En América latina el líder en innovación es Brasil
El dilema de cuándo la inversión se transforma en productividad
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha propuesto ‘repensar’ las políticas con fines productivos de los países de la región. En su publicación anual de la serie ‘Desarrollo en las Américas’, el organismo explica que las experiencias de crecimiento exitoso en el mundo han estado ligadas a las llamadas Políticas de Desarrollo Productivo (PDP), pero que en ocasiones estas no se toman adecuadamente. El documento hace referencia a ciertos incentivos y subsidios.
Los investigadores citan como un caso emblemático -y probablemente el más exitoso del siglo XX- el de República de Corea, que dio forma a su economía mediante herramientas de apoyo a sectores específicos en diferentes etapas de desarrollo, “desde los fertilizantes hasta la construcción naviera, los automóviles, y más recientemente la electrónica”. De acuerdo con este documento, América Latina y el Caribe han tenido éxito en la estabilización macroeconómica, pero no han logrado el alto desempeño esperado: el país típico de la región tiene un ingreso per cápita un 25% superior al del resto del mundo, pero un 80% inferior al ingreso per cápita de una nación desarrollada como Estados Unidos, según indica el documento.
Para el organismo, ciertas políticas industriales, mal concebidas, han llevado a una baja productividad y un lento progreso.
Como ejemplo, la investigación expone un par de casos del sector arrocero de Costa Rica y Argentina, en los que la intervención pública resultó exitosa solo una vez. En el primer país, el subsidio de la gramínea equivale al 45% del precio interno, pues el Gobierno centró sus esfuerzos en la protección más que en la productividad, de modo que cuando la producción cae por debajo de la demanda local, se asignan cuotas de importación a la empresa privada para importar arroz sin aranceles, generando extraordinarias rentas para los procesadores.
Por el contrario en Argentina, los problemas de la falta de competitividad del arroz, fueron abordados organizando a los productores para el financiamiento de un centro de investigación para desarrollo de una variedad de mejor calidad. El gobierno provincial introdujo un impuesto a los productores destinado a esta actividad, lo que en poco tiempo hizo mejorar la cantidad de producción “evitando que un sector saque provecho del esfuerzo colectivo”, apunta el estudio.
En dicho caso, los insumos del sector público fueron usados de modo eficiente.
¿Cómo hacerlo?
Dos preguntas vitales recomienda el BID a los gobiernos antes de echar mano a las PDP: ¿qué las justifica y cuál es la falla de mercado que hace que el desarrollo productivo de ciertos sectores no se logre. Y en ese sentido, la interacción del sector público con el privado es clave, porque el primero no tiene acceso a toda la información requerida.
“Hay que preguntarse cuál será la parte del mercado que está trabando el proceso y sentarse con el sector, porque tal vez allí uno identifica problemas como la falta de inversión, por ejemplo”, señaló Alberto Stein, investigador del BID, quien se refirió al tema en un foro organizado por la Escuela de Negocios de la Espol (Espae).
El informe analiza también que en ocasiones se otorgan incentivos para inversión en equipos, pero sin considerar si esto involucra una tecnología nueva que pueda difundirse en el resto de la economía. “Si todos los beneficios recayesen en la empresa no habría externalidad y el subsidio no tendría mayor beneficio”, explica el informe.
Sarah Wong, profesora de la Espae, estima conveniente analizar hasta qué punto esa inversión se transforma en productividad, y en el caso de los incentivos aplicados en Ecuador, son temas que tendrían que evaluarse. “Las políticas deben ser basadas siempre en evidencia”, señala Wong.
El BID advierte además que la aplicación de las PDP a sectores de manera selectiva pueden ser resultado de la capacidad de un sector específico de influir en los gobiernos a través del lobby, mas no de su competitividad. En síntesis, los gobiernos pueden subsidiar innecesariamente actividades que no generan beneficios a otros. La preocupación central de los investigadores está en cómo estructurar la selección de los sectores.
Para Enrique Macías, de la Cámara de Industrias de Guayaquil, las políticas de industrialización que se han discutido desde la década del 80 en Ecuador no han tenido un orden claro. Cree que para establecer una línea de acción, debe haber una visión objetiva del conjunto de la economía y que las políticas tributarias, fiscales y de comercio exterior sean acordes.
Macías piensa que el país no ha sido “agresivo” en temas como acuerdos comerciales, por ejemplo. “El mundo se está orientando hace tiempo hacia los tratados de comercio y nosotros nos negamos a ello. Es imposible decirle que produzca para el mercado interno”, sugiere. El libro reserva un espacio al tema de la Innovación y Desarrollo (ID), y estima que siempre es necesario un nivel mínimo para buscar y adaptar tecnologías ya desarrolladas a las condiciones locales.
En América Latina el líder en innovación es Brasil. (I)