El diseño de ropa reactiva la producción en talleres
La industria de la indumentaria se expande en Guayaquil y sus alrededores con la incorporación de creativos que con sus diseños fomentan la producción de diversos talleres y que comercializan los artículos de sus marcas a segmentos específicos del mercado de la moda, por medio de las redes sociales y ferias.
Carla Cabeza Peralta volvió al país en diciembre de 2015, desde Argentina, donde estudió 6 años Diseño de Indumentaria y también Moldería. Hace dos meses, con el aporte económico de su socio Andrés Sánchez y la difusión de las redes sociales, puso en marcha su sueño: Studio Pop, una marca de ropa para damas que apunta al público juvenil.
“No fue fácil. Mucha gente me sugirió invertir en otro país, pero yo preferí hacerlo en el mío. Nos estrenamos en una feria de Guayaquil hace dos semanas con una primera producción de 200 prendas (blusas, faldas y vestidos estampados). La segunda será de 500 y agregaremos pantalones y chompas”.
Las telas y demás insumos los adquiere en almacenes de la ciudad. Encarga la confección de sus diseños a Hilda Franco, quien se dedica a la actividad en el cantón Samborondón desde hace 16 años; y los últimos 7 con ayuda de su hija Lizbeth Arana. En el taller que ambas tienen hace 3 años, dan trabajo a 5 operarias y desde entonces evidencian un crecimiento del negocio.
Allí reciben los bosquejos de 4 diseñadores de indumentarias para niñas y damas, lo que representa una producción estimada de 100 prendas al mes. Pero también producen para dos empresas, una que vende ropa para damas y otra para un nicho específico, como los rockeros. “Confeccionamos de 300 a 1.000 prendas al mes para ellos”, indicó Arana.
Los talleres de diseño, estampado, serigrafía y sublimación (técnica de estampado que imprime una imagen en tela) también son requeridos por los diseñadores de ropa.
Con su proyecto urbano Hangar Living, Álvaro Fernández, quien se graduó en Comunicación de Cine y TV en Estados Unidos, vende desde hace un año y medio, por medio de las redes sociales, camisetas, gorras y a futuro camisas y suéteres. Su producto es dirigido a las comunidades de skateboarding (deportistas en monopatín) y surfistas.
La producción de este emprendedor empieza con la adquisición de telas en almacenes locales que envía a confeccionar en un taller de la urbe. Encarga el diseño gráfico y su estampado en un taller de serigrafía. En caso de que sea una foto lo que va colocar en la prenda sale a las calles con un grupo skate y con su cámara capta gráficas cotidianas, tras lo cual elige la que hará estampar en un taller de sublimación.
“Me ha ido bien. He hecho full envíos. Compran muchos chicos de Quito, Guayaquil, Loja, Esmeraldas, y Manta, que hacen skate y surf”. Parte de este éxito lo atribuye a las redes sociales: “Ayudan millón, si no, nadie me conocería. A veces en las tiendas (de ropa) se quieren aprovechar”.
En tanto, Adrián García, diseñador gráfico, se mueve en la actividad de la serigrafía desde hace 10 años y en los últimos 6 abrió su taller en la urbe. Allí realiza estampados en indumentarias de 3 marcas de emprendedores (dos de deportes extremos y la otra de un grupo católico) y de dos empresas. En el caso del primer grupo son unas 150 camisetas al mes y en el otro de 500 a 1.000 uniformes. Adrián confía en que su producción mejore con la cercanía de la Navidad y la campaña política.
Ecuador tiene un sector artesanal prolífico y diverso
Luis Quishpi, presidente de la Junta Nacional de Defensa del Artesano (JNDA), considera que, cuando se apruebe el proyecto de Ley Orgánica de Desarrollo Artesanal, su sector “tendrá un despegue” porque habrá mayores incentivos para emprender.
En el país, según la JNDA, existen más de 5 mil talleres dedicados a las más variadas modalidades de artesanía. Entre ellos, la mayoría de establecimientos de confección elabora ropa deportiva.
Hace dos meses, Lorena Bravo, licenciada en marketing, produce ropa deportiva femenina (tops y licras) bajo la marca Vibra, que promociona por redes sociales. Escogió la línea de ropa para yoga y pilates porque vio la necesidad de incursionar con un producto más económico, ya que “las pocas marcas enfocadas a ese nicho son caras”.
Su primer lote de 70 prendas lo vendió en el estudio de pilates donde es instructora; ahora, sin embargo, comercializa sus prendas en otros estudios, uno de los cuales está dedicado a la gimnasia olímpica. “No hice muchas prendas porque quería saber cómo me iba y como tuve buena acogida tengo previsto hacer el doble”.
Entre las telas que utiliza hay nacionales y en menor cantidad otras importadas de Colombia y Perú. La confección la encarga a un taller local especializado en ese tipo de indumentaria deportiva. (I)