La brecha de género también se evidencia en servicios financieros
Mariana Rodríguez abrió una cuenta bancaria por primera vez a los 33 años. Ella rompió la costumbre de su madre, quien para mantener su negocio de venta de comida acudía a un chulquero.
Rodríguez optó por la vía formal y solicitó un préstamo en un banco. Ahora paga cuotas fijas con un interés preacordado, ahorra y hace transacciones rápidas con su tarjeta de débito.
A estas ventajas no acceden todas las mujeres. Puede ser por desconocimiento, pero también por barreras económicas y culturales que incrementan la brecha de género en acceso a servicios financieros. El fenómeno es mundial.
Según el Global Findex de 2017, que analiza el comportamiento financiero, 980 millones de mujeres aún no tienen libertad financiera. En América Latina y el Caribe solo el 50,6% de las mujeres posee una cuenta en una institución financiera formal, en contraste con el 56,6% de los hombres.
La tendencia sigue en Ecuador. Según los últimos datos disponibles en el Banco Central, 2,6 millones de mujeres tenían cuentas de ahorro activas en 2018, frente a 3,1 millón de hombres.
“La brecha de género en la región es del 6%, mientras que en Ecuador es del 18%, entonces hay mucho por hacer; hay mucho mercado desatendido”, apunta la vicepresidenta ejecutiva de Financial Alliance for Women, Rebecca Ruf.
La experta explica que las principales barreras que frenan el acceso a productos financieros a mujeres son la falta de garantías que demuestren que pueden pagar un préstamo, la carencia de un historial crediticio y la ubicación de las sucursales bancarias.
A esto se suma la falta de información que provee la banca sobre sus servicios, la poca educación financiera de las ciudadanas y temas culturales como la idea de que “el hombre debe manejar el dinero”, lamenta Ruf.
La inclusión financiera de las mujeres justamente fue abordada esta semana por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que presentó un estudio titulado “La autonomía de las mujeres en escenarios económicos cambiantes”.
El documento agrega a las brechas sesgos de género y actitudes discriminatorias en las instituciones financieras, y productos que no se adaptan a las necesidades de las mujeres.
Además, “las desigualdades de género en el mercado laboral repercuten en las trayectorias de las mujeres y provocan interrupciones a causa de factores como la sobrecarga de cuidados o la precariedad en el empleo”, recoge el texto.
Que existan estas barreras es contradictorio, dice Ruf, pues las mujeres viven más que los hombres y por eso es importante que tengan conocimientos y acceso financiero.
¿Cómo reducir las brechas?
“En el pasado muchos bancos creaban una tarjeta rosa y por eso pensaban era especial para mujeres, pero eso es marketing”, dice Ruf. El primer paso es entender las necesidades de las mujeres y atacar las barreras de acceso.
Existen algunos casos exitosos en la región. Uno de ellos es el banco BHD León de República Dominicana con su programa “Mujer – Mujer”.
Este ofrece soluciones para las diferentes etapas del ciclo de la vida de sus clientas, como planes de ahorro para educación, para un auto o para un emprendimiento. “A través de esta iniciativa se respalda y reconoce a la mujer en sus diferentes roles y principales retos sociales”, sostiene la institución.
En Colombia se creó el banco Mundo Mujer que tiene el 57% de usuarias mujeres y prioriza el microcrédito. Este tipo de productos ayudan a formalizar la economía y es una forma de tener el historial crediticio.
“Es importantísimo porque la mujer no solo es el pilar de la familia, sino que mueve muchos pequeños negocios. Cuando la mujer fue considerada sujeto de crédito se fortaleció su autoestima”, señala Leonor Melo, presidenta de la entidad.
En Ecuador también se han dado algunos pasos. Banco Pichincha cuenta con un fondo de $ 108,5 millones para préstamos a micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) lideradas por mujeres o que apoyen a ese grupo poblacional. Se espera que el proyecto llegue a 53.000 emprendedoras en los primeros cinco años.
Según datos del banco, las mipymes en el país sufren un déficit estimado en el acceso al crédito de $ 18.000 millones. La brecha crediticia es particularmente amplia para las mujeres, considerando que el 14% de estos negocios son de su propiedad.
A octubre de 2019, la participación total (clientes y volúmenes) de mujeres en este banco es del 42%.
Por otra parte, Banco Bolivariano lanzará el próximo mes un programa de crédito especialmente diseñado para la mujer. “Sin embargo no tener un producto empaquetado en percha no ha impedido que seamos inclusivos”, afirma el banco.
En esta entidad, las mujeres representan el 46% del volumen total del negocio.
Otros bancos como el Pacífico y BanEcuador también han lanzado productos diferenciados para mujeres.
Adicionalmente a programas específicos, un factor importante para la reducción de las brechas es la educación financiera.
Melo sugiere que esta debe enfocarse en nichos como amas de casa, emprendedoras, campesinas, entre otros.
Otra estrategia es aprovechar los medios digitales. Datos del Foro Económico Mundial demuestran que 1 de cada 5 mujeres abrieron su primera cuenta para recibir salarios, beneficios sociales o pensiones a través de transferencias digitales. En América Latina esta proporción es del 14 %.
Además la tecnología resuelve el problema de accesibilidad y se adapta a los horarios de las mujeres.
Según el Foro, tomará 99 años llegar a la paridad de género. Ruf lo ve como una oportunidad para los bancos de atender a un mercado desatendido y para mejorar las condiciones económicas en general de los países.
“Cuando hay una parte muy grande de la población que no está en el sistema financiero no se puede tener una política monetaria de una manera exitosa”. (I)