El reto de sindicatos en la transformación productiva
El efecto que generan los sindicatos sobre la productividad de un país es un tema que ha sido debatido insistentemente. Ecuador no es la excepción, más aún ahora que el Gobierno iniciará un nuevo proceso económico, tecnológico y cultural para cambiar su matriz productiva, bastión del período administrativo 2013-2017 del presidente Rafael Correa.
Sin embargo, los sindicatos organizados en Ecuador, que en su momento se convirtieron en un estratégico y necesario espacio para la conquista de derechos laborales, sociales y políticos, hoy se presentan fragmentados y con intereses particulares que se divorcian de los principios con los cuales nacieron: la garantía del bien común para los trabajadores y las trabajadoras.
Según las estadísticas del Ministerio de Relaciones Laborales, en el país hay 4.000 organizaciones sindicales, de las cuales el 80% está en el sector público y el 20%, en el privado.
Estos sindicatos se aglutinan, a la vez, en grandes confederaciones de trabajadores que nacieron en 1938 con la Confederación Ecuatoriana de Obreros Católicos (Cedoc), hasta la más joven, la Unión General de Trabajadores del Ecuador (UGTE), fundada en 1982.
¿Cómo los sindicatos aportarán al cambio y desarrollo de una nueva matriz productiva?
En opinión del historiador Juan Paz y Miño, estas organizaciones pueden convertirse en una fortaleza para la economía, inclusive, dinamizar las capacidades empresariales, contrario a lo que se pensaba antes, “que eran un verdadero atentado a la economía y las empresas”.
“Los trabajadores organizados pueden promover y desarrollar iniciativas para no solo preservar sus derechos, sino promocionar mejor sus propias condiciones de trabajo”, dijo Paz y Miño.
“Pueden ser una fortaleza para la economía y dinamizar las capacidades empresariales”Su versión refuerza a la del el ex ministro de Electricidad, Alecksey Mosquera, al destacar que los trabajadores deben estar listos para los nuevos retos a largo plazo, porque la industria, sobre la cual girará el cambio de la matriz productiva, se visualiza sobre los 50 años de existencia.
En esa perspectiva, añadió, es hora de que la academia se anticipe, con el tiempo prudencial, para proveer a la industria de los profesionales que se encarguen de la gestión y mano de obra calificada para el “desarrollo exitoso del proyecto, englobado en el Buen Vivir”.
El objetivo de la matriz productiva es cambiar al país de ser primario exportador de productos no renovables (petróleo, gas o minerales) -que terminan agotándose con el paso del tiempo- a una nación económicamente más avanzada, con desarrollo tecnológico e industrial.
Para el presidente de la Asociación Nacional de Empresarios (ANDE), René Ortiz, la matriz productiva es una señal inequívoca de un giro gubernamental hacia el sector productivo privado para que examine sus posibilidades de inversión. Pero como la inversión “es un imán para el desarrollo de industrias, el comercio, trabajo y empleo”, Ortiz manifestó que el plan del Gobierno constituye un desafío para los sectores empresarial y laboral, “de comenzar a dialogar sobre las oportunidades y necesidades que se presentan en el futuro para ambas partes”.
Cifras
4.000
organizaciones sindicales existen en el país, de las cuales un 80% está en el sector público y 20%, en el privadoLa matriz, que necesitará unos 15 años para su desarrollo, se centra en cuatro ejes fundamentales: diversificación de la producción, que significa hacer nuevas industrias y generar tipos de negocios; dar valor agregado a la materia prima de excelente calidad que se produce y exportarla como bienes procesados; la sustitución selectiva de importaciones, cuya finalidad es reemplazar ciertos productos que actualmente se importan, con producción propia; y, mejorar la oferta exportable para una mayor productividad.
La productividad mejoraría más con la mayor participación activa de los trabajadores, porque son “los que viven directamente esos procesos en las empresas públicas y privadas”, señaló Paz y Miño.
Desde la perspectiva sindical, clasista y política, el historiador considera que ellos podrían contribuir a que se excluyan de la futura economía métodos que inducen a la explotación criminal de la tierra y del medio ambiente con fábricas que contaminan ambientes totalmente sanos.
Así, manifestó, los trabajadores podrían convertirse, inclusive, en grandes vigilantes sociales y políticos de la destrucción de los bosques, y ser un factor político y de ayuda al control de carreteras, caminos y de su preservación para el acceso a los diferentes recursos.
El presidente de la Confederación de Trabajadores del Sector Público del Ecuador, Marcelo Solórzano, precisó que es el momento de que todos los trabajadores, organizados o no, arrimen el hombro para que la nueva matriz sea el inicio del desarrollo e industrialización del país, basado en la creatividad laboral y empresarial.
Los sindicatos –apostilló– deben asumir una posición eminentemente proactiva, en la medida que el cambio que se avecina generará empleo y riqueza a los ecuatorianos.