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Ecuador, 24 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Ecuador tiene sus ojos puestos en 2035, con cerca de 21 millones de personas

El crecimiento poblacional causa el incremento en la demanda de bienes y servicios. Foto: Santiago Aguirre / El Telégrafo
El crecimiento poblacional causa el incremento en la demanda de bienes y servicios. Foto: Santiago Aguirre / El Telégrafo
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Los ecuatorianos han decidido apropiarse de su futuro y no desean dejar cabos sueltos al azar. Es imprescindible, como país, pensar en el largo plazo, como una necesidad de supervivencia social y de consenso nacional.

Hay temas fundamentales que como sociedad es necesario cuestionarse para generar un acuerdo social y construir colectivamente el propio futuro. De lo contrario, estaremos condenados a la adaptabilidad, a las tendencias que nos impongan las hegemonías globales.
Pensar y planificar a largo plazo se constituye en una ilusión movilizadora, en el sentido de que permite alinear incentivos, garantiza el cambio que posibilita ejercer derechos como ciudadanos y evita lo que el presidente Rafael Correa ha denominado “tragedia de la proximidad”. Es decir, ordena los procesos y genera la estabilidad necesaria en momentos de cambios rápidos y profundos. Los derechos no se garantizan en 4 años, requieren horizontes temporales más largos.

En el año 2035 en Ecuador habrá aproximadamente 21 millones de personas, la población vivirá más años, tendrá menos hijos y por lo tanto existirá mayor población adulta y de la tercera edad.
¿Cómo modificará eso las necesidades y patrones de consumo de la población? ¿Cómo afectará esto al sistema laboral y de seguridad social? ¿Habrá suficiente agua, alimento y energía, en cantidades y calidades necesarias para todos?

En 20 años los niveles de ingresos serán más altos, lo que presionará para que el consumo aumente. Esto es deseable en la medida que este sea pertinente, sostenible y sustentable. Pero, ¿cómo impactará esto en los ecosistemas, el sistema productivo y la demanda de recursos asociada a ello?

Por ejemplo, si en 20 años, con la cantidad de población estimada y un patrón de consumo de carne similar al de Chile, habría que aumentar la cantidad de pastizales en casi 3 veces, dada la productividad actual, pero el territorio será el mismo.

La Constitución ecuatoriana establece como principio y objetivo a la soberanía alimentaria, lo que pone de manifiesto desafíos futuros en cuanto al sistema agroalimentario, el uso del suelo nacional y la necesaria preservación de los ecosistemas. Entonces, ¿cómo prevenir procesos erosivos, la contaminación de los suelos y la consiguiente pérdida de suelo fértil?

En 20 años habrá menos petróleo del que ahora está disponible y es  más probable que el planeta avance hacia fuentes energéticas alternativas. Con las tendencias de los últimos años en cuanto a crecimiento de la producción y el consumo humano, será necesario duplicar la oferta energética de 700 a casi 1.500 petajules, que es la unidad de medida de contenido energético. Aquello, sin incluir las modificaciones profundas que el sistema productivo requiere para erradicar la pobreza.

La Constitución establece avanzar hacia la autosuficiencia y la soberanía energética. Frente a ello, ¿qué fuentes energéticas se requiere investigar como país? ¿Cuáles deben ya estar consolidadas dentro de los próximos 20 años y cuánta inversión implicaría esto?

En cuanto a disponibilidad hídrica los desafíos no son menores.

El acceso al agua es un derecho humano que debe estar garantizado y ello significa mantener el recurso hídrico para las necesidades de hoy, pero también para las futuras. Esto tiene implicaciones directas en la agricultura, la alimentación, el agua para los hogares y del sistema productivo, en la generación de energía hidroeléctrica, así como la necesidad de preservar unos caudales mínimos para la reproducción de los ecosistemas.

Es imprescindible comprender que como país se goza de suficiente cantidad de agua, pero esto no se refleja de manera igualitaria en el territorio nacional, hay zonas excedentarias y también zonas con fuertes déficits hídricos.

Gran parte de la oferta hídrica está hacia la vertiente amazónica, pero las necesidades y las presiones están hacia la vertiente del Pacífico, donde está la población y la producción. ¿Cómo el cambio climático afectará la disponibilidad hídrica? ¿Qué es necesario hacer para preservar el agua, no solo en las cantidades, sino en las calidades adecuadas?

Las tecnologías están cambiando a velocidades extremadamente altas, y el acervo de producción científica y de conocimiento se duplica cada año. ¿Hacia dónde debe dirigirse el país en términos de investigación y desarrollo? ¿Qué investigar? ¿Cuáles son los sectores esenciales de cambio productivo?

El país debe apropiarse científicamente de todo el potencial de su biodiversidad y sus recursos naturales, y generar tecnología. Caso contrario, la reprimarización relativa será más pronunciada en el futuro.

Encontrar respuestas a estas interrogantes (y otras) es un tema complejo, pero fundamental. Por ello, hay que hacer planificación prospectiva para encontrar aquellas dimensiones fundamentales que permitan alcanzar las metas deseadas y establecer la mejor transición hacia ellas para optimizar intervenciones.

Como país, debe ser la participación ciudadana la que establezca estos imaginarios colectivos del futuro que quiere y que se merece, pero también dimensionar que se requiere una base material para alcanzarlo. Sin poder popular no hay planificación sostenible.

En ese sentido, la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades), como ente rector de la planificación nacional, se encuentra trabajando en la generación de un plan y una visión estratégica: ‘Ecuador 2035’, en el que se plasmen los deseos, sueños e imaginarios colectivos del país que todos desean de aquí a 20 años.

El horizonte planteado ahora es de 20 años y consiste en ordenar y transformar consistentemente la realidad para la siguiente generación. El objetivo de este proceso será conseguir unas políticas públicas de largo plazo, conocidas y legitimadas por la ciudadanía, para que sean la base de la planificación cuatrianual que tiene cada Plan Nacional de Desarrollo.

El proceso lo lidera la Senplades, pero lo construirá colectivamente con diferentes actores nacionales, públicos, privados, de la sociedad civil y de la organización social. El poder popular será la base y fuente de este pensamiento colectivo.

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