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La bancarización en el Ecuador

La bancarización en el Ecuador
29 de octubre de 2012 - 00:00

Después de cada crisis económica o financiera existen ganadores y perdedores. La crisis financiera de 1999 no fue la excepción ya que se reeditaron las conocidas “guerras bancarias” con características interregionales, como las que sucedieron a comienzos del siglo XX en Guayaquil (la conocida “plutocracia”). Según el economista e historiador Wilson Miño Grijalva, “la guerra subterránea reflejó tintes regionalistas debido a que los bancos que cayeron en el segundo quinquenio de los noventa fueron los más grandes del país y pertenecientes al Puerto Principal”.

El cambio fue histórico ya que el eje financiero se trasladó de Guayaquil a Quito. Los beneficiados con este cambio no estaban desvinculados con las acciones, omisiones y errores de las autoridades e instituciones del Estado ya que también fueron partícipes de la promulgación de la Ley de Instituciones Financieras de 1994, que ha sido identificada como el origen de la debacle financiera.

La caída de los bancos más grandes del país, de la década de los 90, benefició a algunos bancos ya que tuvieron una mayor participación en la industria bancaria (concentración en depósitos, créditos, activos, etc.).

Concentración de mercado

Para el 2002 los bancos más grandes del país (Pichincha, Produbanco, Guayaquil y Pacífico) tenían el 63% de los activos totales de la banca privada. Para septiembre del presente año, siguen manteniendo esa posición. Con respecto a los depósitos, la situación no es muy diferente. A diciembre de 2002 la concentración en este rubro fue del 59,92%. Para septiembre de 2012 fue del 62,6%.

Pero los efectos adversos y dañinos que produce la concentración del mercado en una determinada actividad económica se magnifican cuando se trata de quienes son los actores de la intermediación financiera. Es el caso del Banco Pichincha, que concentraba en 2002 el 27% de los activos y para 2012 ha llegado casi al 30%.

Esta concentración, en una situación de crisis financiera, sería nefasta para el país. Hay que recordar que el Ecuador no tiene mecanismos de política monetaria porque está dolarizado y por lo tanto no tiene un Prestamista de Última Instancia (PUI), que sirve para fortalecer a bancos en problemas en caso de que exista una corrida de depósitos, pero solo en situaciones de iliquidez.

Desde diciembre de 2008, el marco jurídico llamado: ‘Ley de creación de la Red de seguridad financiera’, que crea el fondo de reserva legal, de liquidez y la corporación de seguros de depósitos, cumplen con la función del PUI. No es adecuado que un solo banco maneje más del 28% de los depósitos del sistema. Para los propietarios del Banco Pichincha y, en caso de que sea necesario, al Estado le sería muy difícil asegurar a los depositantes la devolución de 5.902 millones de dólares que maneja esa institución financiera.

El comportamiento de los depósitos

La crisis de 1999 no solo trajo la concentración de la banca, sino también un efecto directo en el comportamiento del público con sus ahorros. El primer efecto a medida que la economía se recuperaba y bajaba la tasa de inflación, fue el aumento de los depósitos en el sistema financiero. A fines de 2002, las obligaciones con los clientes sumaban 4.331 millones de dólares. El suma de captaciones bancarias para la banca privada total hasta agosto de 2012 fue de 19.221 millones de dólares, cifra que implicó una tasa de crecimiento mensual del -0,73%, es decir, una reducción
de 142 millones de dólares frente a julio (gráfico 1). Y hasta septiembre pasado esa cifra se había recuperado, sobrepasando los 20.000 millones de dólares.

El segundo efecto, más de índole estructural, fue que el público, a pesar que han transcurrido más de 13 años de la crisis financiera, no confía en el sistema bancario. En septiembre de 1994 los depósitos a la vista tenían un peso del 50,43% con respecto a las obligaciones del público. Al 2011 esa relación pasó al 70,19%. Desde 2003 hasta 2011 ese índice ha fluctuado entre un mínimo de 68,35%, en 2006 a un máximo del 72,37% en 2010 (gráfico 2).

