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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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Guayusa: un sembrío local de venta global

El contacto diario con la selva y el aire puro se conjugan para hacer de cada actividad un emprendimiento. Los indígenas kichwas de Archidona no se detienen. La convicción  de mejorar su calidad de vida se observa en los sembríos alrededor de sus casas, sin que falte la planta de guayusa.

La mañana irrumpe con una pertinaz lluvia, típica en la Amazonía. Luego de atravesar un parche de bosque se llega  a la comunidad de Runtuyaku, a treinta minutos de Archidona, en la provincia del Napo, donde se toma la guayusa como un ritual, diariamente a las tres de la mañana.

Juana Chimbo, de 78 años y madre de 10 hijos, toma las hojas de guayusa y presurosa va a su casa a preparar la infusión para las visitas. Junto a sus hijos y nietos enciende el fogón de leña. El humo no parece afectar a la mujer,  quien en una olla pequeña con agua esparce las hojas con un recipiente llamado “pilche”. Mece el agua y la planta para que salga una infusión consistente. 

Juana deja hervir el agua por unos cinco minutos y enseguida recoge la infusión y la reparte a las visitas, mientras afirma que todos sus hijos crecieron tomando guayusa y esa misma tradición se la transmite a sus nietos.

26-06-11-economia-guayusa-ofrece-elevado-suplemento-energeticoEsta planta es conocida como una de las sagradas, que dan fuerza y tiene conexión directa con el poder que brinda la selva a sus hijos nativos. Cuando sus hojas se ponen a hervir se obtiene una infusión cafeinada y usada como un energizante natural.

Maximiliano Salazar, nativo de la comunidad de Tintaquibilina, asegura que el potenciar los valores culturales y conservar el ecosistema es una tendencia, y que el amor a la hoja de sus ancestros es único y eso no está en venta.

Silverio Mamallakta, quien está cerca de las comunidades, agrega que, sin embargo, incrementar el sembrío de guayusa es una buena opción de  emprendimiento; en otras palabras: se siembra localmente y se vende globalmente.

Desde hace dos años la Fundación Runa, organización sin fines de lucro, se dedicó a facilitar el desarrollo sostenible y la preservación cultural de comunidades indígenas en la Amazonia, generando beneficios ambientales, sociales y económicos a través de la siembra, cultivo y venta de la guayusa.

La localidad de Archidona está ubicada en el corazón de la región oriental, con un entorno de bosques primarios y ecosistemas únicos en la provincia del Napo. Allí,  600 familias se han unido para sembrar la planta de guayusa con fines comerciales.

Se trata de una planta que crece bajo las sombras de plantaciones más grandes y de allí la idea de sembrar en las parcelas de la comunidad junto con especies nativas como el cedro, churchu, aguano y otras en peligro de extinción.

“Eso es lo más bonito de nuestro proyecto y es la diferencia de nuestro negocio: conservar la vegetación nativa de la selva y potenciar la obtención de ingresos para los campesinos sin que signifique la destrucción ecológica”, explica Nick Olsen.

60 comunidades se unieron al proyecto  de la fundación, porque la propuesta no fue realizar un monocultivo, sino más bien  continuar con los cultivos tradicionales, pues crece entre el café, cacao, yuca, plátano y árboles nativos de la zona; pero había que ampliar las extensiones de guayusa ya existentes, debido a la gran demanda de la hoja en el exterior. El proyecto promueve la agroforestación de dicho recurso incentivando el mercado directo para cada agrónomo.

Olsen, técnico de campo, asegura que se trabaja con un modelo que consiste en priorizar las actividades principales, con el que se han ganado la confianza de los pobladores.

El precio justo consiste en proponer uno mínimo para asegurar que los agrónomos nunca sientan variaciones  en el costo. Runa compra a los productores la libra de hoja fresca en 35 centavos. La cosecha de la hoja se hace cada tres meses y representa un ingreso adicional para los campesinos en el mismo lugar de la cosecha.

Los agricultores firman un contrato en el que se garantiza el 100% de la compra de la hoja que se produzca. Otro aspecto es el pago inmediato y en el lugar de trabajo donde crece la planta, para que los indígenas no pierdan sus recursos por el traslado a entregar el producto.

Los kichwas son los que capacitan sobre el manejo de la guayusa; y la asistencia técnica y las herramientas necesarias para que los agrónomos la cultiven  en sistemas de agroforestación sustentables son proporcionadas por los mismos nativos de la zona, dice Olcen.

Unas 2.000 libras de guayusa se exportan cada mes desde hace casi un año. Las hojas salen de las fincas de 200 pequeños agricultores, que tienen entre tres y 50 árboles de esta planta.

Este tipo de emprendimiento llamó la atención del mundo. Runa cuenta con el auspicio de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid), Corpei y GTZ. El próximo objetivo, además de seguir creciendo en el mercado estadounidense, es introducir su consumo en Ecuador, ya que al tratarse de un  producto que crece en la Amazonía ecuatoriana resulta un lógico hacer que se conozca en su lugar de origen. Hoy en día hay muy pocas oportunidades para su expendio y consumo interno.

La planta sigue un proceso luego de su cosecha. Está el  pre-secado y secado, y es la primera en el mundo con estas características para ser consumida en infusión. El enfundado y empacado se hace en el estado de Pensylvania, en EE.UU.

Ventajas de la guayusa

Es un antioxidante y regulador de la presión arterial; su energía natural elimina la fatiga y  provee agilidad física y mental. También se le ha acreditado una amplia gama de ventajas medicinales; por ejemplo, reduce dolores de cabeza y dolores del cuerpo y sirve para tratamientos del frío. Su efecto combinado se debe a su energía sostenida que los indígenas kichwas llaman fuerza mental y coraje. La mezcla única de cafeína, teobromina y teofilina hace especial a la guayusa, esto facilita la sensación de conciencia y presencia en todo el cuerpo.

Comercialización

Para Silverio Mamallacta, técnico nativo, la búsqueda de agricultores que desearan sembrar una hectárea de guayusa en bosque secundario no fue difícil, ya que  el campesino ama la tierra y ve futuro en la planta.

La siembra contempla aproximadamente 4 metros entre cada planta, lo que implicará un total de 625 matas de guayusa por hectárea. La idea es dejar a los árboles jóvenes y grandes crecer.

Patricio Mamallacta recalca que las comunidades locales se benefician de una corriente de ingresos que provee a las familias el acceso al alimento y a la educación para sus niños, mientras preserva su integridad cultural y promueve el bienestar del ambiente.

Las comunidades de Rotonyaku y Kintiurku tienen sus propios viveros para las plantas, y de ahí se facilitará su entrega a los agricultores interesados.

También se estudia la posibilidad de sembrar la planta en potreros abandonados, sistemas agroforestales con café y cacao, chacras, y linderos, en la búsqueda constante de una mayor captación del producto.

Olsen aclara que el  propósito es reforestar más de 5.000 hectáreas con guayusa; de la misma forma, espera trabajar con más de 5.000 familias. La idea es motivar a más personas y comunidades para que se involucren en un negocio que parece cada vez más rentable y, algo no menos importante, que resulta sostenible ecológica y culturalmente.

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