Mi primer huerto restaura el vínculo con la naturaleza desde la siembra
El proyecto Mi primer Huerto nació hace cinco años como otra ala de Microfarming, una prestadora de servicios para el medio ambiente y el agro.
Como conocedores de la realidad agroecológica del país por su participación en programas de restauración ambiental y productoras de alimentos, también asistían a ferias agrícolas y ambientales para promocionar sus servicios.
Una de ellas -recuerda la líder del proyecto, Judith Romero- se realizó en el Jardín Botánico de Quito. Llevaron material didáctico y un pequeño laboratorio, lo que atrajo la atención de los niños y empezaron a intercambiar opiniones sobre el agro.
“Ellos creían que los alimentos llegan desde el supermercado, sin relacionar el esfuerzo de los campesinos por producir los alimentos que tenemos en casa. Además, pensaban que la leche viene en cartón y el dinero de los cajeros automáticos”.
Después de esa experiencia conversaron con psicólogas, orientadoras y pedagogas, quienes coincidían en que el estilo de vida moderno no permitía que las familias mantengan contacto con la naturaleza y simplemente resuelvan todas sus necesidades en las tiendas de retail.
Ese diálogo reveló otro problema. Al no vivir esa experiencia, los niños memorizan lo esencial dentro del sistema educativo sin relacionar el trabajo en el campo y el valor de la naturaleza en la subsistencia humana.
Entonces, la microbióloga decidió cambiar su know how de 10 años con la formación pedagógica a través de un producto para el público infantil.
Romero encabezó el proyecto y buscó el apoyo de Conquito. Allí desarrollaron el modelo de negocio y la iniciativa participó en diferentes concursos donde fueron reconocidos.
De ese modo corroboraron que el concepto tenía acogida y consiguieron una alianza con cadenas de retail para la comercialización. Así ellos se enfocaron en la formación mediante convenios con centros infantiles de Quito y Guayaquil, de la mano del docente.
Durante todo el año lectivo brindan charlas y capacitaciones para el desarrollo de un huerto escolar y han instaurado celebraciones como el Día de la Cosecha o la Mañana Gastronómica, donde los niños aprenden de forma práctica y los padres ven los objetivos alcanzados.
Para este año estaba previsto abrir nuevas plazas en Ambato y otras ciudades, pero la pandemia lo detuvo todo y el negocio enfrentó un período de incertidumbre.
Sin embargo, la reacción del público fue diferente. Conocidos y familiares de los niños de los centros educativos donde operaban empezaron a llamarlos para adquirir un kit y hacer su primer huerto.
Por prevención al contagio y debido a las restricciones a la movilidad, la primera reacción fue pedir una prórroga a los clientes hasta que la pandemia sea controlada. Pero fue tal la insistencia de la comunidad que decidieron acoger la oportunidad.
En sus instalaciones, en San Pedro de Taboada, en el Valle de Los Chillos, decidieron ensamblar los kits de siembra en pequeñas cantidades.
Cada uno se compone de una guía, una lonchera jardinera, sustrato, macetas, pala, tres tipos de semillas, caja germinadora, adhesivos para personalizar, identificadores y el diploma.
Además, establecieron un protocolo de entregas para los valles de Tumbaco y Los Chillos, y Quito. De las 20 unidades que se comercializaban quincenalmente, debido a su énfasis en el acompañamiento a los niños en etapa escolar, ahora distribuyen 50 a la semana.
La demanda creció, además, en otros segmentos de la población. Primero fueron las madres, preocupadas por generar actividades lúdicas en casa, y luego se sumaron jóvenes y adultos interesados en recuperar su vínculo con la naturaleza.
Romero ha creado una comunidad de jóvenes y adultos interesados en los huertos urbanos y brinda cursos en línea gratuitos para que vivan la experiencia en casa, con la idea de reutilizar utensilios y aprovechar los residuos orgánicos como abono.
Para ellos, esta semana pondrán a disposición un kit para adultos, con un valor de $ 35. Este incluye 10 kilos de sustrato, cinco variedades de semillas (tres hortalizas, un girasol y una planta medicinal), además de los indicadores de siembra.
También trabajan en establecer un canal de distribución para provincias y en presentaciones para obsequio, una recomendación que surgió de los clientes por el Día de la Madre. (I)