Punto de vista
El efecto nocivo de la apreciación salarial producto del dólar
Pese a que la actualidad económica de Ecuador no puede catalogarse como una crisis o una recesión, esto no significa que la economía del país no sufra afectación alguna.
Las cifras presentadas por el INEC señalan que a nivel urbano el empleo adecuado en Ecuador ha tenido un retroceso significativo, reduciéndose en 3,2%, al pasar de 57,6% en septiembre de 2014 a 54,4% en el mismo mes de 2015. Esto no es menor, implicaría la perdida de alrededor de 164 mil empleos adecuados si se tiene en cuenta que la población económicamente activa asciende a 5.13 millones de habitantes a nivel urbano.
Los datos de empleo evidencian que la economía ha tenido una fuerte desaceleración, siendo así que se cumple con la observación empírica denominada como Ley de Okun, la cual establece que para mantener los niveles de empleo en una economía no basta con que esta mantenga su nivel de actividad, como ocurre actualmente con la economía ecuatoriana, sino que es necesario que esta crezca sostenidamente a lo largo del tiempo. Para los hacedores de políticas públicas, resguardar el empleo debería ser la prioridad en un escenario económico adverso como el actual, de bajos precios del petróleo y con un dólar apreciado. Por ello sería prudente que para enero de 2016 no haya ningún aumento en el salario mínimo o que este sea mínimo, puesto que un aumento del costo laboral podría derivar en que se dificulte más la generación de empleo adecuado.
La disposición de congelar el salario en enero de 2016 no es una decisión fácil en el ámbito político, pero sería lo que más beneficiaría a los trabajadores más vulnerables que son los más propensos a caer en el empleo precario cuando el salario se incrementa sin que exista un aumento de la productividad. Subir en la actual coyuntura el costo laboral es tan perjudicial como la misma apreciación del dólar, de hecho el efecto de la apreciación del dólar lo que ha hecho es aumentar el poder de compra de los salarios, lo que genera una presión negativa sobre la balanza comercial, haciendo que sea más rentable importar y más complicado exportar, lo que es más notorio en las ciudades de frontera.
Las actuales autoridades económicas reiteradamente se han quejado de la rigidez que impone la dolarización, ya que la moneda se aprecia cuando lo aconsejable sería que se deprecie con el fin de no perder competitividad exportadora. Lo cierto es que la rigidez monetaria es principalmente perjudicial porque restringe la facultad de reducir el costo de la mano de obra en términos de comercio internacional para así ser más competitivos vía una depreciación o devaluación salarial. Tal vez suene cruel e inhumano y hasta torpe políticamente manifestar que los salarios no deberían de subir e incluso deberían de caer, sin embargo la coyuntura actual, la dolarización y el comportamiento de los competidores deberían llevar a tomar esta decisión. Durante el último año, los vecinos Perú y Colombia, que sí tienen moneda propia, han experimentado una fuerte reducción del costo de la mano de obra en términos de comercio exterior producto de las depreciaciones monetarias. Por ello, asimilan mejor el shock externo, siendo así que el crecimiento en ambos países estará cercano al 3% en 2015, mientras que la economía de Ecuador no crecerá. Que el salario mínimo no se aprecie en exceso en 2016 es algo necesario, caso contrario se seguirá ejerciendo una presión negativa sobre la balanza comercial y se dificultara más la generación de empleo adecuado. (O)