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¡Cumplimos!…. Menos impuestos a los ricos

¡Cumplimos!…. Menos  impuestos a los ricos
26 de enero de 2015 - 00:00

Con admiración se leen las pancartas que hoy adornan las calles de Quito. Al menos dos preguntas surgen de tan insólito mensaje. Primero, ¿qué es lo que cumplió el señor alcalde de Quito? y segundo, ¿bajar impuestos y publicitar tal “hazaña” es una política en beneficio de las mayorías? Comencemos por la primera incógnita. Sustentar una estrategia política en torno a la crítica del adversario muestra un desconocimiento de la problemática social que aqueja a un colectivo (en este caso los quiteños). Tristemente la realidad es que el actual alcalde ganó las elecciones con esa estrategia: criticar a la administración anterior pero sin un plan real para la ciudad, más que el ofrecimiento de reducir impuestos.

Hoy somos víctimas y espectadores de aquello. Es triste ver cómo se pretende convencer, a fuerza de publicidad, de la idoneidad de una política que a la vista muestra su incoherencia e irresponsabilidad con los intereses de la ciudad. Incoherente, porque no es posible que coexistan problemas de financiamiento para el metro de Quito y, al mismo tiempo, se estén rebajando los impuestos. Irresponsable, porque bajo un contexto de corresponsabilidad fiscal sub nacional inexistente, con gran dependencia de las transferencias del Gobierno Central, es intrépido proponer un debilitamiento de los ingresos tributarios. Es insólito que la Alcaldía de Quito sustente su imagen mediática a través de una política pública en la cual estamos rezagados respecto de la región y el mundo.

Ecuador posee una de las presiones tributarias sub nacionales más bajas de la región: al año 2013 fue 0,7% del PIB; mientras que América Latina presentó una presión tributaria promedio de 1,5% y Europa alcanzó el 5,4%. Lo que es peor, Ecuador sustenta su presión tributaria sub nacional en tasas, lo cual hace aún más regresivo al sistema y, por el contrario, los impuestos están en el orden del 0,4% del PIB. Es totalmente válido y necesario abrir el debate conceptual sobre qué nivel máximo de presión tributaria es deseable en un país. No obstante, es injustificable que la Alcaldía se regocije de la reducción de impuestos cuando el nivel de presión tributaria sub nacional en Ecuador es lapidario y a nivel internacional somos ejemplo de la inconducta fiscal.

La publicidad en el sector público tiene la finalidad de comunicar un avance importante que beneficia a la sociedad. No es admisible pensar que la reducción de impuestos sea un avance, considerando el estado precario de la tributación sub nacional; peor aún pensar que es un importante logro de gestión de la Alcaldía. Si esa sería la tónica, todos los alcaldes deberían colocar propaganda por cada ordenanza emitida.

Respecto a la segunda interrogante, lo que no dice el alcalde en su mensaje es que menos impuestos también significan menos vías, menos parques, menos agua potable y menos calidad de vida para la población. Los impuestos no son una mercancía o un precio en el mercado, su reducción no genera un ahorro ni tampoco un beneficio individual; los impuestos no están de oferta como la Alcaldía nos quiere convencer.

Los tributos representan la contribución de una comunidad para el bien común en función de la capacidad de contribución de cada persona. Cinco dólares al año puede ser un ahorro para un individuo, pero es una pérdida colectiva incalculable en sentido de justicia y provisión de bienes públicos. Cinco dólares al año, 60 centavos al mes, es una contribución a la comunidad que, cualquier individuo que posee un predio, está en capacidad de aportar. El ahorro o beneficio individual de 60 centavos por mes es, sin duda, inferior que la pérdida por la no ejecución de obras que beneficiaban a toda la sociedad y que se financiaban con ese aporte conjunto.

No solo es la pérdida recaudatoria de los 5 dólares por predio y los problemas financieros que esto acarrea, sino que representa la fractura del modelo de contribución en el cual los ciudadanos estaban conscientes de que todos aportaban a las obras de la comunidad. Esta exoneración ha liquidado el sentido público de los impuestos y su aporte colectivo a la construcción de ciudadanía fiscal y el compromiso social que esto significa. Una vez que se elimina el pago casi simbólico (60 centavos al mes) se está rompiendo del imaginario el pacto fiscal que junta a los ciudadanos con el Estado mediante el pago de impuestos y la provisión de servicios públicos. ¿Realmente estamos beneficiando a las grandes mayorías al exonerar 60 centavos de dólar al mes? O por el contrario, estas exoneraciones y reducciones están beneficiando en mayor medida a los predios de mayor valor. Si las necesidades de financiamiento son enormes (metro, salud, transporte, etc.) ¿por qué se reducen los impuestos?

De nuevo, como ocurría en el pasado, en Quito los pobres van a financiar la fiesta de las élites. Bajar el impuesto predial es pedir que los pobres financien cada vez más los gastos de la ciudad mientras que los ricos siguen disfrutando de su posición. Las multas no pueden ser confundidas con los impuestos, mensaje mediático que dio el alcalde Rodas a la sociedad en la campaña electoral en 2013. Los impuestos proveen de justicia al sistema fiscal, es decir, en términos prácticos lo que hacen es que Cumbayá financie el agua potable del barrio la Ecuatoriana; que los ricos y su patrimonio financien las obras de los pobres. Esa relación de justicia y solidaridad se está rompiendo con la nueva política tributaria de la Alcaldía.

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