Eso reflejaría el comportamiento del público al no ahorrar a plazo fijo, sino estrictamente a corto plazo por el temor a otro feriado y congelamiento como el decretado por Mahuad entre la noche del domingo 7 de marzo y el jueves 11 del mismo mes de 1999 (Decreto Ejecutivo Nº 685).

El comportamiento de las tasas

Este comportamiento del público está motivado también por las bajas tasas pasivas que se pagan por los depósitos que oscilan entre el 3,89% y el 5,35%, según el segmento, de 30 a más de 360 días (para octubre del presente año). Si las tasas pasivas fueran más altas, podrían motivar a que el público deposite a plazo fijo y a un mayor tiempo, tomando en cuenta que la relación de los depósitos a plazo fijo total y las obligaciones con el público es
del 28,69%. En una relación más estricta, los depósitos a plazo fijo de más de 365 días con respecto a las obligaciones con el público es del 1,43%. Hay que recalcar que actualmente las tasas de interés son reguladas por el directorio del Banco Central del Ecuador (BCE) mediante la Ley de Regulación del costo máximo efectivo del
crédito, sancionada en julio de 2007. Pero las tasas pasivas no son las únicas que son reguladas y que no han cumplido con el propósito de solucionar las distorsiones que la banca heredó de la “guerra banacaria” finalizada con la privatización de las reservas internacionales (dolarización) y que magnificó hasta que la Ley entró en vigencia. Las tasas activas, a raíz de la regulación de la ley, han descendido, pero no como se esperaba.

Con la ley, las dos tasas de interés referenciales (activa y pasiva) se convirtieron en ocho tasas activas y seis tasas pasivas. El BCE definió ocho segmentos de crédito para los cuales cada mes rige una tasa de interés específica máxima y otra referencial. Los ochos segmentos son: productivo corporativo, productivo empresarial, productivo Pymes, consumo, vivienda, microcrédito acumulación ampliada, microcrédito acumulación simple y microcrédito
minoristas.

Realizando un análisis comparativo de las tasas de interés efectivas referencialesde octubre 2007 y octubre de 2012
se dice que, por ejemplo, el segmento productivo corporativo y el segmento de microcrédito minorista tienen 2,53 % y 14% menos, respectivamente. Solo con estos dos ejemplos se puede ver que las tasas de interés han bajado, pero siguen siendo altas. Eso se puede verificar en la brecha que existe entre los ingresos percibidos por los intereses de las carteras de crédito y los intereses causados que para 2011 fue de 1.204 millones de dólares, lo que significó 4,82 veces más que los intereses causados. Para 2006 esa brecha era solo de 410 millones dólares y tres veces los ingresos por las carteras de crédito en relación a los intereses causados (gráfico 3).

Aunque la ley de regulación del costo máximo efectivo del crédito redujo los ingresos percibidos por comisiones ganadas de 287 a 210 millones de dólares (2006 con respecto a 2011), los ingresos percibidos por carteras de créditos han crecido vertiginosamente. Esto se dio porque la exigencia del Gobierno Central a la banca de repatriar los capitales desde el exterior para invertirlos en el país, a raíz de los efectos de la crisis financiera internacional desatada en septiembre de 2008, en condiciones de todavía altas tasas de interés, produjo en millones de
dólares un spread financiero bastante grande que se vio reflejado en la mayor utilidad neta registrada desde la crisis de 1999, como fue la de 2011.

Rentabilidad: ¿Quiénes ganan más?

Las utilidades de la banca privada crecieron de forma acelerada hasta 2006 y después de 2007 ese comportamiento
cambió, pasando a ser un crecimiento bastante fluctuante, llegando a tener tasas de crecimiento negativas (23.05%)
como ocurrió en 2009 con respecto a 2008. Ese comportamiento fluctuante se debe a: la crisis financiera de 2008 y las regulaciones promovidas desde el Gobierno
Central con leyes y resoluciones de
la Junta Bancaria (gráfico 4).

El indicador de rentabilidad de la banca privada total fue de 15,3%, 23,97% y 18,91% en los años 2002, 2006 y 2011,
respectivamente. Según declaraciones de los representantes de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (ABPE) estos indicadores de rentabilidad están totalmente justificados debido a que están por debajo de los indicadores de rentabilidad promedio del mercado o de otras actividades económicas.

