Empresa nacional ya lleva 60 premios mundiales
En total, 3.000 familias de pequeños productores se benefician con la venta directa de cacao a Pacari, empresa nacional que ya lleva 60 premios mundiales y su chocolate ha sido reconocido como el mejor del mundo por tres años seguidos, según la International Chocolate Awards.
El chocolate ecuatoriano está recuperando a pulso el espacio que ha perdido el cacao de Latinoamérica a nivel mundial.
Desde 2002, Santiago Peralta y Carla Borotó forman parte de una nueva generación de artesanos latinoamericanos que han logrado crear más de 30 sabores originales de chocolate, producto de la mezcla de ingredientes tradicionales de la región con cacao fino de Ecuador, Perú y Colombia.
Con más de 60 premios mundiales y 5 medallas de oro y 9 de plata en la última ronda mundial de estos reconocimientos, Pacari ha logrado ganar espacio en más de 40 países, llevando diferentes versiones y orígenes del cacao a Colombia, Canadá, Estados Unidos, China, Emiratos Árabes, Corea, Rusia, Sudáfrica, España, entre otros.
En entrevista con HSBnoticias.com, Peralta manifestó el interés de Pacari en llevar una producción responsable con los agricultores y con el medio ambiente, procurando ser más que solo exportadores de materia prima a otros países.
“Comenzamos cuando nos percatamos de que todo el cacao orgánico de Ecuador lo compraba una sola empresa y no podíamos utilizarlo, comenzamos allí a crear las primeras fincas independientes del país en asociación con 20 agricultores, a la fecha ya tenemos más de 400, y estamos recuperando lo que nos corresponde”, subrayó Peralta.
Agregó que la firma ecuatoriana ha ayudado a que los agricultores sean partícipes activos del proceso de producción del chocolate que y las ganancias devenidas de esa producción se lleven en mayor porcentaje a los trabajadores.
“Estamos haciendo cosas que generan una lealtad enorme por parte de los agricultores, porque les permite ahora ver el doble o el triple de ganancias de las que veían antes”, aseguró Peralta.
La empresa paga y educa a sus productores directamente, lo que les permite a su vez poder pagar más a sus agricultores y capacitarlos plenamente. (I)