¿El hornado es también comida rápida?

Todos los que conocen del arduo proceso de preparación de esa delicia de la culinaria nacional, dirán qué pregunta absurda. Pero estos días se escucha, a propósito de la propuesta presidencial de colocar un impuesto a la comida rápida, expresiones como ‘ahora nos van a colocar un impuesto al hornado’. Se mezclan dos cosas diferentes: la forma en que los ecuatorianos acudimos masivamente a las ‘huecas’ a disfrutar de nuestra comida, confundiendo un fenómeno masivo con comida rápida, y olvidar lo que implica su preparación.

El problema está en cómo últimamente se comunican las cosas. Hace un año se escuchaba a los periodistas “independientes”, quejarse de que este gobierno no da un resquicio para su maniobra mediática opositora, y se han desplegado propuestas que pudieron haber sido buenas, pero se frustraron por una errónea estrategia de explicación y comunicación.

Hace pocos meses el chef Jamie Oliver ganó una batalla legal en contra de McDonald’s. Oliver demostró que la carne de sus hamburguesas no es apta para el consumo humano. La industria de la comida rápida vende sus productos a bajos precios porque en su elaboración usa métodos que buscan ganancias a costa de intoxicar a las personas, cuestión que no se percibe. Solo observemos la epidemia de obesidad en EE.UU. sin que se haga nada por enfrentarla.

Además se observa poca disposición a combatir la ideología neoliberal y fortalecer los valores nacionales, entre ellos, la gastronomía. En Bolivia no hizo falta colocar un impuesto para que McDonald’s abandonase por sus propios pies el país, pues no pudo penetrar en la mentalidad de los bolivianos fortalecida con el proceso político de Evo Morales. Otro de los errores de comunicación es no hacer notar articuladamente todas las iniciativas de política pública que emprende el gobierno para cuidar la salud de los ecuatorianos, como por ejemplo, el esfuerzo por regular los alimentos que se vende en los bares de las escuelas y colegios.

La Revolución Ciudadana no debe decaer en la voluntad por revalorizar nuestros alimentos, con los que nuestras abuelas y madres nos criaron. La industria de alimentos ecuatoriana, sin copiar los métodos perniciosos de las transnacionales, debe encontrar una oportunidad en este campo. Y a propósito, me pregunto ¿qué hace el señor Freddy Ehlers por el ‘Buen Comer’ de los ecuatorianos?