Las primas netas emitidas por las 30 aseguradoras existentes en el país aumentaron en $ 22,7 millones entre marzo de 2016 y el mismo mes de 2017, de acuerdo a información proporcionada por la Asociación de Compañías de Seguros del Ecuador (Acose). (Ver infografía)

En ese período, los seguros para vehículos fueron los más demandados con 23% del total. Le siguen los  de vida (Vida Grupo) con el 19% e incendio y líneas aliadas con el 13%. Precisamente este último fue de los que más incidieron en el desempeño interanual de las primas netas.

Patricio Salas, secretario ejecutivo de la Federación Ecuatoriana de Empresas de Seguros (Fedeseg), respondió a EL TELÉGRAFO vía correo electrónico, que los ramos con mayor crecimiento durante el primer trimestre de 2017 son: agropecuario 42%, incendio y aliadas 28%, asistencia médica 11% y ramos técnicos 11%.

La demanda de pólizas de Incendio empezó a crecer en 2015 después de la alerta generada por la activación del volcán Cotopaxi y, posteriormente, el terremoto del 16 de abril de 2016 acrecentó la situación, analizó Paulo Salazar, director de Marketing de Oriente Seguros.

En 2015 el aumento de las ventas de este producto fue apenas del 2,7%. Para 2016, el 13% adicional representó $ 21 millones. “Demuestra una demanda sostenible y creciente”, explicó Salas.

El ramo de incendios y líneas aliadas cubre las pérdidas o daños materiales causados a bienes inmuebles como consecuencia directa de incendio, impacto de vehículos o fenómenos naturales.

El producto también cobija al contenido interior de la estructura. Por ejemplo, en una vivienda serían electrodomésticos, muebles, o cualquier bien que el cliente desee proteger. Dependiendo de la compañía aseguradora, la cobertura puede ser más detallada.

Este comportamiento, reactivo y no preventivo, de contratar seguros ante una posible amenaza inminente o después de un acontecimiento severo es visto por Salazar como una muestra de que en el país aún no se consolida una “cultura de aseguramiento”.

En Oriente Seguros la póliza de hogar -símil del ramo de incendios y líneas aliadas- tradicionalmente ha sido un “producto complicado de vender”, indicó Salazar. “Pasamos de vender, en promedio, unas 50 a 60 pólizas de hogar en el mes y empezamos a tener una demanda de 500 hasta 700 solicitudes”, señaló el ejecutivo.

De todos los pedidos se lograron establecer contratos en 200. La razón es que después del terremoto muchas solicitudes se presentaron en la zona de riesgo. “Ninguna empresa aseguró en esa zona porque las estadísticas mostraban que iba a tener al menos seis meses más de réplicas.  Aseguramos en lugares menos complicados como Portoviejo”.

La ‘fiebre’ por adquirir el producto se sintió con intensidad durante los tres meses posteriores al sismo. Luego de eso, señaló Salazar, la demanda retornó a sus niveles habituales. “La cultura de seguros es reactiva porque el país no ha sufrido fuertes fenómenos naturales. La gente piensa que no les ha de pasar”, opinó.

A criterio de Salas, se trata de una reacción propia y adecuada ante las pérdidas y daños causados por el terremoto. Para que la tendencia sea permanente y preventiva hay que cambiar la manera cómo el ecuatoriano decide actuar ante las posibles pérdidas y consecuencias de riesgos.

“Es necesaria una labor pública y privada para que estos riesgos sean trasladados al seguro privado y así prevenir efectos, como la inestabilidad económica que producen las catástrofes en las regiones afectadas y en todo el país”, finalizó Salas. (I)

DATOS

Hasta abril las compañías aseguradoras indemnizaron $ 422 millones por 35.764 casos finalizados, de un total de 39.863 siniestros reportados. Se calcula que el costo total del evento asciende a $ 575 millones.

De marzo de 2016 a igual mes de 2017 los siniestros pagados crecieron en $ 85 millones. El costo de los siniestros, según la Acose, pasó de $ 112 millones a $ 117 millones.

70.080 estructuras en todo el país sufrieron daños a consecuencia del movimiento telúrico, según el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, con corte al 27 de enero.

En Manabí fueron 66.281 y en Esmeraldas 2.317. El dato incluye a edificios, viviendas, locales comerciales, entre otros. De acuerdo al informe del plan ‘Reconstruyo Ecuador’, más de 74.000 edificaciones fueron evaluadas.

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Las técnicas de construcción han generado fallas

La especialista en seguridad en construcciones, Mireya Martínez, de la empresa Unión Andina de Cementos (Unacem) que produce las marcas Selvalegre, Campeón y Armaduro, analizó con EL TELÉGRAFO algunas de las deficiencias que han caracterizado la forma de construir en el país, las cuales se evidenciaron tras el terremoto del 16 de abril de 2016.

A su juicio, el punto de partida de la problemática es que los dueños de las estructuras aún no comprenden la importancia de contar con la asesoría de un profesional.

Otro elemento son los materiales que se utilizan. Con el terremoto, por ejemplo, se detectó que numerosas estructuras empleaban arena de mar, lo cual deteriora la capacidad del cemento y oxida el acero. De ahí que recomienda considerar el uso de materiales de una cantera que sea de un macizo rocoso.

Una vivienda sismorresistente se caracteriza porque las columnas, vigas y losa tienen la capacidad de soportar cargas horizontales y verticales.

A pesar de que en el país la Norma Ecuatoriana de la Construcción (NEC) define parámetros técnicos de calidad y seguridad, Martínez opinó que no es lo suficientemente aplicada. Por un lado, señaló, ello responde a un desconocimiento de la norma entre la ciudadanía y porque no existe el control pertinente de las autoridades para evitar el incumplimiento de la ley. (I)