Contributio
La expulsión del paraíso… fiscal
El Proyecto de Ley Orgánica de Incentivos a la Producción y Prevención del Fraude Fiscal, enviado por el Presidente de la República a la Asamblea Nacional con carácter de económico urgente, presenta una serie de innovaciones importantes en la constante disputa que tienen los sistemas tributarios frente a los paraísos fiscales, cuya lucha es una de las aristas más relevantes del mencionado Proyecto de Ley.
Los paraísos fiscales son utilizados, principalmente, para evadir el pago de impuesto y camuflar actividades ilícitas, razones suficientes que nos deberían llevar a su expulsión. Pero existen también otros efectos nocivos de mayor envergadura.
La crisis internacional desatada en 2008 reveló que muchas instituciones financieras tenían cuentas de empresas domiciliadas en paraísos fiscales, muchas de las cuales eran ficticias. Estas cuentas, que a larga terminaron siendo ficticias también, contaminaron los balances de muchos bancos, generando fragilidad al sistema financiero. Este efecto perverso es mucho más agudo cuando no hay soberanía monetaria, puesto que los paraísos fiscales incentivan la fuga de capitales hacia ellos. Con lo cual, un sistema dolarizado se debilita, inevitablemente.
Adicionalmente, los paraísos fiscales prestan toda una estructura de protección que socava los sistemas tributarios y termina usurpando la soberanía nacional, puesto que impide a los gobiernos legislar sobre actividades económicas que migran hacia estos. De otra parte, ofrecen cláusulas de confidencialidad y regímenes de cero impuestos. Todos los ingresos que los gobiernos dejan de percibir por empresas o accionistas domiciliados en paraísos fiscales suponen además un perjuicio a las finanzas públicas.
Los paraísos fiscales también afectan el derecho de los países a establecer impuestos al capital que favorezcan una distribución más equitativa de los ingresos tributarios. Los grandes beneficiarios son, en cambio, los grandes capitales, empresas y accionistas que pueden desplazarse y domiciliarse en esos territorios. Esto reduce la participación de tributos correspondientes al capital sobre la recaudación, menoscabando la equidad de su distribución (¡los que más ganan, evaden!). Por estas razones, los paraísos fiscales atentan contra todo principio de progresividad (el que más tiene, más paga), contra todo principio de priorizar impuestos de rentas de capital (impuestos directos) y quebrantan el principio de supremacía del ser humano sobre el capital.
Por último, y quizá lo más importante, es que los paraísos fiscales debilitan el sistema institucional y político de los países pequeños. Destruyen instituciones en lugar de construirlas, facilitan la corrupción e impiden fortalecer la democracia, lo cual afecta el desempeño económico.
El Proyecto de Ley enviado por el Ejecutivo presenta una serie de normas que justamente desincentivan el uso de paraísos fiscales, procurando así disminuir los efectos nocivos descritos aquí. Si bien ninguna regla logrará expulsarlos por completo, el esfuerzo que se está realizando es digno de resaltar.