Ese argumento no tiene sustento si se tiene en cuenta que la actividad bancaria no está considerada como parte definida del sector real de la economía o catalogada como un sector productivo y que el indicador de rentabilidad de la banca privada grande a partir de 2006 está por encima de los indicadores de rentabilidad de la banca privada total (gráfico 5).

Aquello revela que los bancos Pichincha, Produbanco, Guayaquil y Pacífico tienen aún mayores indicadores de rentabilidad. Además, para 2011, la banca privada grande absorbió cerca del 70% de las utilidades netas totales del sector cuando en 2006 absorbía el 62%. Solo el banco Pichincha y el Guayaquil se llevan cerca de la mitad de las utilidades del sector, lo que demuestra, una vez más, la concentración de mercado que existe en la banca privada.

Las carteras de créditos

Otro aspecto relevante del desenvolvimiento de la banca privada en la dolarización es cómo y quiénes conceden
los créditos y cómo se han especializado en algún segmento. La situación es que los bancos grandes absorbían en 2011 el 60% de la cartera total por vencer del sistema, cuando en 2006 era del 55,13%. A septiembre de 2012 ese porcentaje llegó al 61,07%. Además, la banca se ha concentrado en dos segmentos en especial: comercial y consumo, en ese orden. La economía ecuatoriana tiene un grave desequilibrio en su balanza de pagos, específicamente en la comercial no petrolera.

Según cifras del Banco Central del Ecuador, entre enero y agosto de 2011 el déficit fue de 5.243 millones de dólares.
En 2012, para ese mismo periodo, el déficit ha aumentado a 6.098 millones de dólares. Este grave desequilibrio comercial es achicado por las exportaciones petroleras que suman a agosto de 2012, en 9.562 millones de dólares. Pero la situación del grave desequilibrio está influenciada, en parte, por la especialización de la banca en los segmentos comerciales y de consumo que afectan directamente a las importaciones. Las carteras de crédito de vivienda, microcrédito y de inversión pública quedan totalmente desplazadas (gráfico 6).

Las consecuencias de esa segmentación se reflejan en los 5.005 millones de dólares de importaciones de bienes de
consumo en 2011, que tienen un peso de 20,61% sobre las importaciones totales. Hay que recordar que la cartera de consumo en el 2006 era de 1.884 millones de dólares. Para 2011 esa cartera de crédito ha tenido un incremento del 156,34%, llegando a la cifra de 4.830 millones de dólares.

En otro aspecto la gestión en la recuperación de los créditos y en el manejo de la cartera incobrable en la que la banca ha sido bastante eficiente producto, en parte de, la concesión de créditos a corto plazo. Se ha mencionado que los clientes no depositan a plazos sus ahorros por miedo a otro congelamiento, pero también un factor importante de este comportamiento son las bajas tasas pasivas que no incentivan el ahorro a mayores plazos. Estos factores justifican créditos a corto plazo, lo que permite a los banqueros recuperar con éxito los depósitos invertidos.

Por eso el argumento de que puede existar una corrida de depósitos por financiar el Bono de Desarrollo Humano (BDH) es totalmente inaceptable.

Profundidad financiera
El crédito se ha mantenido en alza durante toda la etapa que el Ecuador ha estado sin moneda propia. En 2002 la cartera de crédito ascendía a 2711 millones de dólares, en 2011 esa cifra asciende a 12.869 millones de dólares. Según versiones de los representantes de la banca privada, este es uno de los mayores logros del sector.

Pero según un informe de la Corporación Andina de Fomento (CAF) con base en datos del Banco Mundial (BM), el índice de profundidad financiera del Ecuador en 2007 es menor al registrado en 1995 (gráfico 7).

Para 2012, la ABPE prevé un 23.52% para este indicador, manteniéndose aún por debajo de países como Costa Rica, Colombia y Bolivia, y ubicándose muy lejos de Chile y Panamá. Según el informe, los bajos niveles de profundidad
financiera se deben a que anteriormente el Ecuador ha sido afectado por agudas crisis bancarias. También se menciona a México y Argentina, donde las crisis financieras se desarrollaron en 1994 y 2001, respectivamente.

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