Según la cepal, hasta 2012. El 28,8% de los habitantes de América Latina vivía en carencia
El estado mental sería una de las trabas para erradicar la pobreza
El estado mental de una sociedad puede acentuar o aportar en la lucha contra la pobreza. Esa es una de las conclusiones del informe “Mente, Sociedad y Conducta” del Banco Mundial (BM), que expone cómo el estado psicosocial de una persona juega un rol importante para que pueda o no salir de la indigencia.
Dos de los autores, Renos Vakis y Jamele Rigolini, expusieron parte de su investigación en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), identificando 3 factores que influyen en esa condición: el contexto, las bajas dotaciones (el capital humano e instrumentos productivos) y el estado mental.
“El hecho de estar en un ambiente de pobreza crónica, más los desafíos que ese estado conlleva, aminoran las aspiraciones de los individuos y su optimismo al futuro”, manifestó Rigolini.
La identidad de la precariedad
Las aspiraciones del individuo son fundamentales para la superación del estado de pobreza, y son el resultado de una identidad y cultura de la precariedad, insistió el psicoanalista Rodrigo Tenorio, invitado al panel.
Allí recordó la anécdota de un indigente con más de 50 años de edad que llegó con una bronquitis a un hospital de Quito. Fue atendido y ya sin fiebre y en una condición estable las enfermeras decidieron bañarlo, afeitarlo, cortarle las uñas y darle ropa nueva. Al día siguiente la profesional de turno lo encontró muerto sin ninguna explicación. Una de las auxiliares habría encontrado la respuesta: quitarle al hombre su ropa maloliente, su mugre y sus piojos lo hizo sentir totalmente desprotegido.
El especialista argumenta que ciertos proyectos dirigidos a reducir la pobreza no han logrado disminuirla por concentrarse únicamente en las estadísticas. Hasta marzo pasado Ecuador tenía 24,12% de pobreza y 8,97% de pobreza extrema (ver infografía).
“No se ha tomado en serio la especificidad ideativa, afectiva e inclusive fantasmal de la población. Se ha dejado de lado a los sujetos en su vida cotidiana, en sus propias representaciones, sus relaciones y dependencias; afectos y sensibilidades sobre la tenencia y la carencia que forman parte de las identidades subjetivas y colectivas”, insistió.
Hizo énfasis en las especificidades psicológicas que caracterizan a los grupos de la pobreza, lo que difiere una masa poblacional de otra: algunos esperan salir de dicha situación, otros se han adherido a la misma y hay algunos que sacan provecho de ese estado. “¿Será que todo mendigo desea dejar de serlo?”, se preguntó Tenorio.
Psicología social de la pobreza
Este factor conlleva a otra de las conclusiones del documento, el cual sugiere que los entes del Estado y organizaciones no gubernamentales preocupados por el progreso de una sociedad presten mayor atención al modo en que las personas toman decisiones para, de esa manera, hacer efectiva la aplicación de las políticas públicas.
Renos Vakis, investigador del Banco Mundial, considera que es esencial incidir en el estado mental de una persona y, para ello, las soluciones sencillas son la mejor opción, tomando en cuenta la experiencia de los ingenieros, empresas privadas y de comercialización que desde hace muchos años han explorado cómo funciona el cerebro humano.
Esto -de acuerdo con los autores del informe- trasladado a la gestión del Estado, responsable de diseñar y gestionar políticas con el fin de satisfacer las necesidades, podría romper con el círculo de la pobreza de una generación a la siguiente.
Es así que el Banco Mundial presenta 3 principios del proceso en la toma de decisiones de los individuos en su informe: el pensamiento automático, el social y el basado en modelos mentales. En este sentido para implementar una política pública se deben tomar en cuenta las influencias sociales y culturales.
“La pobreza es algo más que la privación de recursos materiales. Las tensiones y precisiones de la pobreza imponen gravámenes sobre los recursos cognitivos (...) Por ejemplo, podrían desplazar los períodos de inscripción de la escuela a los períodos en que los ingresos estacionales de los agricultores pobres son más altos”, recomienda el documento.
Vakis enumeró algunos casos en los que se pueden aplicar estos principios. Por ejemplo, el porcentaje de donantes de órganos puede variar al presentar una pregunta de manera diferente. Ese fue el caso de Alemania, donde solo el 12% accedió a donar al poner “acepto” en un formulario. Mientras tanto en Austria las personas que no querían donar debían escribir “no acepto”, la mayoría no anotó nada, convirtiéndose en donantes.
Ese suceso ejemplifica el pensamiento automático de los ciudadanos al no leer con detenimiento los formularios o hacerlo rápidamente sin fijarse en los detalles.
Recordatorios personalizados para que la gente ahorre dinero; comparar a las personas como una forma de concienciarlas para que paguen impuestos; pegar stickers en las llaves de agua que más usan para que ahorren el líquido vital, y mejorar el trato hacia las empleadas domésticas a través de las telenovelas, son algunas de las medidas que se han tomado en países de la región.
“El primer paso es informar a la población, después presentar propuestas y alentar a la gente a participar de una solución colectiva. Igualmente los estigmas y normas sociales modifican nuestra forma de ver el mundo.
Eso nos define y determina cómo tomamos nuestras decisiones”, explicó Vakis. (I)