la República, han tomado la posta en estos temas para crear un sistema nacional de innovación. Por ello, se ha invertido en educación superior como nunca antes. El gráfico 3 muestra el incremento del gasto público en educación superior entre 2006 y 2013, mientras que el gráfico 4 muestra que Ecuador es el país que más ha invertido en este nivel educativo respecto al PIB de Sudamérica.
Esta inversión permitirá crear las capacidades a través del desarrollo del talento humano para la asimilación tecnológica (catching-up) y la exigencia de transferencia de tecnología en la compra pública. Se debe considerar que es el Estado el que tiene tanto la capacidad de recopilar y analizar gran cantidad de información comparada a la de cualquier actor individual, además de emitir regulaciones de amplio espectro y cumplimiento obligatorio dentro del espacio nacional. El Estado también se encuentra en la obligación de garantizar los derechos reconocidos en la Constitución y en el Plan Nacional para el Buen Vivir, los que deben observarse en todo proceso de innovación.
A modo de conclusión, la transformación de la matriz productiva es resultado del cambio de las variables que la afectan. En este proceso, la política pública es trascendental y la innovación es un eje transversal a las variables antes descritas. En consecuencia, el Gobierno Nacional está trabajando en el desarrollo de un sistema nacional de innovación apalancado en las variables en las que soberanamente puede intervenir el Estado: la compra pública. Para aprovecharla se deben crear las capacidades de asimilación tecnológica necesarias para apuntalar este sistema de innovación.